Lo mejor del cantautor icónico detrás de “Suzanne” y “Hallelujah”
La poesía, la ficción y las canciones eran formas de expresión más o menos equivalentes para Leonard Cohen -aunque una funcionó increíblemente mejor que las otras. Después de conquistar el poder místico de la melodía, Cohen disfrutó de una carrera larga y fructífera marcada por hiatos espirituales, reinvenciones y un segundo acto sorprendente al final de su carrera, sin precedentes en el entretenimiento americano.
Cohen se destacó como una presencia oscura, sexy, que maduró tarde, en medio de un grupo de élite de cantautores que definirían los sesenta y principios de los setenta. Su voz estruendosa, sus líneas de guitarra con tintes españoles, y sus letras profundamente poéticas transformaban lo sagrado en profano y viceversa. Mientras que sus primeras canciones, como “Suzanne”, “Sisters of Mercy” y “Bird on a Wire” lo volvieron un clásico de dormitorios universitarios, obras maestras posteriores como “Everybody Knows”, “I’m Your Man” y “The Future” lo llevaron a una generación nueva de post-punks.
Y después, a los setenta años, tuvo que hacer todo de nuevo, gracias a un manager ladrón. Pero las giras rejuvenecieron a nuestro héroe, por no mencionar su reputación. Las canciones de Cohen, tanto las viejas como las nuevas, sonaban más profundas, más ricas, y más importantes que nunca, como demuestra este muestreo.
“Suzanne” (1967)
El primer tema del disco debut de Leonard Cohen se volvió un hito que definió su carrera. Comparándolo con un buen vino bordeaux, consideró que esta convergencia inmaculada de lo espiritual y lo sensual era su mejor obra. Junto a uno de los coros de mujeres que lo acompañarían durante su carrera, “Suzanne” relata su relación real con la artista y bailarina Suzanne Verdal en el Río St. Lawrence, cerca de Montreal, el verano de 1965. “No creo que yo estuviera tan triste como dice ahí”, dijo años más tarde Verdal acerca del retrato de ella que hizo Cohen. “Pero quizás lo estaba y él lo percibió y yo no.”
“Sisters of Mercy” (1967)
Cohen compuso este vals dulcemente acechador -reforzado con calliope y campanas- durante una tormenta de nieve en Edmonton, Canadá. Después de permitirles a dos mochileras, Barbara y Lorraine, que usaran su hotel por una noche, Cohen las miró dormir, luego contempló el Río North Saskatchewan, saboreó “la única vez que una canción me fue dada sin que yo tuviera que transpirar cada palabra”, y se la cantó la mañana siguiente. En ella, las chicas se transforman en unas monjas no completamente castas que ayudan a que el cantante se escape “de todo lo que no podés controlar/Empieza con tu familia, pero al poco tiempo se acerca a tu alma”.
“Bird on the Wire” (1969)
Grabado en Nashville, y con una fuerte conexión melódica con “Mom & Dad’s Waltz”, de Lefty Frizzell, el rezo de “Bird on the Wire” recibe la imagen de su título de la reclusión de su cantante, a principios de los sesenta, en Hydra, la isla griega, donde los pájaros se posaban sobre cables de teléfono instalados recientemente sobre un poste. Willie Nelson, Johnny Cash y Aaron Neville la versionaron, y Kris Kristofferson pidió que en su tumba se escribieran las primeras frases. “La canción es muy importante para mí”, dijo Cohen, quien frecuentemente empezaba sus recitales con ella. “Sobre todo esa estrofa en la que digo que ‘Lo juro por esta canción, y por todo lo que hice mal, que te voy a compensar por todo.”
“Famous Blue Raincoat” (1971)
“Famous Blue Raincoat” está entre las canciones más enigmáticas de un compositor que dijo amar la claridad, y transfiere pormenores de la vida del cantautor hacia “otro hombre” en un triángulo romántico cuyos detalles Cohen dijo, años más tarde, haber olvidado. El rival tiene el piloto Burberry del título que Cohen usó durante mucho tiempo, y parece haber estado interesado en la Cienciología, la cual Cohen exploró brevemente para conocer mujeres. Un coro femenino de bajo perfil y unas cuerdas añaden un movimiento armónico subliminal a una canción que, a pesar de toda su oscuridad, termina con una despedida cristalina: “Sinceramente, L. Cohen”.
