Las películas del Oeste jamás se dan por vencidas
Tal vez el destino inexorable de ser fiel a una escena hace que el western nunca se dé por vencido. Aun desde la aceptación definitiva del espacio marginal que ocupa desde hace décadas, el cine del Oeste mantiene encendida la llama de la épica que lo define y se resiste a ser dado por muerto. La búsqueda sigue por más que algunos recientes fracasos de taquilla (estrepitosos como los de El llanero solitario y Cowboys vs. Aliens) atenuaron las expectativas y los proyectos más grandes.
Hoy, el viejo cine del Oeste revive desde varios ángulos, algunos ines-perados como The Ridiculous 6, parodia que Adam Sandler produjo y protagonizó para Netflix, con estreno a fin de año. Para la misma fecha la mayor atención está puesta en The Hateful Eight, nueva incursión de Quentin Tarantino en el género: como su precedente Django sin cadenas, esta novedad pisa fuerte por anticipado en los pálpitos tempranos del Oscar.
Hay más: el encuentro de Donald y Kiefer Sutherland en Forsaken (estrenada en el último Festival de Toronto), el crepuscular Slow West (producción neozelandesa con el muy de moda Michael Fassbender), la violentísima Bone Tomahawk (protagonizada por Kurt Russell, que también aparece con sus bigotazos como figura central de The Hateful Eight) y hasta el anunciado regreso de Django, el héroe original del spaghetti western, otra vez con el rostro de Franco Nero y todavía en busca de su director. Mientras tanto, y para calmar la espera, no estaría mal que algún canal de TV programe dos títulos ignorados por los cines y protagonistas de grandes festivales el año pasado: The Homesman (de Tommy Lee Jones) y el extraño western europeo The Salvation.
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