La actriz, bailarina y conductora se pone en la piel de Elle Woods para protagonizar la versión teatral de Legalmente rubia, que se estrenará esta semana en el teatro Liceo; habló con LA NACIÓN sobre este nuevo gran desafío y los prejuicios que tuvo que afrontar durante toda su carrera
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“La primera impresión no es siempre la que vale”, se escucha al final de la película Legalmente rubia en boca del personaje Elle Woods, esa joven que, en la primera impresión, pareciera tener todo. Pero hay un “temita”: es rubia. Y tras cartón, es linda, anda por la vida siempre con su pequeño chihuahua, maneja un auto de alta gama, la moda la puede y el color rosa es lo más de lo más para este especie de chica Barbie de vida perfecta (y rosa). Pero, no. Un desencuentro amoroso hace que la chica pop decida romper con su molde y entrar a estudiar abogacía en la Universidad de Harvard sin cambiar nada de sus usos, ni sus costumbres, ni sus vestidos (rosas, claro). En perspectiva, aquella película de 2001 protagonizada por Reese Witherspoon convirtió al personaje de Elle en un emblema de la lucha contra los estereotipos y del empoderamiento femenino, mucho antes de que esos temas llegaran a la tapa de los diarios y los portales.
“La historia que cuenta el personaje de Elle Woods no solo es muy graciosa y hasta sexy, sino que es realmente una fábula de empoderamiento. Cuando el mundo ve a Elle, solo puede ver a una rubia tonta y nada más. Sin embargo ella no solo no se juzga a sí misma sino que no juzga a nadie. Ella cree que cualquiera puede ser increíble y no deja que nada cambie esa idea. Es realmente una heroína moderna”, reflexionó hace algún tiempo el productor cinematográfico Marc Platt, quien llevó al cine esta historia que tuvo su segunda parte, un reality y una versión teatral.
Cuando Laurita Fernández era adolescente (y ya estudiaba baile y, tal vez, ni se imaginaba como actriz y conductora) fue una de las tantas fanáticas de esta historia. Tanto que hasta se sabía de memoria el diseño de algunos vestidos, ciertos cortes de pelo y algunas escenas icónicas. Desde el barrio de Mataderos fue al centro de la ciudad varias veces para ver esa película que transcurría en la lejana Universidad de Harvard que, cosas de cierta magia, le parecía cercana. La misma devoción le había generado la película Matilda. A muchas vidas de aquello, la que fue la señora Miel en la reciente obra Matilda hasta hace pocas semanas ahora será Elle Woods, la blonda pop que se enfrenta a prejuicios propios y ajenos siempre con una sonrisa.
En el teatro Liceo, Laurita Fernández (nada de Laura) llega en medio de una eterna lluvia y cielo plomizo con varios vestidos rosas colgando de su brazo. Abre la puerta con una sonrisa que parece la misma de Elle y se encierra en el baño para lookearse para las fotos. Son las dos de la tarde, no almorzó, terminó anoche de ensayar casi a las 23 y hoy se levantó a las 8 de la mañana para una nota; pero no hay queja alguna en ella. El viernes estrenará la versión musical de Legalmente rubia en la que comparte cartel junto a Costa, Mario Paski, Federico Salles, Santiago Ramundo y un numeroso ensamble dirigidos por Ariel del Mastro y Marcelo Caballero (el mismo equipo de Matilda). Y ese nervio, con lluvia o no, la pone en modo de un indisimulable entusiasmo.