“Is This What You Wanted” (1974)
New Skin for the Old Ceremony suena como un disco de ruptura, anticipando la separación de Cohen de Suzanne Elrod, madre de sus dos hijos, en 1979. “Is This What You Wanted” es una exposición autocrítica de pesares, con un estribillo cada vez más acusatorio. Cohen se compara, desfavorablemente, con la mujer que lo echa -él es el prestamista, Steve McQueen y Rin Tin Tin y ella es Jesús, Brando y la bestia de Babilonia. La música tiene un tono de musical refrescante, incluso tonificante, cortesía del productor John Lissauer, y el coro femenino jamás sonó más clásicamente griego.
“Chelsea Hotel #2” (1974)
Claramente no es “Bird Song”, el tributo bucólico de Jerry Garcia y Robert Hunter para Janis Joplin. Pero desde que Cohen identificó a la mujer que le da “una mamada en la cama deshecha” como Joplin, se volvió fácil ver a la cantante en esta instantánea. Con sus respectivas limusinas esperándolos abajo, Cohen y su amante simpatizan y se pelean, y Joplin dice la mejor frase: “Me dijiste otra vez que preferías a los hombres buenmozos/Pero que conmigo podías hacer una excepción”. Cohen después lamentó haber revelado su identidad. “Fue muy indiscreto de mi parte dar esa información”, dijo. “Al recordarlo, lo lamento, porque hay algunas frases en esa canción que son extremadamente íntimas.”
“Lover Lover Lover” (1974)
Cohen muchas veces se retrató como un soldado del arte y de la vida, e improvisó la primera versión de esta canción ante unos soldados israelíes en el Sinaí durante la Guerra de Yom Kipur. Más tarde se volvería la primera de un conjunto de canciones que terminó cuando visitaba Etiopía. Después de eliminar la primera frase original, acerca de “hermanos que pelean en el desierto”, Cohen pasó a construir un diálogo estilo Antiguo Testamento, si no directamente freudiano, entre un padre y un hijo: “Dijo: ‘Te encerré en este cuerpo/Quería que fuera una suerte de juicio/Podés usarlo como un arma/O para hacer sonreír a una mujer’”. Este es mi rifle, esta es mi arma…
“Who By Fire” (1974)
La pieza central de New Skin for the Old Ceremony, solemne y acompañada de cuerdas, está basada en una melodía de “Unetanneh Tokef”, una plegaria hebrea que se canta en Yom Kipur, el Día de la Expiación, cuando se abre el Libro de la Vida para revelar quién va a morir y cómo. En este dúo con la cantante folk Janis Ian, Cohen concibe su propia letanía de “los modos en los que se puede dejar este valle de lágrimas”, que incluyen tranquilizantes, una avalancha y “algo desafilado”, y termina cada estrofa con una pregunta agnóstica: “¿Y quién digo que llama?”. También alentó a sus músicos a improvisar maqam árabes al tocar “Who By Fire” en vivo.
“Memories” (1977)
Cohen y el productor malvado Phil Spector pasaron un rato alegre y de mucha borrachera grabando Death of a Ladies’ Man juntos. Cohen habla tanto de su angustia sexual adolescente como de su pasión no correspondida por Nico, la cantante alta y teutona, en esta canción con un exagerado Wall of Sound, inspirada en “You Cheated, You Lied”, el hit de doo-wop de The Shields de 1958, que Cohen cita en la última parte. Años más tarde, en vivo, Cohen presentó “Memories” como una “cancioncita vulgar... en la que coloqué mis recuerdos más irrelevantes y banales”. Su carácter atípicamente exagerado la vuelven, de hecho, bastante gloriosa.
