En los 80 hizo Radio Bangkok, el programa que revolucionó el medio. Hoy, figura de Mitre, sigue desarticulando el sistema am-fm.
Cómo describirías el panorama de las fm previo a Rock & Pop, cuando todavía estabas en el proyecto fm Del Plata, al frente de 9 pm?
Hasta fines de los 70, la fm era sólo una antena que transmitía con mayor calidad de audio, y tomaba buena parte de su programación de su emisora am. A fines de los 70 empiezan a aparecer los programas exclusivos de frecuencias moduladas, que eran eminentemente musicales. La fm en la Argentina siempre fue bastante piola. Del Plata tenía buenos locutores, columnistas, noticiero a la mañana. El tren fantasma, en fmr, es un ejemplo de radio conceptual, con un tratamiento musical de libreto. También surgieron los primeros programas en pasar rock nacional: Modart en la noche en Del Plata, después Flecha juventud, con Badía. En el 79, 80, yo hice en Splendid La isla del tesoro, que era un proyecto bastante rockero. Y 9 pm, que empezó en 1982, fue directamente rock & roll. Judas Priest, Motorhead, ac/dc... Pero si el proyecto Del Plata tuvo que ver con los inicios de la democracia, Rock & Pop era ya el destape.
¿Creés que con 9 pm surgió una nueva entidad de oyente?
Empezó ese oyente fanático, que se pone seudónimo. El nickname es de esa época, el oyente adicto. Las primeras mensajerías, en las que los pibes se decían cosas más locas, son de esa época. El mensaje ya existía desde los telefonemas (con Hugo Guerrero Marthineitz en El show del minuto) y aun antes. Nosotros empezamos a pasar mensajes telefónicos en mi última etapa de Del Plata, allá por el 85, con los primeros contestadores automáticos.
Con tu llegada y la de otros conductores, Rock & Pop se convirtió en una especie de am en fm, una radio hablada. ¿Vos hacías diferencia entre las dos antenas?
Nunca supe qué es el concepto fm. Eso es una paja que se inventó ahora. Para mí siempre fue apenas una antena. Sólo las mentes convencionales establecen criterios diferenciados para am y fm. Pero a la convención la rompen el avance tecnológico y el devenir del mundo.
¿Hoy esa diferencia está diluida?
La mitad de la programación de fm hoy es una copia de la programación de am de los 70, cuando estaban los militares y las am pasaban mucha música y los locutores hablaban poco. Y la otra mitad son como programas de am con un poco más de música: llamados al aire, conductores que hablan mucho, comerciales. Una talk-talk... Eso, sumado a las tecnologías nuevas y la expansión de la radio vía internet, va a hacer que la división am-fm desaparezca.
¿Qué recordás del momento en que apareció Rock & Pop? ¿Te resultó impactante?
A mí no tanto, pero para la gente hubo un antes y un después de Rock & Pop. Fijate que la marca está más allá del contenido. La marca-símbolo. Cuando apareció, la diferencia fue notable. Yo estaba acostumbrado a ese ritmo radial porque viajaba mucho y venía pergeñando estas cosas: fragmentos, estilos de programación, tenían que ver con ese esquema. En el mundo había una cultura rock que había llegado a la radio. Así que a mí no me sorprendió tanto, porque Grinbank andaba por los mismos lugares que yo, escuchábamos las mismas radios. De ahí esa especie de empatía.
Al principio, en Radio Bangkok, vos estabas solo al aire. ¿Cómo fue que el programa empezó a transformarse, a incorporar personajes?
Radio Bangkok se fue armando con el hacer, el día tras día. Era un gran laboratorio. Música, algunas noticias locas, un popurrí, una revistita rockera con algunas cositas artísticas bonitas: voces, mix, clips y un discurso un poco corrido, pero no había una idea tan conceptual como luego se fue armando. Fue mutando. Y Guillo García, que era uno de los operadores, empezó a generar eso de correr la realidad, el horario, la meteorología, las noticias... No hubo un plan; nos fue sorprendiendo.
¿Era una incomodidad para la época hacer radio a la mañana? Hasta entonces, la cultura rock no tenía mucha presencia en ese horario.
Es cierto, pero rápidamente me resultó natural. No le pasaba lo mismo a Bobby [Flores], que llegaba siempre tarde, dormido y decía “qué noche, anoche”, aunque no hubiese pasado nada.
Tu obsesión por la edición se habrá multiplicado cuando volvés en los 90, con la aparición de los dats.
Exacto. Cuando hicimos Buenos Aires, una divina comedia, la radio se pone antropo... Salíamos a grabar a la calle y lo que salía al aire era la vida misma: Norma Plá, música, protestas contra Menem... Es un antecedente de la mtv... Todo eso empieza con 9 pm, pero a cuentagotas... En Bangkok se da mucho más, y en Buenos Aires, una divina comedia, ya era mi obsesión.
¿Cómo ves los cambios que Rock & Pop fue experimentando a través del tiempo?
La Rock & Pop es la radio que menos ha cambiado. Sigue siendo unos cuantos tipos diciendo cosas más o menos divertidas, más o menos inteligentes, más o menos boludas, más o menos locas. Una programación exclusivamente rock. Entre un programa y otro no hay relación. Es una radio de personalidades. La programación musical es básica, editorial, viene de la dirección de la radio. En ese sentido, la radio ha sido muy fiel a su concepción. Lo que evolucionó es el negocio, la tecnología.
¿Y cómo viviste ese proceso, mientras estabas adentro?
Yo soy chapado a la antigua: cuando nosotros empezamos era todo más romántico. Rock & Pop era una radio hecha por una banda de locos. Era un rocanrol. Y hoy eso pasó a un segundo plano. Hoy Rock & Pop es una unidad de negocios de una empresa multinacional. Y no es lo mismo. A la mierda el rock, a la mierda la radio, a la mierda el glamour. Eso pasa siempre que entra en juego un gran grupo de inversión: el romanticismo se va al carajo. Pero lo que se escucha en el parlante sigue siendo fiel a una estructura-Grinbank, si se quiere.
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