Les Luthiers: retratos íntimos del grupo en su 50 aniversario
Un nuevo libro con fotografías de Jorge Maronna recorre las cinco décadas de historia de los músicos, con sus distintas formaciones, en sus ratos libres y abajo de los escenarios
Los cuatro miembros fundadores de Les Luthiers : Gerardo Masana, Jorge Maronna, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich posan en las puertas del Instituto Di Tella, en la calle Florida. Es el año 1967 y lejos estaban de imaginarse que, medio siglo más tarde, la imagen en la que los estaban retratando sería una de las que abriría el nuevo libro fotográfico La vida privada de Les Luthiers, que recoge más de 130 instantáneas que el propio Maronna recopiló a lo largo de estas cinco décadas de vida del grupo en distintos momentos de intimidad de sus integrantes.
La publicación, editada por Planeta y con textos del biógrafo de la agrupación, Daniel Samper Pizano, fue presentada ayer en el Teatro Maipo al que acudieron los luthiers y algunos invitados como el dibujante Hermenegildo Sábat. El humor, que no faltó en la sala, recorre las páginas del libro, se adivina entre escenas curiosas, gestos y momentos de reflexión, de alegría o de tedio de los protagonistas. Son fotos tomadas en restaurantes, playas, aviones, camarines; en la Argentina y en los distintos puntos geográficos allá donde el grupo aterrizó con su música y con sus personajes.
Esta crónica fotográfica, “incompleta y discontinua, ya que nació de impulsos o del placer de registrar instantes”, explica el autor, se compone de fotos “que no fueron creadas para ser exhibidas, ni bellas. Si tienen alguna virtud es la de revelar a Les Luthiers desde dentro”, desde fuera del escenario, donde tampoco el humor los abandona.
Captar el instante. Maronna, que reveló gran parte de estas fotos en un cuarto oscuro improvisado en el baño de su casa, dijo ayer que, de haberlo sabido, se hubiese comprado una cámara mejor, exigido una beca para estudiar con Cartier-Bresson o repetido febrilmente cada toma. Pero le consuela pensar que, de haber sabido que iban a publicarse, modelos y fotógrafos hubiesen perdido “frescura y espontaneidad”.
¿Creen el resto de los luthiers que Jorge ha sido un buen fotógrafo? “Es un buen músico”, bromea Carlos López Puccio y compensa agregando que su compañero “saca unas fotos muy divertidas”. Es un fotógrafo “fantástico”, exagera Marcos Mundstock. “Realmente es un grande”, añade Tato Turano y todos asienten. “Sí, sí lo es”, dicen uno tras otro, con caras que dejan ver el chiste en la punta de la lengua, mientras firman ejemplares del libro en el hall del Maipo. Minutos antes, otro rey del humor, Luis Landriscina, se les acercaba para decirles que siempre le hicieron “reír mucho”, mientras ellos saludaban a la gente.
Lejos de su público, en las fotos, a los luthiers se los ve relajados, disfrazados, distendidos y actuando. Gerardo Masana, fundador e inventor de los primeros instrumentos, aparece retratado por Maronna en el 67, con 30 años, como Rosendo, mozo de bar, en la obra I Musicisti y las óperas históricas. Al fallecido Daniel Rabinovich, Neneco, se lo ve con 24 en la piel del Rey Francisco I de Francia, aunque con unos mocasines que parecen poco adecuados “para la dignidad de su papel”, y a Marcos Mundstock, con 25, en su papel del conde Salvador, junto a un Maronna de 19 vestido del luthier Nicolás Amanti.
