Memorable: La sociedad de la nieve es la película definitiva sobre la Tragedia de los Andes
La película de J. A. Bayona es una poderosa experiencia sensorial, visual y emocional, que alcanza su máximo esplendor cuando se sigue en pantalla grande y a través de lo colectivo del cine
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La sociedad de la nieve (España-Estados Unidos-Chile-Uruguay/2023). Dirección: J. A. Bayona. Guion: J. A. Bayona, Nicolás Casariego, Jaime Marques y Bernat Vilaplana, basado en el libro de Pablo Vierci. Fotografía: Pedro Luque. Música: Michael Giacchino. Edición: Andrés Gil y Jaume Martí. Elenco: Enzo Vogrincic, Agustín Pardella, Rafael Federman, Matías Recalt, Simón Hempe, Esteban Bigliardi, Tomás Wolf. Distribuidora: Maco. Duración: 144 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: excelente.
El director español J. A. Bayona, el principal artífice de esta película memorable, dice cada vez que puede que La sociedad de la nieve no hubiese sido posible sin el apoyo incondicional de Netflix, que aportó los 70 millones de dólares imprescindibles para una producción de gran escala y no puso límite alguno para que el realizador cumpliera todos sus propósitos -como que esté íntegramente hablada en español, a diferencia de ¡Viven!, la versión elegida por Hollywood en 1993 para contar esta misma historia-.
La sociedad de la nieve estará disponible para los suscriptores de Netflix a partir del 4 de enero y su audiencia se elevará de manera exponencial desde ese momento si la comparamos con la convocatoria que tendrá en los escasos 26 espacios (ajenos a las principales cadenas multipantallas) que tienen previsto proyectarla en los cines durante las próximas tres semanas. Pero los únicos que podrán apreciar en plenitud todas las virtudes de la película serán quienes la vean en pantalla grande. Solo de esa manera será posible guardar en la retina, en la conciencia y sobre todo en el corazón, el estremecedor relato de una hazaña que se sostiene como tal hasta las últimas instancias en sus dimensiones más genuinas (el suspenso, la emoción y la incertidumbre) por más que conozcamos al detalle la historia real que la inspira.
Bayona recupera el viejo y noble aliento de los clásicos para narrar la historia definitiva de la Tragedia de los Andes ocurrida en 1972 cuando, como sabemos, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que trasladaba a una delegación de rugbiers a Santiago de Chile se estrelló en medio de la Cordillera de los Andes, con 29 muertos y 16 sobrevivientes. La cuenta en primer lugar a escala humana. Deja de a poco que en el espectador aparezca un sentimiento creciente de empatía y comprensión frente a la situación límite, extrema hasta lo inimaginable, que tiene frente a sus ojos. En el comienzo, antes del accidente, hay una deliberada intención de presentar a los personajes desde lo que tienen en común.
Sin esa configuración inicial, en la que más allá de algún sutil matiz predominan el espíritu de integración y la confraternidad, no sería posible exponer a cada uno de ellos más tarde, cuando está en juego a diario la supervivencia, a la idea fuerza más conmovedora de un relato que se sigue con el corazón en la mano: la epopeya de quienes lograron resistir y ser rescatados después de 72 días en medio de la cordillera de los Andes solo fue posible desde impulsos individuales surgidos de una voluntad colectiva.
El otro gran mérito de Bayona, que supera con creces todo lo que consiguió en Lo imposible (su otra gran película sobre resistencia y resiliencia a partir de una catástrofe) es integrar de la manera más virtuosa todo ese ramillete de experiencias humanas vividas al límite en un espacio específico y preciso que las sostiene. Por eso no hay otra manera de apreciar y reconocer la grandeza de La sociedad de la nieve que verla en una pantalla grande y a través de la experiencia colectiva que solo puede ofrecer una sala de cine.
Esa grandeza queda a la vista en la estremecedora y detallada secuencia del accidente, tan vibrante y poderosa que la cámara nos lleva hasta el lugar más insondable de una experiencia física tan cruenta sin hacer otra cosa que mostrarla en toda su crudeza. Aquí, como en el resto del relato, la música de Michael Giacchino se integra al sentimiento de la acción en vez de recargarla de sentido.
Y también sobresale desde ese momento, cuando cada instante es un nuevo esfuerzo sobrehumano por escapar a la muerte y en esa lucha entran en juego sentimientos, valores y conductas (dolor, culpa, remordimiento, esperanza, audacia, perdón, arrojo, resignación) de las que se vale Bayona para construir cada retrato humano de la manera más reconocible, con una individualidad que jamás renuncia al espíritu de grupo como instancia superior. No puede imaginarse un mejor camino para abordar con altura y recatada franqueza el tema más delicado de todos: qué hacer cuando no queda otro recurso para sobrevivir que alimentarse de los cuerpos de quienes ya fallecieron.
La película brilla también desde el compromiso del excelente elenco de actores uruguayos y argentinos, en el que sobresalen Enzo Vogrincic (Numa Turcatti, el narrador), Agustín Pardella (Nando Parrado) y Matías Recalt (Roberto Canessa). El ejemplar trabajo de casting a cargo de María Luisa Berch, Iair Said y Javier Braier hizo mucho para que la película encontrara, a la altura de todo el resto, los rostros y las voces más genuinas.
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