En el lapso de un mes, la actriz, la bailarina, la conductora pasará de un teatro emblema, como es el Gran Rex en donde hizo temporada con los chicos revoltosos, al teatro privado más antiguo de Latinoamérica, el Liceo, en donde se presentará Legalmente.... “Nunca había actuado acá ni en el Gran Rex -dice con un reconfortante café en la mano en una oficina del Liceo con vista al Congreso-. De chica, viviendo siempre en Mataderos, fui fanática de Chiquititas. Para ver la versión teatral que se presentaba en el Gran Rex era la época en la que tenías que llamar desde un teléfono fijo a Ticketet y esperar a tener suerte a que te atiendan. Yo volvía del colegio y lo primero que hacía era llamar, ya me sabía el número de memoria. Me acuerdo que una vez, luego de muchos, muchos intentos; alguien me atendió y yo me paralicé. La llamé a mi mamá desesperada pidiendo ayuda y cuando volvimos al teléfono ya habían colgado. Bajón. De todas formas, siempre vi Chiquititas y por eso mismo fue muy fuerte poder trabajar en ese escenario. Acá, en el Liceo, lo último que vi fue Piaf, con Elena Roger. Es una sala que, más allá de su hermosura y su historia, tenés que venir hasta Congreso y eso me gusta. No está en plena avenida Corrientes, tenés que elegir llegar y eso tiene su magia”.
-Salvando las distancias que existen entre Piaf y Legalmente rubia, son dos historias de mujeres. Y, fijate, en Piaf Elena Roger cantaba “La vie en rose” y el rosa, en tu personaje, es constitutivo.
-¡Tenés razón! No había hecho ese link.
-Y vos, luego de las fotos, te cambiaste de ropa pero seguís vestida de rosa...
-¿Será que me estoy mimetizando? [Se ríe como si fuera Elle Woods]. La historia de Legalmente rubia remite a la película de 2001, de todos modos la base de esa trama sigue siendo muy actual. Como remite a costumbres muy norteamericanas tratamos de adaptarla para que sea más nuestra. Que los prejuicios pasaron de moda es como la base de la obra a sabiendas que todos hemos sido prejuzgados y que nosotros mismos lo hemos hecho. A la vez, la obra habla de esto tan simple como rebuscado que es ser uno mismo, que no te tenés que amoldar para que el otro te acepte. Todo esto sucede en un espectáculo con mucha música, baile y humor. Es un lindo cuento y tenemos la ilusión de que todos puedan sentirse identificados.
-Recién remarcabas eso de que los prejuicios pasaron de moda. Si lo llevo a tu trayectoria vos te topaste con muchas situaciones en los que se activaron los prejuicios.
-¡Ni hablar!
-Hasta te llevaron a escribir un tuit en el cual dijiste “estoy harta de callarme”.
-No lo recordaba...
-Fue cuando se te ligó sentimentalmente con Marcelo Tinelli, pero venías de otros encontronazos en el Bailando por un sueño.
-A full. Me molestaba que cuando estaba en el Bailando... como cuando ganamos el certamen existió el rumor de que estaba con Tinelli. Luego, el productor Gustavo Yankelevich me llamó para hacer la obra Sugar y se dijo lo mismo. ¡No puede ser que por cada trabajo que he logrado conseguir a base de esfuerzo, de laburo y de estudio se diga que tuve un tongo con alguien! No, pero pasa mucho con las mujeres. Debería haber estado muy harta cuando escribí ese tuit porque yo nunca salto...
-Ya que no lo recordás, pero te leo lo que escribiste hace 4 años: “No puedo creer el nivel de machismo que todavía se maneja. A los hombres no los cuestionan. Nunca. Me cansé de callarme”.
-Casi que lo había olvidado. Los prejuicios siempre están presentes sea por tu forma de actuar, de vestirte o tu aspecto físico. Pensar que te contrataron por haber tenido algo es tan errado. Yo no juzgo a quien lo haya hecho o lo hace, pero no es mi camino, por eso me molestó que haya corrido ese rumor porque le quita valor al trabajo de uno. Es muy loco que me hagas recordar toda esa situación a pocos días de estrenar Legalmente rubia. Vengo promocionando la obra y varias veces me preguntaron si me sentí prejuzgada...
-¿Y qué respondés?
