Kurt Donald Cobain nació el 20 de febrero de 1967, en un pequeño pueblo en las afueras de la remota ciudad de Aberdeen, Washington. Era el primer hijo de Donald, un mecánico, y Wendy, una ama de casa que luego trabajó de secretaria. Tres años después, la llegada de una hermana, Kim, completó la familia. ¶ Los primeros recuerdos de Kurt son extremadamente felices. Era un niño inquisitivo y enérgico, el centro de atención: cantaba, dibujaba, actuaba en reuniones familiares. Luego, antes de su octavo cumpleaños, su mundo cambió drásticamente. La madre solicitó el divorcio, una acción por la que su padre protestó inútilmente y con amargura. Taciturno e introvertido, Kurt vivió un año con su madre antes de mudarse con su padre. ¶ "Después del divorcio, cambió por completo", le dijo su madre a Rolling Stone en 1992. "Creo que le daba vergüenza. Y se volvió introvertido. Se guardaba todo. Era muy tímido. Eso lo devastó."
Para agravar el problema de su vida familiar estaba el hecho de que su hogar fuera una casa rodante en las afueras de Aberdeen, una aburrida comunidad de leñadores no precisamente conocida por su actitud compasiva hacia chicos delicados y con curiosidades artísticas. Como muchas veces estaba enfermo, a Cobain le daban Ritalin para contrarrestar su hiperactividad. Más tarde, le diagnosticaron bronquitis crónica y escoliosis leve. De todos modos, a su débil contextura le hacía sombra su naturaleza obstinada. En una elegía en el funeral de Cobain, su tío Larry Smith recordó la historia de cómo un leñador de más de 100 kilos golpeó a Cobain. Cobain nunca le devolvió los golpes, dijo Smith, y en su lugar sonreía y le hacía "fuck you" a su atacante cada vez que caía al piso. Finalmente, el leñador se cansó y se fue.
En 1979, la familia de Cobain debió enfrentar el suicidio de un tío abuelo de Cobain. Cinco años después, se suicidó otro tío. Está claro que la vida en la familia no era fácil. Cuando Donald Cobain se volvió a casar, esta vez con una mujer con un hijo y una hija, la relación ya de por sí difícil de Kurt con su padre empezó a desintegrarse por completo. Kurt fue echado de la casa y se fue a vivir con un tío y una tía, antes de volver a la casa de su padre. Otra falla en la comunicación hizo que Kurt armara las valijas de nuevo. Y de nuevo. En total, entre 1975 y 1984, Kurt vivió esporádicamente con sus abuelos paternos y tres pares de tíos y tías. Al final, convenció a su madre de que liberara un espacio para él en su casa. Duró un año.
Wendy Cobain también se había vuelto a casar, y el agregado de un hijo errático a un ambiente ya de por sí endeble resultó ser demasiada presión. En una ocasión, después de descubrir que el marido la había engañado, Wendy le apuntó a la cabeza y amenazó con matarlo. Los dos hijos vieron cómo ella intentaba sin éxito cargar el arma. Frustrada, desapareció en la noche y tiró todas las armas de fuego que había en la casa al río Wishkah. Al día siguiente, después de pagarle a dos chicos para que las recuperaran, Kurt vendió las armas para tener algo de efectivo. Usó la plata para comprarse el primer amplificador.
Mientras tanto, el punk-rock estaba en ebullición, y esa música sonaba exactamente como Cobain se sentía: desesperado, enojado, crudo. Abandonó la secundaria, lo echaron de la casa de la madre, y pasaba del sofá de un amigo al asiento trasero del auto de otro amigo. En un momento, Cobain llegó a vivir debajo de un puente. Hablaba con su amigo Krist Novoselic acerca de crear una banda, y un par de años y cambios de nombre después (Fecal Matter, Skid Row), nacía Nirvana.
La liberación espiritual y literal de Cobain llegó finalmente en el otoño de 1987. Olympia y Aberdeen están a sólo 80 kilómetros de distancia, pero para Kurt Cobain estaban tan polarizadas como el cielo y el infierno. Sede de la Evergreen State College, una meca artística ultraliberal en el noroeste de Estados Unidos, Olympia resultó ser la base psíquica de Cobain durante toda su vida. Tras mudarse ahí para vivir con su novia, Tracy Marander, Cobain también descubrió -por primera vez en su vida-. una comunidad que recibía y apreciaba su talento. Cayó bajo el hechizo de Calvin Johnson, líder del grupo Beat Happening y de K Records, el sello inocente, independiente y lo-fi cuyo logo al poco tiempo sería tatuado en el brazo de Cobain.
Sus días en Olympia, en retrospectiva, fueron el equivalente a una universidad para Cobain. A los amigos que acataban el consejo de Johnson los llamaba "calvinistas", trabajaba en collages y pinturas, y empezó a componer y ensayar con Nirvana.
