Snoopy y Charlie Brown regresan al cine sin perder su mundo melancólico
Los personajes de Charles M. Schulz regresan hoy a la pantalla con una película en 3D que recupera las aventuras del niño que nunca se rinde, no importa lo mal que le salgan las cosas y su fiel perro beagle
PARÍS.- Su nombre era Charles M. Schulz, pero esta mañana todo el mundo prefiere llamarlo Sparky. Así conocieron sus íntimos al dibujante que, durante 50 años, concibió e ilustró una genial historieta sobre las aventuras y pequeñas miserias de un grupo de niños de un minúsculo pueblo estadounidense de localización imprecisa. Y así se refiere a él todo el mundo en esta pequeña sala parisiense pegada a Champs Elysées, improbable escenario a 7 mil kilómetros de su Minnesota natal, y escogido para revelar las primeras imágenes de una película destinada a desempolvar su legado. Rodada en 3D, Peanuts llega hoy a las salas argentinas.
Sus herederos dudaron durante años sobre la conveniencia de despertar el fantasma del patriarca de la familia. Pero los astros se alinearon en 2015 para posibilitar el regreso de Schulz. La primera tira de Peanuts, la genial saga protagonizada por Charlie Brown y Snoopy, apareció en octubre de 1950. En 2015 también se cumplió el 15º aniversario de la muerte del dibujante, en 2000, a causa de un cáncer de colon. Además, sus descendientes se dieron cuenta de que las jóvenes generaciones lo conocían entre poco y nada. "Queríamos que los chicos que pasan el día en YouTube lo descubrieran. Al no ser plenos propietarios de los derechos, caímos en la cuenta de que si no lo hacíamos nosotros se nos adelantaría alguien", responde desde California Craig Schulz, cuarto de los cinco hijos del dibujante, que también ha producido y coescrito la película con su hijo Bryan.
Además, la familia Schulz firmó un acuerdo en exclusiva con la productora francesa Normaal Studios para producir 500 cortos de animación que se empezaron a emitir en agosto por Discovery Kids. Por primera vez en 35 años, los Peanuts vuelven a estar animados.
Si la familia dudó fue por miedo a dilapidar la herencia de Schulz con un proyecto que no respetara el peculiar código de esta historieta protagonizada por niños que juegan a ir al psicólogo y aborrecen el campamento de verano.
Estaba en juego la confianza de una auténtica legión de fans. En la cúspide de su éxito, 355 millones de lectores siguieron a diario las aventuras de estos personajes en 2800 periódicos de 75 países distintos (aquí, en La Prensa, con el título de "Rabanitos"). "Si nos involucramos personalmente en el proyecto fue para tener un control total. Queríamos hacer algo que mi padre hubiera aprobado. No queríamos unos Peanuts demasiado contemporáneos. No queríamos una versión hip hop", apunta Craig Schulz. Subido al escenario de ese cine parisino, el director Steve Martino, responsable de films como Horton y el mundo de los quién y La era de hielo 4, admite que sintió presión. "Cuando me confiaron el proyecto me sentí extraordinariamente feliz, siendo un gran fan de Schulz desde siempre. Pero no tardé en ponerme nervioso. Cada vez que me cruzaba a alguien, me decía las mismas tres palabras: «No lo arruines»", afirma.
Las nuevas secuencias se inscriben en el universo analógico que ideó Schulz. Los teléfonos tienen disco de marcar y hay máquinas de escribir. Y, como en los especiales televisivos, los personajes están doblados por niños de su misma edad y no por adultos con voz de pito. Pero esas primeras secuencias, que muestran a un Charlie empeñado en dejar de ser "un perdedor", ofrecen una versión más edulcorada que agridulce del mundo de Schulz. En un momento, Snoopy baila al ritmo de los Gypsy Kings, mientras el espectador espera un gag que nunca llega. En otra, el perro es expulsado de la escuela tras haberse colado en ella, mientras los alumnos se lamentan: "¡Pobre Snoopy!".
