Lo nuevo de la cantautora inglesa, su tercer disco: A Creature I Don´t Know
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Abrimos una ventana y cerramos los ojos. Afuera, un paisaje imaginario nos obliga a no ver para terminar de disfrutar de su belleza imperfecta: envuelta en la niebla más espesa, hasta la colina más verde se torna gris. Debajo de la nube fría, sin embargo, la campiña se intuye agradable: dibuja la postal esperanzadora que funciona como preámbulo del fin del mundo; podemos olerla. Pacífica y nostálgica, la que tenemos frente es la verdadera imagen del folk.
Una guitarra, un banjo, un chelo, una mandolina. Un piano y un contrabajo. La pequeña orquesta de Laura Marling musicaliza la fotografía ilusoria: una de las voces femeninas más destacadas de la actualidad (aunque las comparaciones con todas sus predecesoras es inevitable y necesaria), la pequeña Laura es también una de las compositoras más profundas del nuevo folk inglés. Cuando llegó al país, en mayo de este año, lo demostró ante un Samsung Studio atento (y un GEBA disperso); sencilla y algo tímida, la niña pródiga evocó ese paisaje y movilizó entrañas con sus historias complejas de vida, de muerte, de amor y de odio. Interpretó con intensidad las piezas de sus dos primeras obras: Alas I Cannot Swim (que editó cuando tenía 18) y el aclamado I Speak Because I Can.
Esta semana sale el tercer trabajo, A Creature I Don´t Know: una reconfortante decena de tracks que continúan justificando esa tendencia mundial a adorarla, la consolidan como letrista y ajustan a su banda en la búsqueda de un sonido propio. "The Muse", quizás el tema menos melancólico y más jazzero, abre un listado en el que no hay lugar para la algarabía estricta. El regodeo en la oscuridad intelectualizada, un sentimiento denso y pesado que se trasluce en cada una de las variadas texturas de su voz y los pasajes heroicos de la orquesta, es la motivación principal de este disco. Por eso "Salinas" (la había presentado acá junto con "Don´t Ask Me Why" y "Night After Night") y "The Beast" son los dos mejores representantes: dos hermosas agonías deliciosamente épicas. A Creature I Don´t Know funciona como la invitación necesaria para volver a abrir esa ventana o no, la excusa perfecta para cerrarla y mirar para adentro, una vez más.
Dejo "The Muse"
Y “Salinas”
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