A 30 años: la tragedia del PlayBoy más buscado del país que fue a cenar y cayó de 7 metros de altura
Nono Pugliese lo era todo: publicista, empresario y hasta cantante, pero lo que debió ser una salida nocturna terminó marcada por su muerte, de la que se cumplieron tres décadas
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Este lunes se cumplieron 30 años de la muerte del Nono Pugliese. El Playboy falleció de forma inesperada luego de una cena que compartió en un restaurante de Palermo. Mientras intentaba esquivar a un fotógrafo, todo terminó inesperadamente de la peor manera. Esta es la crónica de una muerte incomprensible.
El 9 de julio de 1993 a las 21 horas, Alberto “Nono” Pugliese, de 50 años, celebritie de la época, modelo, empresario, publicista y hasta hacía meses pareja de una star de los comerciales como la bella Claudia Sánchez, ingresó al restaurante Puerto Marisko de la calle De María, en Palermo, de la mano de Dolores Rodríguez Canedo, de 27, modelo publicitaria e hija de Eduardo “Chino” Rodríguez Canedo, expiloto de Turismo Carretera.
Por ese entonces, desde que se había separado de Claudia aproximadamente seis meses atrás, El Nono vivía enfrente del restó, en el estudio publicitario que también otrora supo compartir con ella, con las idas y las vueltas propias del hombre que en aquel particular momento reconocía estar enamorados de dos mujeres.
En la entrada de Puerto Marisko lo recibió el encargado, Juan José Avedikian, quien de inmediato los ubicó en la mesa preferida de Pugliese, que era habitué del lugar. Pidió una botella de Chandon con mucho hielo porque así le agradaba rebajar el champagne. La cena transcurrió con normalidad, hasta que cerca de las 23 horas entró al restaurante un fotógrafo de la revista Gente como parte de su recorrida nocturna. El reportero gráfico consultó en la recepción si había algún famoso que pudiera llegar a retratar y le dijeron que estaba El Nono con una amiga.
Ante la respuesta, preguntó si la persona con la que cenaba era Claudia Sánchez, pero le dijeron que no. Entonces se retiró rumbo a otros locales cercanos. Al rato volvió a Puerto Marisko para ver si Pugliese había terminado de comer, como se hacía habitualmente ya que el personaje le daba el tiempo suficiente para ir y volver.
Como El Nono se dio cuenta de que el fotógrafo había regresado, se dirigió al fondo e hizo que Dolores saliera a la calle con el encargado. El paparazzi tomó la imagen, pero sabía por su ojo profesional y experiencia que Pugliese no estaba en la escena.
La antesala de la muerte
Ante tal panorama, el reportero decidió irse para continuar con su tarea. Mientras tanto Dolores esperaba a Pugliese en la esquina de Sinclair y De María. El Nono, para que nadie lo viera, pasó por la cocina y luego fue hasta la terraza. Como tardaba en llegar, la joven llamó al restó desde su Movicom y le respondieron que ya no estaba. Entonces puso en marcha el auto y se retiró. Hasta ahí, El Nono y Dolores llevaban algo así como un año y medio de relación.
Por esas cosas inexplicables que tiene el destino, a minutos de esa medianoche, el dueño del taller mecánico ubicado en Demaría 4672 de apellido Berardi –local de por medio con Puerto Marisko- fue a su negocio para retirar un dinero que había dejado guardado. Cuando entró, divisó a una persona tirada en el piso junto a un auto en un charco de sangre. Se sorprendió, se asustó y llamó a la policía, que llegó de inmediato.
Justo en ese momento un empleado de Puerto Marisko salió rumbo al restaurante de al lado y se cruzó con Berardi, que le comentó con lo que se encontró. Entonces el hombre se acercó a observar y confirmé que se trataba de El Nono.
Pugliese pasó desde la terraza a los techos de los locales siguientes, pero cuando pisó el de Berardi se vino abajo desde aproximadamente seis o siete metros. Sufrió “traumatismo de tórax y de abdomen con rotura de vísceras macizas”, según los médicos. Y murió en el acto.
Amor y pasión
El velorio se realizó en Barrio Parque en la casa de Claudia Sánchez, de quien Pugliese se había enamorado a primera vista treinta años atrás cuando la vio en un boliche. Él, que era un dandy de la noche, se arrodilló a sus pies y le pidió conocerla. Nunca más se separaron hasta que se cruzó en su camino la modelo Dolores Rodríguez Canedo en una producción publicitaria -de la que curiosamente formó parte Claudia- y empezó a tener sentimientos apasionados también por ella.
Con Claudia además de compartir infinidad de comerciales por el mundo -el más recordado el de los cigarrillos L&M- filmado en distintos lugares del planeta: San Francisco y Hollywood en los Estados Unidos, Portofino, Milán y la Torre de Pisa en Italia, Place Vendome, Courchevel y Cannes en Francia, y también en Hong Kong, Suiza, Marruecos, Holanda, Austria, Sudáfrica y las Islas Vírgenes en el Caribe, con la inolvidable canción “Tu sei carissima” de fondo, en este caso, de su propia autoría, ya que comenzó su carrera componiendo temas bajo el seudónimo de “Charlie Tonto”.
Claudia Sánchez comenzó su trayectoria profesional en una productora de publicidad para la preselección de la cara de Pond’s, la firma de cosméticos que hacía la campaña internacional en Argentina. Rápidamente fue la elegida y desde allí no paró más de trabajar en infinidad de comerciales.
Participó en el filme Circe, de Manuel Antín (1964), y en la mítica Invasión (1969), de Hugo Santiago, donde interpretaba a La Muerte.
También trabajó en varias superproducciones con el modelo Julio García del Río, con tan gran repercusión que la revista Análisis en 1966 le dedicó su portada con el título: Vender modos de vida.
Pese a ser una estrella de la época decidió abandonar su carrera artística durante la Guerra de Malvinas. La revista Gente había incluido una producción suya muy sofisticada y elegante que coincidió en el número donde en la tapa se hablaba de nuestros soldados muriendo en las Islas. “Me indigné, me puse en lugar de las madres de esos chicos, agarré a mis dos hijos, me fui a vivir al campo cerca de Chascomús y no quise aparecer más”, reconoció con tristeza. Y solo trabajó junto a Pugliese, en las productoras Film Records y León Producciones.
Claudia tuvo un hijo con El Nono, Francisco, también publicitario, como su padre. Por ese entonces tenía 22 años y excelente relación con Candela -hija de Claudia-, con quien se reencontró, se abrazó y lloró aquel domingo 11 de julio del 93, día de la despedida en el cementerio de la Chacarita.
Allí familiares y amigos entre los que se encontraban famosos como Chunchuna Villafañe, Silvia Fernández Barrio y Alberto de Mendoza rezaron y le dieron el último adiós.
A metros de allí, sentada en su auto junto a su padre y esperando su momento, estaba Dolores Rodríguez Canedo, con quien El Nono cenaba la noche trágica. Cuando advirtió que ya no había nadie frente a la bóveda se acercó con respeto y sollozó observando el féretro del hombre que murió innecesariamente y amando a dos mujeres.
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