Charlie nunca ríe
Las viñetas destilaban un espíritu más lúgubre. En una tira de los 50, Charlie persigue a una de sus amigas para rogarle: "¡Quereme! ¡Te dije que me quieras!". En otra, el protagonista observa las estrellas junto a otra de sus amigas. "Entremos y encendamos la tele -le pide-. Me estoy empezando a sentir insignificante." En una última, Lucy se muestra descontenta con los regalos recibidos por su cumpleaños: un par de zapatos, un suéter verde y un puñado de estúpidos juguetes. "¡Yo esperaba bienes inmobiliarios!", protesta. Jonathan Franzen aporta otro ejemplo en el ensayo Zona templada, que dedicó al universo de Schulz: "En una arquetípica tira de Peanuts, Violet y Patty insultan a Charlie Brown con una malévola cantinela: «¡Andate a tu casa! ¡No te queremos ver por aquí!». Cuando él se aleja, mirando al suelo, Violet comenta: "Hay algo raro en Charlie Brown. Casi nunca se ríe".
Las sexagenarias historietas de Schulz se leían con una sonrisa triste. Ofrecían un sutil contrapunto al obligatorio dogma del optimismo de la posguerra estadounidense. No es casualidad que personajes como Ray Bradbury, Wes Anderson, Chris Ware o John Waters se declaren fans incondicionales. "La película ofrece una versión más alegre de ese mismo universo", rebate Craig Schulz. "Está pensada para reintroducir las viñetas entre los espectadores jóvenes. Con un poco de suerte, al salir de la película se pondrán a leer los álbumes y descubrirán la totalidad del mundo que diseñó mi padre. La película ocupa sólo una pequeña parte de él", añade Schulz, que hoy preside la empresa familiar que gestiona un auténtico imperio de productos derivados. Al día de hoy, existen 900 licencias de merchandising en el mundo y unos 24.000 productos inspirados en sus personajes. La película no deja de ser una forma de darles oxígeno.
"La suposición estadounidense era que los niños eran felices y la infancia, un tiempo dorado. Eran los adultos los que tenían problemas de verdad. Schulz invirtió el orden natural, demostrando que el dolor de un niño es todavía más intenso", escribió su biógrafo David Michaelis en un volumen publicado en 2007, que describía a este hijo de inmigrantes católicos alemanes como un personaje frío y deprimido. La familia, que había colaborado con Michaelis, protestó ante el resultado. "No fue un hombre oscuro, pero sí introvertido. Durante 50 años, lo que más disfrutó fue encerrarse en su estudio y dibujar una viñeta al día -afirma su hijo. Tenía un gran conocimiento de la naturaleza humana. Por eso sus personajes son tan complejos. Tienen las mismas fuerzas y debilidades que todos nosotros. Por eso son atemporales y siguen teniendo, 65 años después, la misma fuerza."
Una vida dedicada a sus personajes
Charles Monroe Schulz nació en Minneapolis en 1922. Después de la muerte de su madre se enlistó en el ejército y luchó en Europa en la Segunda Guerra Mundial. En 1945, cuando regresó, comenzó a trabajar como profesor de arte. Familiares, amigos y ex novias le sirvieron de inspiración para sus personajes. Li'l Folks fue su primera tira regular: se publicó entre 1947 y 1949. En ellas ya había un perro de aspecto bastante parecido a Snoopy. El perrito y Charlie Brown eran los dos personajes principales de su tira Peanuts, que se publicó por primera vez en 1950. Snoopy en un principio andaba a cuatro patas y no hablaba. Poco a poco fue adquiriendo características humanas. A Charlie, como a su creador, le fascina el béisbol. También publicó una tira sobre deportes, llamada It's Only a Game, aunque sólo entre 1957 y 1959. En 1999 anunció su retiro. Murió un año más tarde, después de medio siglo de labor diaria ininterrumpida. Su trabajo fue publicado en 75 países y traducido a 21 idiomas.
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