Las mujeres de "Todo sobre mi madre"
Por Pedro Almodóvar
- Cecilia Roth: "Es Manuela. Trabaja como coordinadora en la Organización Nacional de Trasplantes. Sólo vive para su hijo. Podrían ser hermanos, los separan únicamente 18 años. De origen argentino, buena cocinera, posee ese tipo de solidez que proporciona el haberse hecho a sí misma desde muy pronto. Hasta que una noche de lluvia, un coche atropella a su hijo adolescente delante de sus narices. Ante un hecho semejante no hay solidez que se mantenga sólida. Huye de Madrid y se va a Barcelona, vagamente en busca del padre del chico. Ese mismo trayecto lo hizo 18 años antes; también venía huyendo, pero entonces huía, paradójicamente, del padre. Cecilia es una enciclopedia de aflicción. Físicamente más bella y más delicada que en los años 80. El tiempo la ha convertido en una virtuosa".
- Candela Peña: "Nina es tan esquiva que sólo se lleva bien con Agrado. La película no refleja su mejor momento. Es difícil estar a la sombra de la estrella, especialmente si estás empezando. En el escenario de «El tranvía...», Nina es Stella. Un ama de casa enamorada de su marido, el bruto e insensible Kowalski, lo cual la hace estar muy pegada a lo real. Al contrario que su hermana Blanche. Fuera del escenario, Nina es una chica que tontea cada vez con más frecuencia con El Gran Analgésico, el antídoto por excelencia de cualquier desazón (para convertirse luego en la Desazón Misma): la heroína. Esta circunstancia la hace ser antipática, mezquina, estar todo el tiempo rebotada, como con prisa. Su relación con Huma está condenada, pero Huma nunca la olvidará. Con este personaje, Candela Peña demuestra un registro inédito en ella. Y me consta que Candelita se ha dejado los ovarios para hacerlo. Gracias, tronquita".
- Penélope Cruz: "Es la Hermana Rosa, un personaje justo en las antípodas del que la está convirtiendo esta temporada en una inagotable mina de premios. Penélope reúne en ella sola las cualidades que más me interesan de las tres actrices que han reinado sucesivamente en mi filmografía. Esta Hermana Rosa es un hueso duro de roer y a Penélope le ha costado horas de preparación. E insistencia artesanal. Pero no se nota. Nina, extraviada desde pequeña, errática y rara, lo único que tiene claro es que ayudar a la gente es bueno. Lo demás es un absoluto caos. Va tan a la deriva como Manuela. La pareja que forma con Cecilia me emociona enormemente. Penélope va a hacer un carrerón, ya lo está haciendo. No importa lo que venga después, estoy seguro de que su personaje en «Todo sobre mi madre» será una de sus cimas".
- Antonia San Juan: "Amiga de juventud de Manuela, de cuando Manuela estaba casada. Agrado es una bruta adorable. Tono bronco, pero relajante, le llaman la Agrado porque en toda su vida sólo pretendió hacer la vida agradable a los demás. Espontánea hasta el desconcierto, su rudeza es una forma de ternura, todos acababan adorándola, aunque les saque de quicio con frecuencia. La vida ha sido muy dura con ella, pero Agrado trata de no prestarle demasiada atención a las cosas malas. Es un ángel o una niña con tetas y rabo. Acaba siendo para Huma una mezcla del mayordomo de «Arthur, el soltero de oro» (John Gielgud) y la Thelma Ritter más respondona de «Eva al desnudo». Con Agrado, la película cambia de género. «Todo...» se convierte en una comedia tierna y dura, desternillante y patética, en caso de que todo eso sea posible. Antonia es la Gran Revelación; bueno, todo el mundo lo sabe antes de verla".
- Rosa María Sardá: "En una película sobre la maternidad, es la única madre real, quiero decir que tiene una hija y está viva (la Hermana Rosa); sin embargo, es una especie de madre estéril: su cuerpo ha fecundado, pero la naturaleza no le ha regalado los sentimientos propios de una madre. Su pasión está hipotecada por su marido, un hombre mayor que ella y enfermo (demencia senil) a cuyo cuidado se entrega sin límites. A su hija no la entiende. No es que sea fácil. La niña le ha salido cardo y con inquietud social. En un momento crucial, la madre pregunta qué espera de ella. La hija le responde que nada. Debe de ser muy duro para una madre oír semejante consejo de labios de su hija enferma".
- Marisa Paredes: "Es Huma Rojo, diva del teatro. Su nombre basta para llenarlo en una época en que las divas son cantantes babosas o deportistas tan expresivas como un bloque cemento. Huma no ejerce de diva. En «Un tranvía llamado deseo» interpreta a Blanche Dubois. Una Blanche menos loca y más crispada, pero condenada sin remisión. En el escenario, Huma reina. Aunque lama el suelo, hay una majestad inherente en ella (cualidad exclusiva de Paredes). Huma fumó desde niña, como Bette Davis. Por eso se autobautizó Huma: humo es lo único que ha habido en su vida. También tiene éxito, pero, como ella dice, «el éxito no tiene sabor ni olor, y cuando te acostumbras, es como si no existiera». Ama a Nina. La ama tanto y tan dolorosamente como Nina ama la heroína. No hay nada más espectacular que ver a una diosa caída sufrir y tratar de salvar inútilmente lo insalvable. Marisa borda el fracaso cotidiano de esta diosa".
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