Led Zeppelin

En la pelicula Casi famosos, en la que Cameron Crowe recicla sus aventuras como reportero adolescente de Rolling Stone en los 70, el inigualable periodista de rock Lester Bangs (encarnado por Philip Seymour Hoffman) le advierte al pichón de escriba que llegó demasiado tarde al rock & roll. Todavía los 70 no se habían partido al medio y los lobos esteparios de esa cultura emergente sentían que lo mejor ya había pasado, que el mercado avanzaba irremediablemente sobre la esencia artística y que lo que quedaba era ver cómo sus héroes decaían, se adaptaban, vendían sus almas o se prendían fuego.

En el núcleo de ese momento del rock & roll como ente todopoderoso, vibraba una bestia en celo llamada Led Zeppelin. A fines de los 60 y principios de los 70, la banda encarnó como ninguna otra la fantasía megalómana que resumiría para siempre el imaginario del rock más visceral: lascivia, brujería, volumen, psicodelia, voracidad. Zeppelin fue todo eso a la enésima potencia, y el rock & roll encontró sus nuevos límites en la desmesura del grupo: obsesión creativa y descontrol privado podían (¡debían!) convivir en la misma habitación de hotel.

Durante mucho tiempo, la pulsión incontenible de Led en el terreno de los excesos (artísticos, sexuales, narcóticos) despertó una mezcla de fascinación y sorna anacrónica pos Spinal Tap. Con el paso del tiempo, la biografía y la obra de Led Zeppelin adquirieron la consistencia de un mito y, como tal, forman parte del muy serio mundo de las fantasías. El eco inviolable de esa historia de pasión y exuberancia sigue siendo un puñado de álbumes torrenciales. De todos ellos, puede que Led Zeppelin II sea el documento más abrumador; un bramido alucinado desde la cima de una montaña inmemorial.

Notas relacionadas:

• Especial On-Line RS: Entrevista a Led Zeppelin, por Cameron Crowe (1975)