El actor que le pone cuerpo al personaje de Guillermo Francella en la película de Marcos Carnevale mide un metro, trabaja con Massacre y es fan de Tyrion de Game of Thrones
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La estatura siempre estuvo ligada al estatus y al respeto. Esta idea cabe perfectamente en un mundo conservador, donde el macho, grandote, peludo y de voz grave, es el que manda. Leonardo Raff tuvo que lidiar con las consecuencias de esos prejuicios desde que nació, al sufrir acondroplasía, una enfermedad que le toca a una de cada 25 mil personas y genera un trastorno en los huesos. En el seno de una familia de Ituzaingó donde todos promediaban los dos metros él tan solo llegaba a uno y por consecuencia ganó el mote de “enano”. Pero se la bancó toda su vida. Y también se bancó las jodas en el colegio, el miedo a encarar chicas que le sacaban tres cabezas y los boludos que le gritaban cosas por la calle. Hoy le pone el cuerpo a León en Corazón de León, la película de Marcos Carnevale que se estrena este jueves en todo el país, una historia que muestra a Francella como un enano (el cuerpo es de Leo, la cara es de Guillermo) y los pormenores que sufre al enamorarse de una mujer alta (interpretada por Julieta Díaz).
Pocas veces se trató en pantalla (y casi nunca en serio) el perfil de una persona que no cumple la estatura promedio. Hasta que apareció la serie Game Of Thrones para exponer su mejor personaje: Tyrion Lannister, un enano de la familia real que pese a comerse todos los boludeos demuestra ser el más inteligente. "El tipo es un ejemplo, se fue comiendo a la industria de Hollywood y hoy es capo", remarca Leo Raff sobre Peter Dinklage, el actor que intepreta a Tyrion.
El planteo de Leo es bastante simple: pese a su estatura sabe que puede hacer lo que le gusta. Además de su flamante debut en la pantalla grande trabaja en la producción de Massacre hace nueve años y también lo hizo con El Otro Yo en la época de Colmena. Como actor realizó papeles en el unitario El Paraíso, junto a Agustina Cherri y Alejandro Awada. Filmó publicidades de varias marcas, formó parte del show de Marcelo Pocavida y hasta interpretó a BJ, uno de los amigos del dinosaurio Barney, en un espectáculo teatral que giró por todo Latinoamérica. También fue stripper, cadete y todo lo que pudo para llegar a fin de mes.
¿Cómo llegaste a Corazón de León? Había tirado mi curriculum por todos lados y un día me llaman de Pol-Ka. Me comentaron más o menos de qué se trataba el asunto de Corazón De León y me preguntaron si quería ir a una prueba. Obviamente fui.
Ni bien llegué a la productora me recibió el director, Marcos Carnevale. Me iban a probar a mí y a otro enano más, conocido del ambiente. Al final me eligieron y en febrero de este año empezamos a grabar. Cuando me llegó el guión y empecé a estudiarlo me saltó la ficha, era una historia que relataba mi vida. Me pareció muy loco que hagan semejante producción, con la cara de Francella, para contar algo así.
¿Cómo se filmó la película? Yo hago todas las escenas donde aparece León, el personaje principal y Francella también. Después electrónicamente agregan la cara de él en mi cuerpo. Es una técnica parecida a la que usaban en El Señor de los Anillos con los hobbits. La experiencia fue increíble.
¿En la vida real te pasó de querer encarar una chica que te sacaba tres cabezas y que salga todo mal? Un montón... Una vez conocí a una mina por chat y pegamos onda al toque. Me pasó el teléfono, hablamos y parecía que nos teníamos de toda la vida. Yo me embalé tanto que me olvidé que era enano y jamás se lo aclaré. No me di cuenta. Cuando nos encontramos ella se puso re incomoda e inventó una excusa para irse. Me rompió el corazón. Cuando iba a boliches, de pendejo, me daba terror hablarle a las chicas y cuando vencí el miedo me pasaba un montón de encararlas y que se me caguen de risa. Siempre lo pude superar.
¿Alguna vez tuviste una relación con una mujer más alta que vos? Mi última novia medía un metro ochenta. Estuvimos un año y convivimos siete meses. Me acuerdo que la gente por la calle nos miraba como si fuéramos dos bichos raros pero con el tiempo estuvo todo bien.
No para todos los que tienen tu estatura es tan fácil desenvolverse…
Obvio pero la sociedad fue cambiando. Ahora es un poco más normal. Yo aprovecho y me cago de la risa, hago un chiste y le entro a las mujeres de otra manera. La clave está en aceptarse: yo nací así, o me la paso llorando por los rincones o le doy para adelante.
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Leo intentó ganar unos centímetros pese a su condición. Cuando tenía cuatro años se sometió a un tratamiento hormonal un tanto complejo que incluía varias inyecciones diarias con agujas de metal y jeringas de vidrio. A los quince volvió a intentarlo con un método aún más doloroso: le fracturaron el femur y por medio de unos tornillos a modo de cricket iban estirando el hueso todos los días para robar unos milímetros en las piernas. "Era un dolor increíble para crecer poco y eso que de todos los chicos que se sometieron yo fui uno de los que mejores resultados tuvo".
¿Te discriminaron mucho por enano a lo largo de tu vida? Siempre está el tarado que te grita por la calle… Una vez estaba entrando a un McDonalds y en la puerta había un micro que iba a una marcha por el Obelisco. De adentro del micro un tipo me grita "enano puto" y se caga de la risa. Yo acostumbrado a que me griten boludeces no le hice caso, entré, compré una hamburguesa y salí. Cuando estaba afuera me grita de nuevo "Enano, la concha tuya". Ahí, no sé por qué, me saqué y le revoleé la hamburguesa al medio de la cara. Subí al micro y lo apuré delante de todos. Me tuvieron que separar y me fui re caliente. A las tres cuadras me di cuenta que acababa de hacer una locura porque me podía matar ese tipo. Hay muchos pelotudos dando vueltas, yo me fumé todas sus cargadas.
¿Qué le dirías a los que tienen tu estatura y les cuesta tener una vida común? Que no hagan el ridículo. Muestren su potencial, no se queden llorando abajo de la cama preguntándose por qué. Les digo que si vinieron al mundo así es por algo, traten de reconocerse y explotar al máximo su potencial. Enseñen a la gente para que se ría con ustedes, no de ustedes. A mí me funcionó.
Por Facundo Enrique Soler
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