El cantante defiende a Chano, recuerda sus viajes con Cerati y se avergüenza de lo que escribe en Facebook
Leo García está en un pico productivo. Pone a punto un disco con Litto Nebbia y otro de pop electrónico. Reunió a Avant Press, su banda de la juventud y sobresalió en el homenaje sinfónico a Gustavo Cerati en el CCK. Trabaja como jurado del reality La estrella del amor (por canal Quiero) y captura talentos del under para el sello Geiser. Planea grabar temas de Gilda con la Orquesta Kashmir y en 2016 celebrará los 15 años de Mar, su álbum más exitoso. Sin embargo, él siente que es "hora de cambiar". A los 45, Leo dice: "No creo haber hecho una revolución con mis discos".
Tu pequeña revolución fue Mar, precisamente, con "Morrissey". ¿Cómo evaluás la siguiente década y media?
A veces siento que quedé estancado en Mar, ese disco que me produjo Cerati y que me dio todo. Tenía al mejor artista posible dedicado a mi carrera, tenía a EMI, tenía un hit enorme. Suelo recordarlo como mi mejor momento, porque si bien después hice buenas canciones, creo que nunca logré hacer ese álbum. Cada álbum mío arrastra un dolor.
¿Cómo es el disco con Nebbia?
Creo que puede llevarme a una nueva etapa, porque es un disco adult. Tiene todo lo que yo solo no podría hacer: armonías increíbles, grandes composiciones. Compuse dos o tres temas con Pablo Schanton y el resto lo hizo Litto especialmente para mí. Suena como para ponerme un traje y cantarlo. Tiene ese aire de lujo argentino. Quiero editarlo en vinilo.
¿Cómo surgió el proyecto?
Me llamó Litto para proponérmelo, y fue una felicidad enorme. Yo todavía estaba tratando de comprender la desaparición física de Cerati, y hasta estaba dispuesto a sobrevivir como una sombra, un recuerdo de lo que fue ese momento junto a Gustavo. Bocanada, Soda Stereo, la producción de Mar, lo vivido, el éxito, los estadios llenos, los hoteles cinco estrellas... Quizá sean cosas de una vida hermosa, pensé, y ahora pasarán otras, no necesariamente tengo que estar persiguiendo la pegada con un disco, porque se vuelve fatigoso. La vida es mucho más que eso, y quedó bien claro. Pero cuando se comunica Litto para proponerme esta producción fue como volver a creer en que soy un gran artista, y que por eso otros grandes artistas me apoyan.
¿Qué son esos raptos confesionales que tenés algunas noches en las redes sociales?
Es un problema; escribí barbaridades estando borracho, pero ahora ya me calmé. Creo que no nos estamos tomando muy en serio lo que es Facebook, Instagram. A veces caigo en la pavada de creer que es un juego entre amigos, y no. Hoy tiene Facebook tu mamá, la señora de al lado, gente que se preocupa por cosas que ponés. Dejo una imagen de mierda y no está bueno. Es mejor andar en pelotas en la calle. Creo que podría darme mejores resultados.
También saliste a defender a Chano después del incidente.
Por supuesto. Yo también sufrí ese bullying. Entiendo que a veces todos somos unos hijos de puta y nos reímos de la desgracia ajena. Pero lo que más me dolió fue el bullying de algunos músicos. Es como cuando yo la pegué con "Morrissey": hubo gente que me retiró el saludo. Los mismos que antes me aplaudían. Es gente que no quiere que te vaya bien. Cuando la cosa se ve bien, molestás. La envidia.
¿Avant Press es una banda real, o se juntaron sólo para un par de shows?
Un poco y un poco, porque estamos grandes. Es un momento en que el orden se hizo parte de la necesidad para que el grupo exista. Todos tienen trabajos, familias. Por primera vez somos un grupo organizado. Por eso invité a Facu Iñigo (Pilotos), para que ponga guitarras y voces y aporte un poco de energía joven.
¿Añorás algo de los 90?
Sí, añoro la novedad que existía en todo momento. Yo tenía un brillo... No era conocido y me trataban como si lo fuera. Tenía pase libre en todas las discotecas sólo porque me veía interesante. Ibamos a casamientos de modelos sin conocerlas. Era la época divertida del menemismo, y a nosotros como jóvenes nos chupaba un huevo todo. Yo era mucho más naif: no consumía drogas, ni alcohol, pero me gustaba la fiesta. Me iba en tren de Moreno y me reunía con Amalita Fortabat y (el RR.PP.) Javier Lúquez. Todo era fiesta. Ibamos a El Angel, El Cielo, El Dorado... Y en una de esas noches discotequeras conocí a Cerati.
¿Tenés algún recuerdo favorito con él?
En Miami, cuando estuvimos con Soda Stereo... Comíamos y jugábamos a que teníamos un programa de televisión y yo le hacía un reportaje. Hay un video de eso, y se nota mi felicidad extrema. Si todo terminaba ahí, no importaba nada. Esa era la sensación.
De todo lo que sabés ahora, ¿qué te gustaría haber sabido cuando empezaste?
Tendría que haber cuidado mis derechos de autor. Tendría que haber ganado plata. Y tomado conciencia de que todo lo que hacía valía dinero, no debería haber sido tan hippie. Hoy estoy con abogados tratando de recuperar derechos que no supe cuidar en la juventud. Edité una canción en Chile que cantó Nicole, "Noche", que se hizo hiperfamosa allá.
"La isla del sol" también, ¿no?
La canción es brasileña, pero la letra y el composé en castellano los hice yo. La grabé por dos mangos, y nunca participé de ese registro. No es que me cagaron: hice un arreglo malo por ser chico. En ese momento me llamaban para ir a Ritmo de la noche, el momento más top de Tinelli, y yo no transé. ¡Y hoy soy fan de Showmatch! Pero tan mal no me fue, porque después vino "Morrissey". Si me hubiera presentado al mundo con "La isla del sol", no hubiera tenido ese efecto, ni la aceptación de Cerati. Hoy tengo una carrera más sólida.
Por Pablo Plotkin
LA NACION
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