La tanda es el programa

"No es lo que parece", telecomedia de perfil publicitario producida por Pol-ka. Protagonistas: Eugenio y Sebastián Weinbaum, Herminia Z. de Weinbaum, Andrea Pietra, Juan Manuel Tenuta, Claudio Rissi, Cacho Espíndola y elenco. Autores: Walter y Marcelo Slavich. Dirección: Daniel Barone. Por Canal 13, los domingos, a las 21.
Nuestra opinión: malo

Esta curiosa telecomedia de tres capítulos que acaba de lanzar Canal 13 en un privilegiado horario dominical debe de ser el primer programa de la historia de la TV local en el que un producto comercial (en este caso, el modelo de automóvil Chevrolet Meriva) aparece en los títulos de crédito de una historia de ficción como parte estelar de su elenco protagónico, compartiendo cartel con un conocido grupo de actores y actrices.

Que un objeto ocupe semejante lugar preferencial dentro de un espacio habitualmente frecuentado por sujetos constituye hasta aquí la manifestación más contundente de una tendencia señalada con precisión y detalle en estas páginas por Natalia Trzenko en una nota publicada el 11 de octubre último. Allí se considera que algunas marcas de primera línea aspiran hoy a ir más allá de las tandas y de las menciones con la modalidad de la publicidad no tradicional (PNT) dentro de algún programa. La nueva meta, más ambiciosa, apunta a ocupar el centro de un relato (en este caso, una miniserie en tono de comedia producida nada menos que por Pol-ka). En otras palabras, que la estrella sea un producto y no una figura de carne y hueso.

Esta fórmula funciona cuando se aplica, en forma acotada, a una secuencia que se desarrolla a través de varios capítulos breves en sucesivas tandas publicitarias. El producto en cuestión, inserto en una trama con variantes y alternativas, consigue llamar la atención y el mensaje que lo promociona puede generar un genuino interés entre sus posibles consumidores, lo que potencia su eficacia.

Otra cosa, bien distinta, es trasladar tal estrategia a un híbrido que resulta de mezclar publicidad con ficción en dosis tan exageradas y confusas como las que se emplean en el caso de "No es lo que parece". Lo que surge con más claridad del capítulo inicial, visto el domingo último, es que el programa tiene la estructura formal básica de cualquier historia de ficción de Pol-ka, cuyo sello identificatorio se aprecia en un cúmulo de detalles, desde la luz hasta el modo en que se colocan las cámaras. Pero no menos apreciable es el hecho de que cualquier evolución de la historia queda inevitablemente subordinada y condicionada a la exhibición casi detallista del automóvil de marras, que procura ser mostrado desde todos los ángulos y con el mayor brillo visual posible.

Confusión

Así las cosas, el propósito de "No es lo que parece" se desvanece por partida doble. Por un lado, el objetivo preciso del mensaje publicitario se diluye en medio de una desordenada historia de ficción y, por otro, los ejes narrativos del relato siempre quedan en suspenso a la espera de la próxima aparición rutilante de la estrella sobre ruedas que, a diferencia de otros vehículos con vida propia en aventuras ficticias (desde aquel escarabajo llamado Herbie en "Cupido motorizado" hasta el terrorífico Plymouth Fury 1958 de "Christine", el film de John Carpenter), aquí se limita a trasladar de un lado al otro a uno de sus protagonistas.

El conductor es uno de los hermanos Weinbaum, cuyo clan familiar reproduce aquí, corregido y aumentado, el arsenal de tics y gestos histriónicos que le conocimos en "MDQ", más apto para relatos publicitarios breves que para aquellas propuestas de más largo aliento en las que se exige un compromiso interpretativo mayor.

Con un dispositivo horario tan curioso como su propuesta (se anunció de 21 a 22, pero se inició cerca de las 21.15 y duró menos de media hora en dos bloques separados por extensas pausas publicitarias), el primer capítulo de "No es lo que parece" traslada desmesuradamente una genuina idea publicitaria al espacio de las ficciones televisivas. Y a partir de la endeblez de su propuesta y de la simpatía que, no obstante, parece haber generado hasta ahora entre los televidentes, abre complejos interrogantes sobre la futura relación entre programas y tandas.

• 17,4 puntos
  
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