Para 1988, Nirvana había grabado una serie de demos y lanzado su primer single, "Love Buzz/Big Cheese", en Sub Pop Records, el sello que se jactaba de capturar el sonido de Seattle. Para 1989, el disco debut de la banda, Bleach (grabado por 606,17 dólares), demostró que estaba ocurriendo algo diferente. Era aterrador y abrasivo, pero poseía una cualidad que era extrañamente familiar, casi acogedora. La banda salió de gira, reemplazó al baterista Chad Channing por Dave Grohl y volvió a grabar. Y ahí fue cuando ocurrió.
***
Nevermind fue editado en septiembre de 1991 sin mucho alboroto ni expectativas. En el transcurso de meses, se convirtió en el primer disco de punk-rock de la historia en alcanzar el puesto Número Uno, eventualmente vendiendo 10 millones de copias en todo el mundo. Plagada de los conflictos de su compositor, la música presentaba a Kurt Cobain frente al mundo. Había violencia y reserva. El disco aullaba.
Pero fuera del escenario, Cobain era famosamente malhumorado e introspectivo, y las acciones que se desarrollaban a su alrededor muchas veces hablaban más fuerte que él. Nirvana le estaba cambiando la cara a la música de los 90, y no importaba cuánto él intentara acurrucarse en un costado fuera del centro de atención, siempre estaba en el ojo de la tormenta. Adquirió un hábito con las drogas que lo acosaría hasta sus últimos días. Su romance con Courtney Love, líder de los colegas punks Hole, dejó una pila de relatos que desparramaban detritus y que cimentaron su papel como unos Sid y Nancy de la era moderna. Meses después de su casamiento en septiembre de 1992 en Hawái, y un par de semanas después del nacimiento de su hija, Frances Bean, el 18 de agosto de 1992, Cobain se acostó sobre el césped junto a su camarín en los MTV Video Music Awards y jugó con su bebé. Cuando le recordaron sus días de amor punk con Courtney, sonrío. "Lamento todo eso", dijo. "Fue una especie de ritual de apareamiento tonto y animal. Ahora soy padre. Todo cambió."
En realidad, cambió muy poco. Unos informes que indicaban que Love había consumido heroína durante el embarazo llevaron a una larga batalla con el Los Angeles County Department of Children’s Services por la custodia de Frances Bean. Un problema doméstico, en el que la policía confiscó algunas armas, llegó a las noticias. Luego de lanzar Incesticide, un compilado de singles y lados B, el grupo grabó In Utero, un sucesor de Nevermind inspirado pero menos comercial. El disco de 1993 fue objeto de controversia con Geffen, el nuevo sello de Nirvana, sobre la producción. Los amigos estaban preocupados por la batalla de Cobain para dejar la heroína.
Pero ahí estaba la música. In Utero debutó en el puesto Número Uno. El grupo encabezó un festival a beneficio de las víctimas de violación en Bosnia, se embarcó en una gira y dio una performance brillante en su MTV Unplugged que, tristemente, funcionaría como epitafio. Estaban también las amistades y el matrimonio de Cobain que, más allá del caos que lo definía, parecían proveerle la mayor felicidad y, por más extraño que parezca, toda la paz que jamás hubiera conocido. Y luego, por supuesto, estaba Frances Bean, la hermosa hija que comparte el nombre con la actriz Frances Farmer, otra hija de Seattle conflictuada por la fama y por el choque entre su propia visión artística y sus demonios. Durante todos sus cuestionamientos, dicen sus amigos, Cobain se dio cuenta de que su mayor don había sido su hija.
El hecho de que el mundo esté llorando es un testimonio del poder de la confusión y la catarsis compartida de Cobain. No importa que la gente quiera verlo de otro modo, Kurt Cobain no era la reencarnación ni la manifestación de ídolos de otra generación. Era simplemente Kurt Cobain, un miembro singular y paradójico de una generación repleta de individuos singulares y paradójicos. Era notablemente débil, pero poseía un aullido tan desgarrador que era capaz de romper con el silencio de la radio ante el rock & roll en la época de Nevermind; era un generoso fan de la música que les devolvió a sus ídolos todo lo que ellos le habían dado; fue un hijo de padres divorciados, fue un esposo y un padre; fue un adicto a la heroína; fue un defensor apasionado de los derechos de las mujeres y los homosexuales; y al final, es un número más en la estadística de los suicidios de Estados Unidos, en una época en la que la tasa de suicidios para su grupo etario se duplicó en los últimos diez años.
Kurt Cobain se murió a los 27. Deja una mujer que lo amó, una hija que jamás lo conocerá y millones de extraños cuyas vidas fueron enriquecidas por el hecho de que él haya vivido.
Por Chris Mundy
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