La zamarreadora de emociones que no suelta los guantes
La exquisita actriz acaba de reponer La mujer puerca y Esplendor, ambos textos de Santiago Loza
Los jueves Valeria Lois es La mujer puerca: esa señora terrenal, mundana, que usa una polera que asfixia. Los viernes, en Esplendor, es Natalie Wood en una noche de borrachera en la cubierta de una barco en una reconstrucción tan tergiversada como alucinógena. En La larga noche de Francisco Sanctis, la película de Francisco Márquez y Andrea Testa, es quien, en una escena cargada de tensión que transcurre en un auto, cambia el rumbo de esa larga noche del personaje central de esa estupenda película.
En La mujer puerca, verdadero mazazo teatral con texto de Santiago Loza y dirección de Lisandro Rodríguez, da la impresión de que esa mujer poseída no decide nada. Valeria Lois sí. Decidió ser actriz cuando tenía 11 años. "Estábamos en el club y una chica, que tampoco conocía tanto, me contó que estudiaba teatro en el Instituto Labardén. Ella hablaba y yo me imaginaba que los actores estudiaban un texto y luego lo actuaban, cosa que yo hice muy poco, y ahí mismo le dije a mi madre que quería estudiar ahí, que quería hacer eso. Después me di cuenta de que lo que contaba esa chica que tampoco conocía tanto parece que no era verdad. Que la que iba al Labardén era una amiga o una conocida...", cuenta con detalle. Verdad o no, poco importó. Estudió teatro. De aquel hecho, a lo sumo, cabe imaginar que a esa niña de 11 años le gustaba ver actuar a esa chica que apenas conocía por más que descubriera las mentiras, los yeites de la actuación.
Su entorno familiar parece que ayudaba, que propiciaba todo esa fascinación. "En mi familia había un alto nivel de histrionismo que aún hoy sigue presente. En las fiestas de fin de año se entra en una lógica de gracia que nadie puede parar. Todo ese entorno de gente muy para afuera dispuesta a ridiculizarse me llevó a pensar que quería eso, que quería ser actriz. Y no lo abandoné nunca. Nunca abandoné jamás la idea de ser actriz", dice en el hall/cocina de Elefante Club de Teatro.
Acá, desde hace cuatro años, nació el ritual de La mujer puerca. A pocas cuadras, en Espacio Callejón, va Esplendor,que dirige Gustavo Tarrío. En esa otra obra con texto de Loza no está sola. La escena la comparte con Moro Anghileri, como la hermana de Natalie Wood; Patricio Aramburu, como Robert Wagner; y Eddy García, como Christopher Walken. "Los cuatro están remamados en el barco haciéndose los glamorosos, discutiendo sobre la fama y, de golpe, se les viene encima el horror", dice sobre la oscura muerte de Natalie Wood, sus misterios no revelados y ese preciso mecanismo escénico que hace que esta trama tan hollywoodense derrape en el conurbano bonaerense con total naturalidad.
La mujer puerca seguramente ni escuchó hablar de Natalie Wood. Es posible pensar que nunca debe haber visto West Side Story ni leyó sobre el accidente en aquel barco en el que la diva perdió la vida. "Creo que es una mujer sin destino. Una mujer que avanza sin saber dónde está. Es una mujer que no tiene edad, que no está agarrada de nada, que no es consciente de lo que dice, que tiene esa extraña manera de decir cosas horribles sin tener registro. Lo digo siempre -dice que lo dice siempre-: yo no soy una actriz de texto. Sin embargo, en este caso lo que hace que la cosa se empiece a inflamar es el texto, es lo que dice. Me pasan cosas locas con esta obra, por ejemplo: la polera me da mucho calor. Mucho".
-¿En estas funciones de verano no te la cambiás?
-¡Nooo! La polera es como el chaleco de fuerza y de poder de este personaje. No quiero sonar berreta...., pero cuando me pongo la polera hay algo que me agarra y me lleva.
Sin ánimo de sonar berreta, cuando eso sucede Valeria Lois, esa mujer puerca, arrasa en su economía de gestos, en la concentración, en su expansión. Esa energía ya aparecía claramente en otros trabajos de Tarrío (Afuera, Decidí canción, Kuala Lumpur). Esa energía fue, seguramente, la que debe haber impulsado a Ciro Zorzoli a pensar en ella cuando tuvo que reemplazar a Paola Barrientos en Estado de ira, aquella obra que implicó el desplazamientos de tremendos actores de la escena alternativa a ciertas series televisivas.
Cuando ella vio esa obra le provocó un shock parecido a cuando había visto Vivitos y coleando. Con Estado de ira hizo funciones en Madrid y en Buenos Aires. Esa experiencia la marcó. "En Madrid -cuenta con cierto pudor- salió una crítica que decía que hacía reír y llorar con diferencias de segundos".
-De alguna manera, ¿ésa no es tu marca?
-Bueno...., tendría que decirte con todas las letras que sí. Pero a veces uno pierde esa capacidad de ver eso. ¿Ves? La mujer puerca terminó de confirmar esa característica de trabajo.
-¿Acaso ese tono no es también el que atravesó a tus dos personajes de psicólogas en Guapas y Silencios de familia?
-Creo que sí. La clave de la actuación es zamarrear las emociones. Las que sean, no importa. Es lo único que me importa. Acabo de leer el último libro de Romina Paula y me impactó el nivel de verdad el poder llamar las cosas por su nombre sin parafernalias ni nada de eso. O la película La noche, de Edgardo Castro, que salís a las 2 de la mañana del Malba con resaca, con la sensación de no querer tomar una cerveza más. Ese nivel de verdad, con nada, es lo que me toca, lo que me puede.
En los ensayos de La mujer puerca, Lisandro Rodríguez siempre le dice: "no llores. Tratá de no llorar cuando te dan ganas de llorar. Que la gente te vea impidiendo el llanto más que mostrando la lágrima". Ése parece ser el nudo. Es el quid, y la cuestión.
"No me gusta ver a los actores tratando de hacer la gracia -agrega-. En televisión todo es medio raro. Todavía siento como la posición trastocada. Igual, hay algo de mi ser actriz, que si tal escena me salió mal yo no te cuelgo los guantes. Viene otra. Seguro. Sufro, pero también me gusta. Y reconozco que la psicóloga de Silencios de familia me encantó. Al principio no intenté hacer un personajote. No quería el guiño, la gracia. Quería que ese personaje estuviera ahí, escuchando los delirios de los otros personajes".
En algún momento, aparecerá en Quiero vivir a tu lado, la tira de Paola Krum y Mike Amigorena. En mayo, volverá a trabajar en la nueva obra que dirigirá Daniel Veronese. Mientras tanto es Natalie Wood y esa mujer de polera alta que dice las peores barbaridades sin filtro alguno.
Valeria Lois, la zamarreadora de emociones, no suelta los guantes.
La mujer puerca
Funciones, jueves, a las 20.30
Elefante Club, Guardia Vieja 4257
Esplendor
Funciones, viernes, 22.30
Espacio Callejón, Humahuaca 3759
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