Les puso la voz a las canciones éxito de Cebollitas y Chiquititas y hoy arrasa en Estados Unidos
Hijo del reconocido Carlos “Rocky” Nilson, Iván ya demostraba su talento para la música cuando tenía siete años; su voz en la televisión y su triunfo en el exterior
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Mientras mira un capítulo de su serie favorita, Iván Nilson tiene la mente en otro lado. La interpretación de Freddie Highmore en Bates Motel no es suficiente para cautivarlo por completo. De fondo, se percibe un suave instrumental, casi inaudible para un espectador común; pero no para él. En lo que el personaje dijo su diálogo, el hijo de Carlos “Rocky” Nilson ya pensó en un arreglo, una letra y melodía para que la serie tenga de fondo. Pone en pausa la televisión, agarra una guitarra y toca tres o cuatro acordes. Recuerda sus inicios en Cebollitas, sonríe y vuelve a poner play.
Cuando tenía tan solo siete años, Iván miraba con deseo y admiración la labor de su padre. Carlos trabajaba codo a codo con Cris Morena y producía un centenar de canciones para las exitosas series de la actriz. Prácticamente todos los temas que hayan sonado en una ficción suya tuvieron la participación de Nilson. Pero también, de su hijo.
El pequeño Iván ya demostraba talento para la música y su padre lo notó al instante. “Cuando vio que era afinado y me gustaba cantar, me llevó a los estudios a trabajar con él. Yo estaba feliz, para mí era un juego”, recordó el ahora hombre de 32 años en diálogo con LA NACIÓN.
Así fue como un día llegó a los estudios de grabación, tomó un micrófono y puso la voz para canciones donde sus protagonistas no podían cantar. “En Cebollitas yo cantaba la canción de amor de Bocha o el tema que decía ‘fue culpa mía, por no pasártela a tiempo’; en Chiquititas hacía un tema que se llamaba ‘Pimpollo’, la parte de Benjamín Rojas que todavía no podía cantar y después muchos coros como los de Verano del 98″, contó. Su nombre se mantenía oculto pero de a poco empezaba a sonar fuerte en el ambiente. “Las grabaciones eran muy divertidas, éramos todos chicos cantando y estaba buenísimo”, comentó.
La vida después de la televisión
Iván Nilson no se limitó a ponerle voz a las canciones de la TV sino que decidió hacer de la música su estilo de vida. Cuando terminó la primaria, empezó sus estudios en el Master College de Belgrano y formó una banda con sus compañeros de curso. Con él al frente, y un grupo de vecinos como fanáticos, se presentaron en varias oportunidades en el bar The Cavern, haciéndose cada vez más conocidos y queridos en el barrio. Así fue como ese pequeño éxito les permitió dar el siguiente paso y presentarse con capacidad llena en boliches como Rosebar y Asia de Cuba. “También tocamos en fiestas de 15, casamientos, eventos y cumpleaños”, amplió. Su carrera despegaba y su camino lo forjaba como cualquier artista, pero al mismo tiempo que trabajaba en sus canciones, no dejaba de colaborar con los proyectos de su padre.
“Hice arreglos en la parte de producción y composición de propuestas como Patito Feo, mi primer arreglo lo hice para la canción de ‘Las divinas’ la de... ‘nadie pasa de esta esquina...’ y me empecé a meterme en toda esa parte de producción y composición”, precisó. De a poco las productoras ya se fijaban en su trabajo y artistas como Ricardo Montaner lo convocaron para que participara en sus discos; al mismo tiempo, importantes cadenas lo llamaban para que hiciera la música de telenovelas y programas de concursos.
“Hicimos la música para una novela que se llamaba La ley del silencio que salía por Telemundo y para programas de juegos como la versión norteamericana de 100 argentinos dicen; también estuve un tiempo viviendo en México e hice discos de Belinda, Thalía, una boyband que se llama Urband 5 y mientras seguía tocando en bares y boliches”, le explicó a LA NACIÓN.
Radicado en el extranjero y lejos de su país, parecía difícil una vuelta a la Argentina para trabajar. Sin embargo, su cercana relación con el productor Gustavo Yankelevich le valió hacer algunas canciones para la novela El juego del pecado y presentarse en vivo junto a Susana Giménez y Gerardo Rozín en sus programas de Telefe.
De presentarse en el Luna Park a mudarse a Estados Unidos
La vida de Iván se dividió entre varios países. En México y EE.UU. estaban sus trabajos más desafiantes, con productoras y artistas de renombre y en Argentina, su carrera como solista y su novia Fernanda. Vivir de viaje es parte de la vida de un músico y aunque a veces sea difícil, las buenas noticias llegan para quienes luchan por sus sueños. Así fue como en 2019 sus canciones llegaron a manos de Luciano Pereyra, que preparaba doce presentaciones en el Luna Park, necesitaba un telonero y Nilson resultó ser el indicado.
“Fue un sueño tocar en un lugar tan mítico y un desafío enorme, salíamos todas las noches a conquistar a un público que no me iba a ver a mí. Estaba buenísimo, la gente se copaba, aplaudían y cantaban; tocábamos cinco canciones y para cuando estábamos terminado, el lugar ya estaba casi con la capacidad llena”, recordó emocionado. “Estoy súper agradecido. Fue mágico y genial”, cerró.
Presentaciones de nuevos singles y más trabajo en el extranjero siguieron desde ese momento. La pandemia, naturalmente, puso en pausa su crecimiento pero con el fin del confinamiento obligatorio y la posibilidad de viajar vio su futuro en Estados Unidos. Pese a ya haber trabajado allí, ahora va por todo. Arma sus valijas, embarca junto a su novia y planea instalarse durante varios años para mostrar su talento a la par de grandes artistas. “Trabajo con Warner Chapel y soy autor para ellos. Voy a trabajar con compositores y autores de renombre mientras cada tanto vuelvo a Argentina para hacer algún que otro show”, adelantó. “Allá te encontrás con gente que tiene ganas de trabajar, uno aprende y se nutre de eso, se forma algo muy lindo”, acotó.
Pero cuando el día termina y la música se pone en pausa, Iván Nilson es uno más. Disfruta de una charla con amigos, ver una película con su novia o juntarse a preparar un asado. Se reconoce como un hábil cocinero y admite, entre risas, que hace “un gran pollo a la scarpetta” y un “saltado con arroz yamaní, pollo y verdura”. Con la guitarra a un costado y la cocina prendida, se anima a cualquier desafío y, por qué no, a convertirse en un participante de MasterChef Celebrity.
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