-Me remito a una situación de no hace mucho cuando un director de un medio de comunicación, ante el cambio de la gerencia, me llamó y me confesó que él nunca hubiera puesto a una mujer para conducir un programa. Me pareció fuerte y, luego, hasta me dio pena por esa persona. ¿Qué podía decirle yo a un tipo que piensa de esa manera? Lo peor es que no fue hace tanto tiempo, pero no recordaba el otro episodio que señalaste que es mucho más potente porque fue durante mucho tiempo.
-Cuando hiciste un homenaje a Disney en el Bailando... una colega que oficiaba de jurado salió a criticarte de un modo un tanto prejuicioso. Con Sugar pasó algo similar y como coconductora del Cantando... tanto Moria Casán como Nacha Guevara también te criticaron con argumentos que sonaban a prejuicios.
-Es verdad, pero en esas últimas situaciones yo ya estaba un poco más grande, me paré de otra manera y contesté, algo que antes no había hecho. Me cuesta. No soy irónica, no manejo ese doble filo y eso me llevaba a callarme. Esa vez actué de otro manera y terminamos el ciclo recomponiendo la relación. Es todo un camino el ir venciendo encasillamientos, prejuicios, ¡pero acá estamos!
-En el alegato final de Legalmente rubia, Elle Woods, tu personaje, plantea no dejarse llevar por la primera impresión. Lo dice ella, ya recibida de abogada en la prestigiosa Universidad de Harvad.
-Así lo dice ella y, seguramente, yo también me he dejado llevar por la primera impresión. El personaje tiene algo muy hermoso e interesante de trabajar porque vos las ves rubia, amante de la moda, siempre perfecta y pareciera ser que solo le interesa lo superficial. Si fuera así seguramente a mucha gente le generaría distancia, pero lo que logra el personaje es que la terminás queriendo. Pese a todo ese embalaje, genera empatía.
-Tal vez por eso, con el tiempo, desde la perspectiva de género la película empezó a ser leída como un mojón de Hollywood mucho antes del movimiento Me too, el empoderamiento femenino y la lucha por el aborto legal y gratuito.
-Es así, y ese aspecto lo estamos trabajando mucho en los ensayos. Por ejemplo, hay un momento icónico en la película en la que ella le enseña a la peluquera a agacharse y levantarse de tal manera como para atraer a los hombres. Nos pasaba que hoy, en 2024, era medio rara esa situación, no nos cerraba eso de terminar haciendo una pose para que se te marque más la cola o el pecho. La escena tiene que estar, nos cagamos de risa haciéndola, pero desde adentro la terminamos trabajando de otra manera como señalando un empoderamiento del cuerpo distinto. Pasaron cosas desde el estreno de la película en 2001.
-Tantas cosas pasaron, por suerte, que el personaje de la peluquera lo encara Costa, una artista trans.
-Y que no está haciendo de un personaje trans sino de una mujer. Ella es una artista increíble. Me acuerdo que la noche que fue al casting, yo estaba y ya fue hermoso lo que hizo, Al toque todos la eligieron.
- ¿Participaste de las audiciones? Qué rol incómodo...
-Como siempre estuve del lado de la audición, esa vez era yo la que alentaba. Esta puesta tiene algo particular que es que cada uno de los integrantes tiene un personaje que en algún momento es clave en la historia. Por eso la búsqueda fue muy intensa, dirigida.
-¿Cuándo fue la primera vez que viste Legalmente rubia?
-En 2001 ya tenía 10 años. No recuerdo exacto la primera vez que la vi, pero me pasó lo mismo que con Matilda que fue otra película que vi muchas veces. De Legalmente rubia me acordaba de algunos looks, algunos peinados, algunas escenas.
-Y cuando te propusieron protagonizar la versión musical, ¿qué te pasó?
-Mi tiré de cabeza, ni lo pensé. Conocía la versión teatral y recuerdo que cuando estaba haciendo Sugar, el director musical me dijo que tenía que hacerla. Yo en ese momento no sabía que existía la versión teatral, la vi en YouTube y me encantó. Para la puesta en el Liceo la acortamos un poco. Apenas me lo ofrecieron no dudé. Tiene cuadros repop, la canciones están buenísima, mucho humor y todo cierra.
