La vida de Walter Benjamin
Diario de Moscú / Libro: de Damián Dreizik y Alfredo Allende / Intérpretes: Damián Dreizik, Anita Gutiérrez y Ramiro Agüero / Música: Marcelo Katz / Escenografía y vestuario: Julieta Ascar / Iluminación: Lucía Feijóo / Dirección: Alfredo Allende / Sala: Anfitrión, Venezuela 3340 / Funciones: viernes, a las 21 / Duración: 70 minutos.
Nuestra Opinión: Buena
Breve y desdichada vida la de Walter Benjamin, extraordinario filósofo y crítico de arte alemán que se suicidó en 1940 a los 48 años en un hotel de Portbou, ante el temor de ser entregado a la Gestapo nazi. En ese lugar de la frontera de Cataluña con Francia, en los Pirineos, estaba retenido por la policía franquista que le negó la visa para ingresar en España -desde donde debía ir a Portugal y embarcarse a Estados Unidos- y le adelantó que lo deportaría. La versión más instalada es que se eliminó con una alta dosis de morfina. El film Quién mató a Walter Benjamin, de David Mauas, muestra muchos puntos ciegos en la versión oficial y sugiere que podría haber sido asesinado.
El Diario de Moscú es un texto escrito con motivo del viaje de ese pensador a esa ciudad en la que estuvo entre principios de diciembre de 1926 y finales de enero de 1927. Había muerto su padre y se trasladó a la capital rusa con dos propósitos: observar la experiencia soviética y visitar a Asja Lacis, una actriz y directora letona a la que había conocido en 1924, en Capri, y que tuvo mucha influencia en su giro político hacia el marxismo. Ella misma le presentó a Bertolt Brecht, con el que Benjamin desarrollaría una intensa amistad y una relación fructífera en el plano del pensamiento estético.
Al llegar a Moscú, Benjamin, que estaba profundamente enamorado de Asja Lacis, como lo testimonia en varias cartas, la encontró en un estado de salud delicado. Una fuerte crisis nerviosa la obligaba a internarse regularmente en un sanatorio. Y tenía un vínculo afectivo bastante estable con el dramaturgo austríaco Bernhard Reich. El intento de Walter de recuperar su amor, pasar mucho tiempo con ella, ir al teatro y al cine, y otros proyectos de acercamiento quedaron frustrados casi por completo. A lo cual se le sumó cierto desencanto por lo que veía en esa revolución.
Benjamin volvería a ver y frecuentar a Asja en Berlín, pero aquel episodio marcó como el inicio de una grieta que sería definitiva a comienzos de los treinta. La adaptación teatral que Dreizik y Allende hicieron, a partir de algunos pasajes del Diario de Moscú, tomó como médula ese clima de desilusión que provoca el encuentro. Toda la atmósfera de la puesta está bajo esa sensación. La música interpretada en vivo, una iluminación más bien lóbrega, el cuarto mezquino en el que vive Benjamin, la camilla del sanatorio, los fragmentos de películas de época que exponen en blanco y negro el tono sombrío y gélido de esos días.
Toda esa ambientación, sumada al convincente trabajo de Damián Dreizik, que logra una caracterización física bien cercana a la de Benjamin, conforma un espectáculo cálido y de mucho poder evocativo, además de estimulante para quienes quieren aproximarse a la figura de ese gran ensayista. Al lado de Dreizik, el actor Ramiro Agüero funciona con autoridad en su Reich y es menos satisfactoria la composición de Anita Gutiérrez, que en su intento de dibujar a una Asja dura e inestable en lo emocional la torna a veces demasiado brusca y le resta al personaje un encanto que, aun en ese estado, nunca debe de haber perdido del todo. Bastaría leer lo que dice Benjamin en el diario el 20 de diciembre de sus miradas y besos para imaginarlo.
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