Cuatro chicos de Monterrey le sacan un exitoso provecho al despecho.
Cena junto a tu novia en un restaurante, US$50.00; regalo para el amor de tu juventud, US$35.00; noche de fiesta con tu chica, US$40.00; viaje de fin de semana con ella y sus amigos, US$200.00. Que tu pareja te la haga, grabar un disco en su contra, vender miles de copias y que tu banda se convierta en una de las más famosas del país a costillas suyas... no tiene precio. El recinto era pequeño. Unos mil adolescentes lo abarrotaban. El aire estaba húmedo y caliente y afuera llovía de manera torrencial. La policía no dejó entrar más personas, aunque varios jóvenes protestaron por quedarse afuera.Desde un balcón interior yo miraba el mar de gente que, después de ver algunas bandas locales, esperaba impaciente el primer show de Panda en Bogotá, y el tercero en Sudamérica, luego de sus exitosas presentaciones de Valencia y Caracas, en Venezuela. “Panda, Panda, Panda”, coreaba la multitud.
Evidentemente, la banda era más grande que el lugar. Los organizadores no esperaban la respuesta del público a la agrupación latinoamericana de pop-punk del momento.
Los cuatro chicos de Monterrey tuvieron que ser escoltados por la policía para llegar al escenario. No había camerino. La gente enloqueció y se metió con los oficiales. Tomaban fotos con cámaras diminutas y teléfonos celulares. Los gritos eran ensordecedores.
“Panda, Panda, Panda...”. Se oye el primer acorde. Gritan otra vez. Las guitarras y el bajo suenan melancólicos. Están afinados en bemol, medio tono más abajo de lo normal. La batería es fuerte y cruda. El doble repique del bombo le da más dramatismo al sonido. Los asistentes se apretujan, saltan, hacen moshing [un pogo suave] y corean las canciones. El set está compuesto por temas de su primer disco, Arroz con leche [2001], como “Buen Día”, “Si Supieras” y “Te Invito a mi Fiesta”; otros del segundo, La revancha del príncipe charro [2003], como “Hola”, “Maracas” –original del cantante de música popular mexicana, Joan Sebastian–, “Quisiera No Pensar” y “Ya No Jalaba”‚ y algunos de su nuevo trabajo, Para ti con desprecio [2005], como “Cita en el quirófano” y “Cuando no es como debería ser”. La audiencia los reconoce en sus primeras tonadas y da alaridos.
Panda no habla mucho con los asistentes. Tampoco es necesario, la música es lo suficientemente intensa. Sin embargo se emocionan con la respuesta del público, que corea cada tema y agradecen constantemente. Tocan durante una hora y media. No hacen bis. Es entendible. El ambiente es infernal dentro del lugar y ya descargaron toda su energía en tarima.
Encienden las luces. La gente sale, toda menos algunos fanáticos tercos que esperan un autógrafo. El grupo firma algunos, luego se esconde tras el escenario. No hay backstage. La policía les pide a los fans que se vayan. Resignados, obedecen.
Minutos después, el grupo sale escoltado por varios hombres de seguridad. Se monta en una van que los llevará a dos cuadras, al pequeño hotel donde se hospedan.
Los espero en una sala junto al lobby. Después de comer y refrescarse llegan y hablan con los periodistas. Frente a las cámaras son concretos. Cuando llega mi turno nos sentamos en una mesa pequeña, fumamos algunos cigarrillos y hablamos mientras mi grabadora hace lo suyo. Están más relajados sin las luces y la televisión.
Afuera varios jóvenes tratan de ver a través de los vidrios polarizados y vociferan sus nombres. José Madero, alias Pepe, [25 años] es la voz principal. Toca la guitarra rítmica y el moog. Ha estado en la banda desde el comienzo en 1997. Antes tuvo otro grupo, The Purgatory, junto a Riki, el bajista. Hacían música en inglés a lo Alice In Chains. Se aburrieron y formaron Panda junto a Ongi, el primer guitarra líder que tuvieron y quien abandonó la agrupación antes del tercer disco. Pepe, que es licenciado en derecho, toca desde los trece y es un fanático del glam ochentero, el folk tipo Ryan Adams, el pop de Morrissey y el punk rock de Alkaline Trio. Su afición por los libros de Stephen King podría explicar fácilmente lo oscuro en Para ti con desprecio‚ un disco conceptual de quince temas que narra las amargas sensaciones que quedan después de una intensa relación sentimental que no terminó bien.
“Cuando íbamos a empezar este tercer álbum estaba componiendo canciones por hacerlas. Teníamos una, «No me culpes por ser bello»‚ bien pendeja; pero después de que le abrimos los conciertos a Blink 182 en México, pasó algo bien malo con la que era mi novia. Yo me quería vengar, pero no iba a «hueviarle» su casa o secuestrar a su hermano. Entonces dije: «Voy a hacer un disco para que todos sepan lo mierda que eres». Me pareció más padre”, cuenta. Panda desechó ocho canciones que tenía listas para su tercera placa y compuso los nuevos temas. La decisión fue acertada. Con dos sencillos lanzados han vendido más de 75.000 copias de su último trabajo –una cifra considerable para una banda latina en su género–, sus videos rotan en los principales canales de música, han sido nominados para los MTV Video Music Awards Latinoamérica 2005 y recorrieron por primera vez Sudamérica.