“The Guests” (1979)
Después de la histeria barroca de Death of a Ladies’ Man, Cohen regresó a sus raíces de folk acústico en Recent Songs. Inspirada en Rumi, el poeta sufí del siglo XIV, “The Guest” tiene un toque de Medio Oriente y marca el primer tema de Cohen con una de sus acompañantes vocales preferidas, Jennifer Warnes. A medio camino entre una celebración del rico espectáculo de la vida y una versión de “Masque of the Red Death”, el horripilante poema de Poe, “The Guest” provee un vistazo de la ambivalencia espiritual de Cohen. Ahí afuera hay un mundo frío y solitario, pero a veces, como le dijo al director de cine Harry Rasky: “Si el esfuerzo es profundo, o si la gracia del anfitrión se dirige al huésped que busca, entonces de repente la puerta interior se abre… el alma se encuentra a sí misma ante el banquete”.
“Hallelujah” (1984)
Cinco años después de Recent Songs, un Leonard Cohen de 50 años regresó con Various Positions, que incluía la canción más versionada de su carrera. Pero “Hallelujah” no impresionó a Walter Yetnikoff, el presidente de CBS, quien consideró que el disco era abominable: “¿Qué es esto? Esto no es música pop. No vamos a editarlo. Esto es un desastre”. El propio Cohen consideró que la canción era “bastante alegre”, al igual que Bob Dylan, quien la tocó en vivo en el ‘88, y Jeff Buckley, cuya versión del ‘94 lo lanzó a un breve estrellato. “Fue muy fácil grabarla”, le dijo John Lissauer, el productor, a Alan Light. “Casi que se grabó a sí misma. Los buenos discos son así.”
“First We Take Manhattan” (1988)
Los sintetizadores baratos están en todo su esplendor en I’m Your Man, el primer relanzamiento artístico de Cohen. En su primer tema, llevado por un beat de Eurodisco despojado, en contraste con los siete discos anteriores, más o menos acústicos, de Cohen, el trovador ensangrentado pero rebelde despliega una fantasía acerca de una dominación musical del mundo. Originalmente llamada “In Old Berlin”, la canción también parece profetizar un infortunio. Cohen describió al cantante como “la voz de la amargura ilustrada”, que propone “un manifiesto geopolítico demente y amenazante, en el que realmente ofrezco dominar el mundo con cualquier espíritu afín que quiera sumarse a esta aventura conmigo.”
“I’m Your Man” (1988)
“Transpiré para hacerla. Transpiré mucho”, dijo Cohen acerca del tema abiertamente carnal que daba título a su disco “de regreso”. “En I’m Your Man, mi voz se había asentado, y no me sentía ambiguo acerca de ella. Podía finalmente interpretar las canciones con la autoridad y la intensidad que requerían.” Junto a una base cursi de máquina de ritmos y riffs de trompeta sotto voce, con algo más que una pequeña sugerencia de balada country, Cohen se arroja a los pies de una mujer a la que lastimó. Por supuesto, nunca le implora por perdón. Pero si lo hiciera: “Me arrastraría hasta vos, baby, y caería a tus pies/Y aullaría a tu belleza como un perro en celo...”
“Everybody Knows” (1988)
El tema de comedia apocalíptica de I’m Your Man se continúa en este clásico de Cohen. Su voz es más profunda y mordaz que nunca, y Jennifer Warnes añade un ánimo angelical. Cohen despliega una larga lista de ideas preconcebidas -acerca del sexo, la política, la crisis del SIDA, etc.- que después da vuelta prolijamente. “La canción dice que no tenemos el control de nuestro destino”, explicó Sharon Robinson, co-autora. “Hay otras personas dirigiendo las cosas, y tenemos que seguir con nuestras vidas cotidianas con eso en el fondo.” Los sintetizadores y la línea de bajo estilo música disco contrastan perfectamente con el sonido orgánico de la voz de Cohen y del viejo oud que hace solos a lo largo del tema.
“The Future” (1992)
La caída del muro de Berlín inspiró The Future, especialmente el tema oscuro y encantador que da título al disco: “Dame de vuelta el Muro de Berlín/Dame a Stalin y San Pablo/Vi el futuro, hermano: es asesinato”. Un coro de gospel puntúa esta canción de rock que recuerda a Dylan en su versión más apocalíptica. La descomposición de Los Angeles afectó a Cohen, paralizado por el presente y pesimista sobre lo que se viene. Como le dijo con alegría a un periodista: “¡Estas son cosas de jardín de infantes al lado del impulso homicida que se anida en cada pecho!”.