Del Daniel “parrillero” oficial del grupo también quedan registros de aquellos primeros años en los que el grupo realizaba sus primeros viajes. El álbum incluye fotos de ellos en traje de baño en Mar del Plata, en 1971 –“si hay personas impresionables en la sala, se pueden retirar”, advirtió risueño Maronna ayer mientras se proyectaban las fotos, junto a otras en las que se ve a un Carlos Puccio rubio y sin bigote o a Rabinovich, ya adulto y “muy mimoso”, en una silla de playa a upa de su mamá. Este último y Ernesto Acher también posan por esos tiempos frente a un jardín de infantes, “donde cursaban todavía”, continúa Maronna, que aparece, por su parte, en un retrato que le tomaron de pie sobre un pedestal, cual prócer “elevado a la condición de héroe de la patria. Ya se intuía mi futuro célebre”, dice el luthier.
En las fotos de estos músicos no faltan los instrumentos, sus peculiares inventos. Rabinovich aparece en los 60 cargando por la calle, “entre maravillado y asqueado”, el primer ejemplar del dactilófono, mientras en la página opuesta, el médico psicoanalista Carlos Iraldi, hábil artesano, ayuda a Gerardo a construir el primer latín que luego tocaría Daniel. En el 72, Jorge registra una escena en la que el grupo carga el gom-horn, la campana de la bocineta y el bass-pipe en el Fiat 1500 de Carlitos que usaban de vehículo.
Años más tarde, los luthiers demuestran ser buenos discípulos de Caturla, productor del grupo en España, en una foto en la que Marcos, Puccio, Daniel y Carlos Núñez imitan el gesto que el empresario hacía naturalmente con su dedo índice, que tenía torcido, y que levantaba con frecuencia cuando conversaba. Carlos y Daniel vuelven a aparecer, en el 94, en dos fotos sucesivas: en la primera, estudiando la carta de un restaurante de Mallorca famoso por sus vinos. En la otra, un par de horas más tarde, en la que “se nota su talento de sutiles catadores”.
Hugo Domínguez, luthier del grupo, revisa el alambique encantador. En años recientes, Tato ensaya su papel de Tatopitecus Sedentarius en el Museo Casa del Hombre de La Coruña posando junto a esculturas de homínidos, y una “célebre” imagen aparece entre las últimas páginas del libro. En ésta, Martin O’Connor, Tato Turano y los reemplazantes estables de Les Luthiers, Tomás Mayer-Wolf y Roberto Antier, cruzan una calle en Quito, uno tras otro, por un paso de peatones pintado de amarillo. “Esta imagen fue luego plagiada por un grupo británico”, afirman los músicos aludiendo a que Abbey Road vino después, con la salvedad de que la foto fue tomada por Maronna en enero de este año.
“Confío en que el libro generará alegría en todos los que lo vean y considero que es además un testimonio de un pedazo de la cultura de este país”, recalcó ayer Sábat en la presentación, aunque dijo que en el texto hay cosas que se omiten. “No se menciona que en la época en que ellos comenzaron había una dictadura y que el trabajo que hicieron siempre fue de y para demócratas, una obra creada desde la originalidad y, aunque parezca mentira, nos consta que algunos de los represores de esa época concurrían encantados a verlos”. Tras esto, añadió: “Esperamos que el libro sirva para fortalecer el respeto que ha logrado tener este grupo tan notable a lo largo de estos 50 años”.
Tras la intervención del dibujante, irrumpió la voz grave de Mundstock: “Le agradacemos a Menchi (Sábat) que esté acá y las palabras maravillosas... no, maravillosas no (bromea), las palabras tan cálidas que nos acaba de decir, y a Jorge, que nos permitió, a través de este libro, tener esta fiestita”. Solo Carlos Núñez, “que ya no está en el grupo porque renunció al escenario”, no pudo acudir ayer al acto, pero se unirá a los luthiers estos días en Oviedo, donde los músicos recibirán el premio Princesa de Asturias. El grupo viajará a España esta misma semana y allí representará su espectáculo Viejos Hazmerreíres, para retornar el próximo mes a la Argentina y subirse a los escenarios en Mar del Plata y San Juan con Les Luthiers Gran Reserva, paso previo antes de una serie de representaciones previstas en el Gran Rex para el mes de enero.
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