Quién es Charles Sobhraj, el asesino serial que inspiró a Netflix y ahora recuperó su libertad
La producción de la plataforma de streaming relata los crímenes cometidos por este hombre en los años 70; la decisión de su sobreseimiento la dictaminó el Tribunal Supremo de Nepal
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“Basada en hechos reales estremecedores”, advertía Netflix en su plataforma sobre La serpiente, la serie estrenada en abril del 2021. La producción está inspirada en la vida del “asesino bikini” Charles Sobhraj, quien cometió sus asesinatos en los años 70, en la ruta turística de los hippies en el sudeste asiático. Hoy, a poco más de un año de que su caso se hiciera conocido en las pantallas de todo el mundo, el hombre volvió a ser protagonista por una sorprendente noticia: el Tribunal Supremo de Nepal ordenó este miércoles su liberación.
La más alta instancia del país asiático dictaminó que el hombre, de 78 años, encarcelado en esta República del Himalaya desde 2003 por el asesinato de dos turistas estadounidenses, debía ser puesto en libertad por razones de salud, según el veredicto consultado por AFP. “Mantenerlo en prisión continuamente no está en consonancia con los derechos humanos del preso”, aseguró la Corte Suprema.
Inspiró una serie de Netflix
El thriller criminal de este perturbador hecho se convirtió en una de las piezas audiovisuales que más le rindió a la plataforma de streaming. La miniserie, de ocho episodios de una hora, integró el ranking de las series y películas más vistas en la Argentina.
La serpiente es una coproducción de la compañía estadounidense, a cargo de los guionistas Richard Warlow y Toby Finlay, con la BBC. Tiene al actor Tahar Rahim en la piel del criminal francés y a Jenna Coleman como su pareja y cómplice.
En el tráiler de la serie, Sobhraj es presentado como “el asesino más terrible de Asia”. Y las personas que lo persiguen describen sobre su forma de operar: “Roba, mata y falsifica pasaportes de sus víctimas”.
El perfil del protagonista es de un psicópata que no conoce la culpa ni el remordimiento, pero que además es atractivo, carismático y se las ingenia para salir airoso de las situaciones más extremas.
En la vida real, se lo conoce como el “asesino bikini” por las prendas que llevaban sus primeras víctimas cuando encontraron sus cuerpos. Pero también como “la serpiente”, por su frialdad y su capacidad para escabullirse sin que nadie lo notara.
La historia real detrás de la serie
Charles Sobhraj tiene hoy 78 años, está pelado y camina con dificultad. Desde hace 19 años se encuentra detenido en una prisión de Katmandú.
Pasó sus años entrando y saliendo de prisión, delinquiendo y escapándose a otros países. Logró evitar que lo extraditaran a Tailandia, donde estaba imputado por 12 asesinatos y le valía la pena de muerte, hasta que su causa prescribió.
Nació en Saigón, Vietnam, en 1944, cuando ese territorio aún era una colonia francesa. Desde la infancia se metía en problemas: comenzó a cometer pequeños robos y estafas. Pronto, los chiquitajes no le alcanzaban y decidió asaltar una joyería. Su plan falló y pasó sus primeros meses en prisión.
Su estilo seductor lo llevó a entablar una buena relación tanto con los guardias de la cárcel como con otros delincuentes. Cuando salió, lo invitaban a lujosas fiestas y comenzó a rodearse de personas de clase alta.
Allí conoció a Chantal Compagnon, quien se convirtió en su esposa y madre de su única hija, Usha. Desde el día en que se casaron las cosas no salieron bien: cuando estaban dando el sí, la policía fue a buscarlo y él intentó escapar en un auto robado, pero lo atraparon.
Pese a que era un hombre de familia, no dejó de cometer delitos y convirtió a la mujer en su cómplice. Estafaba a la gente, contrabandeaba, vendía drogas, hasta que descubrió que los turistas occidentales eran presas fáciles: estaban relajados, confiados, tenían dinero y pasaporte. De esta manera, él y Compagnon comenzaron a viajar con los documentos que robaban.
El gran problema es que sus botines le duraban poco, ya que era un ludópata y perdía todo su capital en los casinos.
Un día, un intento de asalto a un hotel de India salió mal y le valió varios meses en prisión, pero logró escapar fingiendo dolor abdominal. El mismo recurso lo usó años más tarde en Afganistán.
Como Sobhraj era una persona que no sentía remordimiento por nada, un día abandonó a su esposa y a su hija. Ellas regresaron a Francia. Fue allí cuando él adoptó el seudónimo de Alain Gautier y se centró en lo que se conocía como el sendero hippie del sudeste de Asia, donde los turistas jóvenes pasaban sus días en libertad, de fiesta, consumiendo drogas y eran un blanco fácil para él.
Se presentaba como un hombre que se dedicaba a la compraventa de piedras preciosas. Organizaba fiestas, invitaba a los turistas a su casa, se ganaba su confianza, los drogaba y les robaba todas sus pertenencias.
Allí conoció a Marie Andree Leclerc, una joven franco canadiense, que se enamoró perdidamente de él y se convirtió en su nueva cómplice. Y a Ajay Chowdhury, un hindú que se encargaba del trabajo sucio.
Cuando la víctima del robo podía delatarlos, la asesinaban a sangre fría. Nunca se logró precisar la cantidad exacta de personas que mató, ya que algunos cadáveres fueron abandonados en la selva, donde pudieron haber sido depredados por los animales; otros fueron quemados o arrojados al mar.
A veces aparecían en lugares lejanos y, por el estilo de vida que llevaban, muchos casos quedaban cerrados sin investigar.
Un joven diplomático holandés, Herman Knippenberg (interpretado por Billy Howle en la serie de Netflix), que trabajaba en la embajada de Tailandia, fue el primero que recibió una denuncia de una familia de Países Bajos por dos jóvenes desaparecidos desde hacía seis semanas, investigó y comenzó a pisarle los talones.
Knippenberg encaró el caso con profesionalismo y, pese a que no obtenía la respuesta que buscaba por parte de los funcionarios, seguía adelante. Hasta que logró que le dejaran ver los cuerpos de dos jóvenes supuestamente australianos, que habían sido quemados y se encontraban en la morgue.
Con la ayuda de un odontólogo, extrajo muestras, las envió a Ámsterdam y logró determinar la identidad de las víctimas, que eran las personas que estaba buscando.
Cuando Sobhraj se sintió acorralado, huyó hacia Nepal. Allí, desapareció su secuaz Chowdhury, a quien se presume que podría haber asesinado.
El trabajo de Knippenberg hizo que Interpol tomara cartas en el asunto y el asesino fue detenido cuando intentó estafar a un contingente de turistas franceses. Junto a Anne Marie Leclerc fueron condenados por robo, estafas e intento de homicidio. Pero la mujer enfermó de cáncer y, ocho años después, la dejaron volver a Canadá a pasar sus últimos días. Murió en 1984, a los 38 años.
Sobhraj volvió a Francia y comenzó a dar entrevistas para los medios más importantes. Salía en las portadas de las revistas y hasta firmó contratos para que su vida se convirtiera en una película. De hecho, su historia fue llevada al cine en la película Main Aur Charles (2016) o en relatos como Serpentine, de Thomas Thompson.
En 2003, el “asesino bikini” volvió a Nepal, único país en el que aún podía ser juzgado por sus crímenes. Nadie entendió por qué tomó esa decisión, pero terminó siendo atrapado y condenado por dos asesinatos.
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