La Scala de Milán, el templo de la lírica
Inaugurado en 1778, el imponente teatro italiano fue reabierto en 2004 luego de una radical modernización
ROMA.– Es uno de los teatros más famosos del mundo. Conocido como el templo de la lírica, la Scala de Milán es seguramente una de las grandes joyas culturales de Italia y el orgullo de Milán, la capital financiera del país. No por nada el 7 de diciembre –fiesta de San Ambrosio, patrono de la ciudad– y legendaria noche de apertura de la temporada lírica del teatro, cuando un asiento de platea llega a costar 2000 euros o más, se ha vuelto una cita clave de la mundanidad no sólo para los apasionados de la música, sino también para el establishment, jefes de Estado, gente del jet set y hasta de la farándula... para disgusto de los verdaderos entendidos.
Situado en una de las plazas más elegantes de la ciudad, frente a las famosas galerías que llevan al imponente Duomo de estilo gótico de la ciudad, el teatro surge en la homónima Piazza della Scala. El nombre se remonta al de la Iglesia de Santa María alla Scala, construida en 1381 y así llamada en honor a la mujer que la hizo erigir: Regina della Scala. Esposa de Bernabó Visconti, señor de Milán, Regina della Scala (1333-1384) fue una importante mujer de la época, madre de quince hijos (cinco varones y diez mujeres) y hábil política hasta tal punto que llegó a gobernar grandes feudos, y hasta a conducir tropas en algunas batallas en contra de parientes.
Muchos siglos más tarde, el Teatro alla Scala fue construido por voluntad de la emperatriz María Teresa de Austria, después de que un terrible incendio destruyó el teatro Regio Ducale el 26 de febrero de 1776, que hasta ese momento fue la sede de las representaciones líricas de Milán. Los gastos para la edificación del teatro, de hecho, fueron sostenidos por los dueños de los palcos del Ducale, a cambio de la concesión del terreno donde se levantaba la iglesia de Santa Maria alla Scala.
El proyecto le fue asignado al arquitecto neoclásico Giuseppe Piermarini, y el teatro fue inaugurado el 3 de agosto de 1778 ante el archiduque Ferdinando de Hasburgo-Este con la ópera de Antonio Salieri Europa riconosciuta ("Europa reconocida").
Con esta misma obra, que hasta entonces nunca más había vuelto a ser representada, el 7 de diciembre de 2004 volvió a reabrir sus puertas un Teatro alla Scala totalmente renovado y modernizado, luego de una reconstrucción arriesgada y polémica que duró 1000 días y costó 60 millones de euros, algo de lo cual hablaremos más adelante.
El primer período de la Scala se relacionó con la tradición de la ópera bufa napolitana. Con la llegada, en 1812, de Gioacchino Rossini (1792-1868) y de la ópera romántica, el teatro milanés se convirtió en el gran lugar del melodrama italiano.
Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los mayores cantantes de la época pasaron por su escenario. En 1921, la propiedad de los palcos, que era de privados, se trasladó a la Comuna de Milán debido a las sucesivas crisis económicas, que se habían agravado con las dificultades que había dejado la Primera Guerra Mundial. La Scala se transformó, entonces, en un ente autónomo comunal bajo el control del Estado, que asegura el financiamiento anual de la actividad.
Durante la noche del 15 de agosto de 1943, el teatro sufrió graves daños por un bombardeo. El edificio fue reinaugurado el 11 de mayo de 1946 con un memorable concierto de Arturo Toscanini. El apuro por reconstruir el teatro, al parecer con materiales distintos de los originales, empeoró la famosa acústica de la sala. Aunque las refinadísimas terminaciones del cielo raso y una magnífica y enorme araña (con casi 400 lamparitas) realizada en cristal soplado por los artesanos de Venecia dejaron boquiabierto al público.
En el período de la posguerra, la Scala vivió una segunda estación mágica bajo la gestión de Antonio Ghiringhelli. Para dar una idea del altísimo nivel productivo y artístico, dirigía Herbert von Karajan, y actuaban intérpretes como María Callas y Renata Tebaldi. Se recuerda, de hecho, que en las cercanas galerías, era común hallar melómanos tifosi de estas últimas, que discutían sobre quién era mejor.
En 1997, la Scala se transformó en una fundación con socios privados, algo que abrió una decisiva fase de modernización. Entre enero de 2000 y diciembre 2004, el teatro fue objeto de una radical reestructuración, como sucedió en otros grandes teatros europeos (L’Opera, de París, y el Covent Garden, de Londres).
Durante la obra, el moderno Teatro degli Arcimboldi de Milán fue sede de las actividades de la Scala por tres temporadas. La radical reestructuración del teatro, que fue realizada en tiempo récord si se tienen en cuenta los ritmos de las obras públicas italianas, quedó marcada por el agregado de una moderna torre escénica y, al lado, una estructura de planta oval del arquitecto suizo Mario Botta.
Como no podía ser de otra manera hubo muchas polémicas, sobre todo a raíz del impacto estético de la torre escénica y de la torre. Pero más allá de las opiniones y de los gustos, el resultado fue fabuloso.
El Colón, la eterna contracara
- El Teatro Colón parece ser una máquina de generar problemas. Preocupados por algunos de ellos, los trabajadores convocaron para hoy, a las 10, un acto en la puerta de la sala porque, sin mediar una comunicación oficial, a partir de la fecha no se podrá ingresar al Colón ya que el teatro quedará en manos exclusivas de los técnicos del ministerio de Desarrollo Urbano, encargado de la obra de infraestructura. Los trabajadores denuncian que, al no haberse realizado un inventario, el patrimonio de la sala corre peligro. "Por otro lado, esta semana el directorio del Colón estaría confeccionando una lista de trabajadores artísticos, técnicos y administrativos para pasarlos a disponibilidad", apuntan desde allí.
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