-Venís de hacer a la señorita Miel en Matilda que era buena, buenísima y de tonos muy agudos. ¿Cómo fue el paso hacia Elle, la chica rosa de Legalmente?
-Esta es más aguda todavía, es más popeado, acá tengo que bailar todo el tiempo. Y en lo vocal, te darás cuenta por mi tono de voz, me queda muy cómodo.
-En contraposición a Matilda, te llegó este personaje exigido coreográficamente cuando, hace poco, te dijeron que tenés artritis.
-¡Uy, qué bueno que lo preguntas! Empecé a trabajar con la genia de Georgina Tirotta, quien se encarga de la coreografía y me vino un dolor en la espalda. Me hago una resonancia y el médico me detectó una pequeña artrosis producto del desgaste, algo muy común en los bailarines. Eso lo comenté en un programa que luego se replicó en portales y medios como que Laurita Fernández tiene artrosis prematura y me empezó a llamar un montón de gente. Pero bueno, nada, vitaminas, relajante y listo. Pero se llegó a hablar de que debía hacer un giro radical en mi carrera. Por eso está bueno aclararlo.
-Como que lo próximo sería que hagas Yerma, puro teatro dramático.
- ¡Claro! Anoche todavía le dije a mi papá que dejara de leer Facebook y que me pregunte a mí por el estado de mi artrosis [suelta una risotada].
-Y en medio de todo esto entraste en un plan de vida de pareja aparentemente muy relajado.
-¿Vos viste? Se fue dando, casi sin querer. Al principio, mi vínculo con Claudio Brusca (conocido en el ambiente como El Peluca) no lo compartía porque era tan nuestro y luego, genuinamente, se dio. Estamos súper. Lo conocí sin buscarlo y todo fluyó. Yo no muestro cosas en la redes por pose.
-Brusca era el productor ejecutivo de Bienvenidos a bordo, era el que te daba indicaciones todo el tiempo por la cucaracha.
- Claro, estuvimos un año trabajando juntos. Luego, nos preguntamos cómo sería lo nuestro sin trabajar juntos y, ahora, nos damos cuenta que también está buenísimo.
-Vuelvo a Legalmente rubia. Comentabas que la premisa que tomaron fue la afirmación de que los prejuicios pasaron de moda. Ahora bien, determinados logros vinculados con el feminismo, la diversidad sexual como la interrupción voluntaria del embarazo, que parecían terrenos ganados, están siendo cuestionados por el gobierno actual. ¿Qué imaginás que pueda pasar con la obra en este contexto?
-Yo creo que está buenísimo que la obra se estrene ahora. Eso de que los prejuicios pasaron de moda nació en medio de una reunión que tuvimos todos pensando el modo de comunicarla. La obra tiene mucho color rosa alrededor, pensamos en algún momento proponerle al público que venga al Liceo con algo de ese color. Pero decidimos que está bueno que la gente venga como sienta venir sin ningún protocolo. Crear un espacio de libertad porque la obra propone eso todo el tiempo. Y que todo eso se presente en el contexto actual me parece muy interesante.
Cuando en 2001 se estrenó la película Legalmente rubia, con Reese Witherspoon como protagonista, esa modesta producción logró recaudar más de 775 millones de dólares convirtiéndose en un verdadero fenómeno pop. “¿Cómo hacer que Elle fuera agradable y querida por la audiencia si era millonaria y manejaba un Porsche? ¿Cómo vestirla sin sexualizarla? Y coincidimos en que debíamos apuntar a marcar su increíble inocencia y buen corazón”, recordó Robert Luketic, el director australiano de la película, cuando tuvo su primer encuentro con Reese Witherspoon.
A años de aquellas preguntas, el viernes llegará al Liceo la versión de este éxito teatral de Broadway, Londres y de diferente capitales del mundo que se tiñeron de rosa para albergar la historia de esta rubia que, de tonta, no tiene nada.
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