Para ti con desprecio es crudo. Las letras son directas. Están cargadas de emociones. El sonido es visceral. Está cantado y gritado ásperamente, sin dejar de lado la armonía. Las melodías siguen siendo digeribles, pero la música del grupo es más arriesgada y propia. Los riffs son pesados y la batería se acerca más al neo metal que al punk. El dramatismo de las líricas es transmitido gracias a cambios impredecibles en cada canción.
Jorge Vázquez [24], Kross, es el baterista y encargado de la mayoría de los clips, el merchandising y los diseños de la agrupación. Estudia arte y video. Prefiere música como 311, Refused, Primus, Rancid o Weezer y cree que la clave está a la hora de grabar los discos. “Pepe llega con una idea. Que los acordes son más o menos así. Los demás empezamos a sugerir que le metamos esto o lo otro. Lo que sale ese día lo grabamos y como quedó, quedó. Entre más sencillo, mejor. Finalmente oímos y reconstruimos lo que grabamos”, dice.
La produccion de este album conceptual –que incluye entre los temas algunos interludios como “Descanso: Ódiame”, una desgarradora versión en piano de “Cuando no es como debería ser” y “Figura decorativa sobre fondo ornamental”, un corte instrumental de tan sólo un minuto y quince segundos– fue hecha por los integrantes de Panda, apoyados por Adrian Treviño, Rojo, quien produjo La revancha del príncipe charro hace dos años. El grupo, pese al éxito, se ha mantenido con Movic Records, la compañía discográfica que los firmó por primera vez y que ha crecido junto a ellos. “Movic nos da mucha libertad. Producimos los discos. Escogemos los sencillos. Elegimos las ideas de los videos. Nos gustó tener tanto control que sentimos que nos lo quitaría una disquera grande”, explica Ricardo Treviño [25], Rix, el bajista, un arquitecto amante del rock progresivo de los setenta de bandas como Rush, Yes, King Crimson o Pink Floyd. El nuevo sonido de esta última producción, más denso, vino de la mano de Arturo Arredondo [22], Artur, un licenciado en mercadotecnia, que remplazó en la guitarra líder a Ongi y quien tocaba junto a Kross en una banda llamada Super Azfalto, inspirados por agrupaciones post–thrash como Pantera. Es un buen guitarrista que le imprime dramatismo a la música del grupo. “Recuerdo que estaba saliendo de un bar con Pepe y me enseñó la portada. Sólo vi la foto de la chava. Entonces pensé: ¡qué chingada! Pero cuando la vi finalmente toda rayada me dije que una idea tan rara podía estar buena”, cuenta Artur cuando se refiere a lo extraño que resultó este nuevo disco –que tiene por carátula una foto de una jovencita garabateada– incluso para los integrantes de Panda.
Las letras de Para ti con desprecio no son una lección de poesía. Panda no quiere ser The Doors. Las canciones hablan sin rodeos y con rabia. “Estas manos de rojo están manchadas por todas las veces que yo en mi sueños te he asesinado con tanta pasión...”, empieza a cantarse el álbum. “Un niño de 16 no puede componer este disco. En arroz con leche, que está muy estúpido, te imaginas, no sé, que estás en un parque; pero con este último como que hay algo más aparte del desmadre, de ir a pistear y salir con tus amigos... nadie puede estar feliz todo el tiempo”, reflexiona Pepe.
“Lo bueno es que todo queda en el disco. El arte va con las letras, la música y la organización de las canciones, que tiene su orden adrede”, agrega Rix.
El álbum está pensado para ser tocado en vivo. Se nota en los conciertos. No tiene demasiados artilugios de estudio. En las presentaciones las canciones son más sentimentales, sobre todo en toques pequeños, donde todo es más evidente.
“Hoy en Bogotá nos presentamos en un lugar chico que estaba reventando. Todos se estaban muriendo. Así es como más nos gusta tocar, con la gente de frente. Te da otro sentimiento, en vez de estar en un escenario enorme con la gente allá, donde todo pierde el chiste”, afirma Artur, recordando la intensidad del show anterior, donde inclusive hubo algunas desmayadas entre la multitud.
Así como el amor es irónico, al igual que una fila india en la que las personas persiguen a quienes les dan la espalda, Para ti con desprecio termina con una canción titulada esperanzadoramente, “Porque todavía podemos decir una vez más”‚ pero luego se lee en el interior del cd: “Existen estas canciones porque no mereces lo que te di. La última es de amor para que tengas presente lo que destrozaste”. La venganza ha sido consumada.
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