“Waiting for the Miracle” (1992)
Aquí Cohen suena como el Serge Gainsbourg más melancólico. Un largo silbido recurrente sugiere la banda de sonido de un western desolado. A lo largo de estrofas cada vez más desconsoladas, Cohen cartografía la geografía de la “catástrofe interior” que dijo que daba forma a The Future, y añadió: “Todas las canciones tratan sobre esa posición, pero creo que tratada de manera vigorosa y, si puedo decirlo, alegre”. ¿Lo que dice en el anteúltimo verso es una propuesta de matrimonio para su novia de aquella época, Rebecca De Mornay? Si es así, no funcionó, porque la glamorosa pareja se separó poco tiempo después del lanzamiento de The Future. “El milagro”, diría Cohen años más tarde, “es pasarse al otro lado del milagro, cuando te das cuenta de que estás esperándolo, y de que puede que ocurra y puede que no.”
“Anthem” (1992)
“Para mí, ‘Anthem’ es la cima de su profundo entendimiento de la derrota humana”, dijo Rebecca De Mornay, quien se ganó un crédito como productora por haber sugerido un coro gospel. La pieza central de The Future, un himno magnífico acerca de la descomposición y el renacimiento, se remonta a mucho tiempo atrás. Cohen la empezó una década antes como “Ring the Bells”, pero sus raíces cabalísticas llegan hasta el siglo XVI. En cuanto a su estribillo inolvidable -“Hay una grieta, una grieta en todas partes/Así es como entra la luz”- Cohen dice que la frase es “muy vieja... La estuve reciclando en muchas canciones. Quizás no pueda perfeccionarla.”
“A Thousand Kisses Deep” (2001)
Los koanes de Leonard se volvieron más profundos luego de pasar cinco años en el Mt. Baldy Zen Center entre The Future y Ten New Songs, de 2001. Su nuevo disco, según la co-compositora/productora/cantante Sharon Robinson, era “una suerte de extensión de su época en el Monte Baldy. Seguía muy recluido en esa época.” Robinson grabó la música en un estudio en su garage y se la llevó a Cohen, quien grabó las voces en su propio estudio casero. Esto le imprimió un aire de una vieja canción de folk, y su sensación de desolación y soledad profunda lo vuelven una experiencia excepcionalmente íntima.
“Going Home” (2012)
Rejuvenecido por la gira de dos años que hizo en 2008 a los 73 años, Cohen regresó al estudio para grabar lo que se volvería Old Ideas. Su primer tema es maravillosamente autorreferencial, y allí el ego o el yo trascendental de Cohen, o algo así, describe a “Leonard” como “un vago que vive de traje”. Aunque miles de cigarrillos le jugaron una mala pasada a su voz, el autoexamen de Cohen ofrece un ejemplo notable de cómo perdonarse a sí mismo, camino al último adiós. Cohen no le veía mucho futuro a su canción cuando se la dio a su productor por primera vez: “Pat [Leonard] vio la letra de ‘Going Home’ y dijo: ‘Esto podría ser una muy buena canción’, y yo dije: ‘No lo creo’.”
“You Want It Darker” (2016)
El largo adiós de Cohen concluyó con un décimo cuarto disco, escasamente arreglado, producido por su hijo, Adam. Un coro masculino reemplaza a las mujeres que lo acomapañaban en el pasado, en el tema que da título al disco, entonando un contra-canto cautivante junto al gruñido del barítono de Cohen. Como mucha muy buena música devota, las palabras podrían estar igualmente dirigidas a una deidad, al objeto de deseo o a un fan. Es esperanzada y desesperada, amarga y dulce, piadosa y profana. “Hineni, hineni” -aquí estoy-, declara en hebreo entre las estrofas, “Estoy listo, mi Dios”. ¿Lo querés más oscuro? Como le dijo a The New Yorker cuando salió el disco: “Estoy listo para morir. Espero que no sea demasiado incómodo”.
Richard Gehr
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