1. Better Call Saul
Así como en Breaking Bad los momentos más icónicos tendían a incluir bombas y tiroteos, en la quinta temporada de su precuela también explotaron muchas cosas. Pero las partes que permanecen en la memoria (y las que dejan en claro que Better Call Saul está a la altura del programa que lo engendró) fueron las más tranquilas, allí donde las armas eran palabras o a veces dedos usados para señalar. En uno de esos momentos, nuestro abogado querido Jimmy McGill deja que su tramposo Saul Goodman se divida metafóricamente, y grita que ahora es tan poderoso que "me salen rayos de las puntas de los dedos". En otro, la tenaz Kim Wexler (Rhea Seehorn, la mejor actriz dramática de la televisión) revela hasta qué punto está corrompida por su relación con Jimmy: tras delinear un plan para arruinar la carrera de su antiguo jefe y quedarse con el dinero, hace un gesto como si apuntara con un arma, ante el shock de su novio. Ningún programa de la televisión exuda tantos detalles, lo cual a su vez hace que las escenas de los discursos de Jimmy o Kim sean tan grandes como cualquier cosa que haya hecho Heisenberg. Saul se transformó en un verdadero clásico en potencia. Alan Sepinwall
2. Lovecraft Country
Todas las demás series de esta lista fueron mucho más consistentes que este mashup de géneros e historia acerca de una familia negra en los años 50 que lucha contra horrores tanto sobrenaturales como dolorosamente verdaderos. Pero los picos de intensidad son más valiosos que nunca en esta época de la televisión. A Lovecraft le podía costar conectar historias o tropos del terror y la ciencia ficción, y la trama principal no es tan interesante como sus desvíos. Pero en los mejores momentos de un viaje en auto a lo largo de Estados Unidos en la época de Jim Crow con el audio de un discurso de James Baldwin, con Leti (Jurnee Smollett) rompiendo una fila de autos de sus vecinos racistas o Hippolyta (Aunjanue Ellis) liderando una tribu de guerreras africanas en una batalla contra un ejército de la Confederación, Lovecraft apuntó más alto y pegó más fuerte que casi cualquier otra cosa que se haya visto en la televisión. A.S.
3. I May Destroy You
Muchas veces, el programa del verano en el hemisferio norte suele ser algo liviano y banal, como para consumir después de un día largo y caluroso. Este año fue una obra magistral oscura y difícil en 12 episodios sobre el abuso sexual. La guionista, protagonista y codirectora Michaela Coel transformó el relato de cómo la joven escritora Arabella lidia con las secuelas de una violación en una meditación fascinante y audaz sobre el consentimiento, el trauma e incluso el bloqueo creativo. A diferencia de muchos dramas modernos, que pueden sentirse inflados e intrascendentes, Coel pone una cantidad de información e ideas extraordinaria en cada episodio, y explora las dificultades de Arabella no solo a través del lente de su recuperación, sino también de los problemas paralelos de sus amistades. Y Coel demostró ser tan impresionante en la pantalla como detrás de cámara. A.S.
4. Normal People
Un romance intensamente íntimo entre una chica y un chico que se criaron en el mismo pueblo irlandés, terminaron en la misma universidad y siguieron apareciendo en la vida del otro una y otra vez por razones que ninguno de ellos entiende del todo. Los directores Lenny Abrahamson y Hettie Macdonald trabajaron junto a Sally Rooney para traducir su novela de maneras que nos acercan a los pensamientos conflictivos y atormentados de sus jóvenes amantes como si estuviéramos leyéndolo en un libro. Y las estrellas Daisy Edgar-Jones y Paul Mescal estuvieron siempre maravillosos, permitiendo que la historia se tomara su tiempo, de un modo tan dulce como incómodo, para darse cuenta de que debían permanecer juntos. A.S.
5. We Are Who We Are
Entre esta serie y My Brillant Friend, 2020 fue un gran año en HBO para programas sobre jóvenes en Italia. Luca Guadagnino, el director de Call Me By Your Name, logró una gran transición a la TV con este relato sobre dos adolescentes (Jack Dylan Grazer y la maravillosa debutante Jordan Kristine Seamón) que se hacen amigos (y quizás más) mientras pasan su juventud en una base del ejército de Estados Unidos en el exterior. Borrando las fronteras entre géneros, sexualidades y edades (los padres, liderados por la comandante interpretada por Chloë Sevigny, pueden ser más inmaduros que los chicos), We Are Who We Are contrastó su complicada historia con algunas de las imágenes y selecciones musicales más asombrosas de este año. A.S.
