El sábado, en una nueva victoria para la escena independiente, el cantautor rionegrino debutó en el mítico estadio con entradas agotadas
La noche dejaba trasuntar cierto gusto a hazaña. El primer Luna Park de Lisandro Aristimuño, un artista que siempre se manejó en forma independiente, y cuya música va a contramano de los facilismos del mercado, mostraba un lleno total (las entradas se habían agotado una semana antes). Eso ya constituía un triunfo de por sí.
En el plano artístico, el show también marcó otro gran logro del cantante rionegrino, dos horas y media donde el acento estuvo puesto exclusivamente en la música. Si bien Lisandro ha montado elaboradas puestas visuales en otros conciertos, en el Luna hubo sólo una cuidada iluminación, unas bolas de espejos en el techo para conseguir algunos efectos, y las pantallas ubicadas a los costados reproduciendo lo que pasaba en el escenario para quienes estaban en ubicaciones un poco más distantes. Fue como si el cantante hubiera querido enfatizar el hecho de que había llegado a ese lugar sólo con la fuerza de sus canciones. El sonido era expansivo, casi orquestal, con su banda Azules Turquesas dividida a ambos lados del cantante: a su derecha, el tecladista Ariel Polenta, el bajista (y ocasional cello) Lucas Argomedo, y los violines de Pablo Jivotovschii y Tano Díaz Pumará. A la izquierda, el guitarrista Carli Aristide, Martín Casado en la batería y su hermana, Rocío Aristimuño, en percusión.
El concierto también tuvo ese carácter austero, sin concesiones, con una lista que incluyó prácticamente la totalidad de su último álbum, Constelaciones (era la “presentación oficial” en Capital), y temas seleccionados de sus otros cinco discos de estudio. Una progresión que incluyó numerosos picos y valles, concebida como un viaje a través de su música.
Aristimuño arrancó con una seguidilla de cinco temas de Constelaciones, entre los cuales invitó a Hilda Lizarazu y Fabiana Cantilo en “Voy con vos”, para luego dedicar “Anfibio” a su hija Azul, y mostrarse profundamente emocionado y agradecido por la respuesta del público. “Tres estaciones”, un hermoso tema folk que también pertenece al último disco, sirvió como preludio a uno de los grandes momentos de la noche, “En mí” (de Ese asunto de la ventana), con una extensa coda sinfónica cuyo sonido era algo así como King Crimson interpretando un tema de folclore. Otra dedicatoria fue a las Abuelas de Plaza de Mayo en "Green Lover", en el que también hubo un reclamo por la aparición de Santiago Maldonado. Para “How Long”, Rocío tuvo una destacada intervención en zapateo, que le dio paso a Lisandro para que toque con su guitarra de 12 cuerdas “Me hice cargo de tu luz”, y se anime a jugar con el título de la canción y bromee sobre el precio de las boletas de luz.
Otros grandes momentos de la noche estuvieron marcados por la aparición de los invitados Javier Malosetti, en “Good Morning Life”, y Fernando Ruiz Díaz, que electrizó al estadio con su energía de performer en “Para vestirte hoy”. Hubo también una bella versión acústica, con Carli en ronroco y trío de cuerdas, de “Azúcar del Estero”. El final fue con un tema que tiene sabor a manifiesto, “Es todo lo que tengo y es todo lo que hay”.
En los bises, llegaron “Respirar”, otro de los nuevos, interpretado junto al piano de Ariel, el clásico “Canción de amor” - Lisandro solo con su guitarra dirigiendo al público como si fuera un gran coro -, y “Elefantes”, nuevamente con la banda al completo.
La llegada de Lisandro al Luna Park significó algo así como una ceremonia de graduación para el trovador sureño, que lo ubica definitivamente junto a los grandes nombres de la música argentina.
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