Lana Del Rey - 'Norman Fucking Rockwell'
Universal - Cuatro estrellas y media
En el fondo, Lana Del Rey siempre fue una amante del pop clásico, pero finalmente hizo su clásico pop. Norman Fucking Rockwell es más grande y majestuoso de lo que todos esperaban. Lana transforma su sexto y mejor disco en un viaje por los sueños americanos más sórdidos, sumergiéndose en las fantasías de glamour y peligro más enroscadas de Estados Unidos. No hay otro cantautor que haga un trabajo tan fino a la hora de elaborar fantasías románticas, y luego incendiarlas. Lana ronronea frases como: "Si no estuviera tan jodida, te cogería todo el tiempo", o "Escuché que la guerra se termina si vos querés", o "Tu poesía es mala, y culpás a las noticias". Pero el hecho de que sean letalmente graciosas no las hace menos escalofriantes.
Las canciones de Norman Fucking Rockwell evocan a la Sharon Tate que hizo Margot Robbie en Once Upon A Time in Hollywood, la película de Quentin Tarantino: una estrella todavía menor que pide que la dejen entrar gratis al cine porque aparece en la película. Podría haber sido un momento mortificante de humillación, pero ella es tan ingenua respecto de su propia fantasía de estrellato que nadie soñaría con cobrarle la entrada. En algunas de estas canciones, Lana evoca lo que habría pasado si esta Sharon Tate se hubiera cansado de sus viejos discos de Paul Revere and the Raiders y hubiera pasado a los cantautores de los 70 en Malibú.
Norman Fucking Rockwell ya era icónico incluso antes de ser editado, gracias a la serie de singles brillantes que Lana publicó el año pasado, como si fuera un diario íntimo. "Venice Bitch" era un remolino de nueve minutos de guitarras psicodélicas, cuerdas exuberantes y sintetizadores bajos de G-funk, con Lana mostrando los colmillos y declarando que todo le importa un carajo. "Mariners Apartment Complex" era una balada de desamor de carne y hueso, en la que rogaba: "Dios, ¿acaso una chica no puede hacer lo mejor que puede?". Y el ataque doble de "Fuck It I Love You" y "The Greatest" llevó las expectativas al límite.
Pero el disco las supera, alargando su groove lánguido por más de una hora. La balada del título se abre con el momento más íntimo: "Maldito seas, hombre-niño/Me cogiste tan bien que casi te digo que te Te amo". A este hombre-niño le fallan las emociones, pero a ella no le importa: "Sos solo un hombre/Eso es lo que hacés/Con la cabeza entre las manos mientras me ponés triste".
Lana hace una actualización de su pose original de Nancy Sinatra gangster junto a Jack Antonoff como su Lee Hazelwood, muy correcto en el rol de acompañante musical. Pero nadie puede dudar de que este es el viaje de Lana. "The Bartender", "How to Disappear" y "Love Song" son todas baladas abrasadoras que deberían sonar en el fondo de un thriller erótico de los 90 editado solo en televisión, en un VHS perdido en el altillo de alguien que se la robó de Blockbuster y se murió antes de pagar la multa.
Ultraviolence, de 2014, era por lejos su mejor disco hasta ahora, el disco en el que su voz y sus canciones finalmente se pusieron a la altura del mito que se había construido. Pero este lo supera, con ayuda de Antonoff., que se adapta al mundo musical de ella y casi no deja ninguna huella. Lana revive sus fantasías de soft-rock de los 70, robándoles títulos a Neil Young ("Cinnamon Girl") y Joni Mitchell ("California"), yendo a fiestas en las que la gente toma ron al ritmo de Crosby, Stills & Nash.
También hay un cover de "Doin’ Time", de Sublime, en clave balada demente. Hay algo emocionante en su afecto por el ambiente del Sur de California, por no mencionar la forma desconcertante en la que mantiene intacta la letra de Sublime, llamándose "Bradley" a sí misma más de 20 años después de la sobredosis fatal de Bradley Nowell. Desde el nombre del disco, evoca al pintor famoso por haber retratado la vida sencilla estadounidense. Rockwell dijo alguna vez: "Chicos bateando mariposas en baldíos; niñas jugando, viejos caminando a casa en el crepúsculo con el paraguas en mano, todas estas cosas me despiertan sentimientos". (Hay algo perfectamente Lana-esco en ese extraño "despiertan sentimientos").
Norman Fucking Rockwell suena como una suite de canciones concebidas en el ocaso de los 70, cuando todas las canciones de la radio eran sobre Los Ángeles, sin importar de donde fuera el cantante, sencillamente porque se entendía universalmente que ese era el lugar al que los sueños americanos iban a morir. Todo el mundo sabía que "Los Ángeles" no se refería a una ciudad sino a un laberinto de hits de radio AM acerca de románticos de pueblo que huían hacia la gran ciudad y se envenenaban tanto que no podían volver a casa, así que terminaban varados en un tema desconocido de Steely Dan. En Norman Fucking Rockwell, esa es la Los Ángeles que habita Lana. Cuando termina con "Hope Is A Dangerous Thing For a Woman Like Me to Have... But I Have It", hace que suene como un epitafio para todo el país, para sus sueños y sus soñadores.
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