6. Veneno
La comunidad trans entendió mejor que nadie que la identidad, lejos de ser algo dado de antemano, es un producto de nuestra autoría: la fantasía y el amor propio reivindicados como armas de liberación. Veneno, la serie sobre la icónica Cristina Ortiz, es fiel a esta idea. La serie española está montada con grandilocuencia formal y remates de realismo mágico ("como en todas las historias de ficción, hay en ella algo que es profundamente verdadero"), no se priva del melodrama sino que se regodea en él. Dirigido por Javier Calvo y Javier Ambrossi, el show pendula entre el pasado de la Veneno y el presente de su biógrafa Valeria, trazando un paralelo entre ambas y dándole voz y cuerpo a una subjetividad históricamente postergada. A tales fines, y en respuesta a la polémica de Paquita Salas, los Javis ensamblaron un elenco mayormente trans para que se autorrepresente, incluso en las escenas pretransición, donde las actrices están masculinizadas con faja y CGI. Pero Veneno no se queda en el mérito político: es una oda a la genealogía, narrada con lirismo y corazón. B.A.
7. Pen15
El truco ineludible de la primera temporada de esta comedia era que sus cocreadoras treintañeras (Maya Erskine y Anna Konkle) se interpretaban a sí mismas a los 13 años, cuando estaban en la escuela secundaria. En la segunda temporada, la ilusión ya era tan convincente que se volvió fácil ver episodios enteros sin acordarte de la diferencia de edad entre Erskine, Konkle y sus coprotagonistas. Como resultado, parte del humor más fundamental de Pen15 desapareció, pero el programa se transformó en un estudio más emocionalmente rico y satisfactorio del caos de la adolescencia, mientras las "chicas" atraviesan enamoramientos no correspondidos, divorcios de padres y otras amenazas a su amistad. Un programa entretenido que maduró para volverse uno excelente. A.S.
8. BoJack Horseman
La comedia dramática animada terminó con un tono apropiadamente apagado, con el protagonista (Will Arnett) al borde de la muerte antes de enfrentar un destino aún más desafiante: tener que seguir viviendo como BoJack Horseman. Si bien la última media temporada no encontró a BoJack operando en la cima de sus poderes (en especial en cuanto a la comedia), los golpes dramáticos tuvieron una resonancia tan fuerte como siempre. Un cierre acertado para la que sigue siendo la mejor serie jamás hecha para un servicio de streaming. A.S.
9. Poco ortodoxa
la huida de una chica de su comunidad judía en Brooklyn fue furor durante las primeras semanas de una cuarentena estricta que aún no se sabía qué significaba ni cuánto se extendería. Antes y después de la hora del aplauso para el personal de salud, los argentinos se conmovieron en su encierro con la salida de "Esty" Schwartz (Shira Haas) de Nueva York a Berlín, y bastante más lejos en otros sentidos. Basada en la autobiografía de Deborah Feldman, Unorthodox contenía un bonus de interés local: la aparición de la bonaerense Amparo Battaglia (Catnapp), y la inclusión de varios temas suyos en escenas clave. D.F.
10. The Last Dance
Mientras el mundo del básquet estaba discutiendo seriamente si LeBron James era el mejor jugador de la historia de la NBA, Michael Jordan vino a despejar las dudas con esta serie documental sobre el último campeonato de los seis que consiguió con Chicago Bulls en los 90 y demostró por qué la corona sigue siendo suya.
Nadie se esperaba ver la intimidad de un equipo supercampeón, al que todos querían bajar –incluso los ejecutivos de la franquicia– como la mostró The Last Dance. En 1998, metieron a un staff de camarógrafos al vestuario y giras y les dieron libertad total: hay una escena en la que Jordan parece que va a tener una charla seria con sus compañeros y los frena en la puerta de la habitación, y al segundo muesta una sonrisa gigante, les aclara que estaba bromeando y los hace pasar. Además de esas imágenes inéditas, el documental tiene a sus protagonistas (Scottie Pippen, Dennis Rodman, el entrenador Phil Jackson, entre otros) en el presente, relatando aquella era dorada, y ahonda en la transición de los deportistas, sobre todo de Jordan y Rodman, a íconos de la cultura pop. También, en el medio del aburrimiento de la cuarentena, nos regaló un nuevo meme: el "lo tomé como algo personal" de Jordan quedará para la historia. E.Z.
Textos de Alan Sepinwall, Daniel Flores, Emilio Zavaley y Bartolomé Armentano.
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