La sátira que el cine nunca verá
¿Qué pasaría si un prestigioso senador de los Estados Unidos se decidiera a contar toda la verdad y nada más que la verdad acerca de la política de su país?
Eso es precisamente lo que hace el demócrata Jay Billington Bulworth, el personaje que Warren Beatty en "El senador Bulworth", una de las comedias más ácidas, mordaces y descarnadas que el cine de Hollywood haya entregado a la hora de reflejar el patético comportamiento de buena parte de la clase política norteamericana.
Las sorpresas no terminan allí: este film multipremiado -en una decisión insólita de los programadores locales- no se estrenará en los cines argentinos y el próximo lunes llegará a los videoclubes editado por la empresa Gativideo. Es que a los 62 años, y en su cuarto trabajo como director, Beatty obtuvo tanto en Europa como en los Estados Unidos el consenso crítico que no había conseguido con "El cielo puede esperar", "Reds" y "Dick Tracy".
Contra el cinismo
Prácticamente contemporánea de otras producciones como "Colores primarios" y "Mentiras que matan", que también intentaron desnudar el cinismo y la hipocresía de la clase dirigente estadounidense, "El senador Bulworth" resultó el retrato más convincente, arriesgado y provocativo de todos.
El film -que estuvo nominado al Oscar al mejor guión original, fue candidato a tres Globos de Oro y compitió en el Festival de Venecia de 1998- comienza con la imagen del político tirado en su despacho, llorando y haciendo zapping durante horas con la mirada perdida en el televisor.
Ambientada en California, en marzo de 1996, pocos días antes de que Bulworth se presente por la reelección frente a su contrincante republicano, la película describe la insólita campaña preelectoral del atribulado y emocionalmente quebrado candidato. Harto de las presiones de su entorno (se encuentra cuatro puntos por debajo de su rival) y de las mil y una miserias del poder, decide contratar a un asesino a sueldo para que termine con su vida, no sin antes lograr que un corrupto representante de las grandes compañías aseguradoras le firme (como "gentileza") una póliza por 10 millones de dólares.
Prácticamente jugado, ya sin compromisos ni inhibiciones, inicia una cruzada en la que hace públicas, como también ocurría con Jim Carrey en el film "Mentiroso, mentiroso", las verdades más dolorosas.
De las agresiones al rap
En una iglesia de la comunidad afroamericana, por ejemplo, les dice a los feligreses que a los candidatos no les importan los negros porque la mayoría no vota ni aporta a las campañas; en un encuentro con la progresía hollywoodense, ataca a los mismísimos productores por la pésima calidad de sus películas y, en una fiesta organizada para juntar fondos en Beverly Hills, se dedica a agredir a los banqueros, los petroleros, los industriales y los diplomáticos más poderosos.
El otrora conservador Bulworth fuma marihuana, baila hip-hop en una peligrosa discoteca, se transforma en una suerte de estrella de rap (detalla con rimas pegadizas los secretos más escabrosos de sus colegas), y termina convirtiéndose en una suerte de héroe de la comunidad afroamericana ante el estupor generalizado del establishment.
En el medio, claro, se enamora de una misteriosa joven negra (la bellísima Halle Berry) y todo se complica cada vez más a partir de innumerables toques de comedia, denuncia y romance, además del suspenso de la subtrama policial en la que Bulworth puede perder la vida a cada instante.
El actor de "Bonnie &Clyde", "Shampoo" y "Bugsy" se rodeó de un elenco excepcional en el que se destacan el impar Oliver Platt (como el atolondrado y desdichado asesor de Bulworth), el veterano Jack Warden, Paul Sorvino, Don Cheadle (la revelación de "El demonio vestido de azul"), Isaiah Washington, Richard Serafian y Laurie Metcalf. Además, en varios cameos aparecen el periodista Larry King y otras figuras como Paul Mazursky, George Hamilton y William Baldwin.
Para completar las virtudes de esta notable y corrosiva sátira que ofrece el mercado de video local (cuyo presupuesto ascendió a 30 millones de dólares) hay que destacar los aportes de Vittorio Storaro en la dirección de fotografía, del talentoso Dean Tavoularis en el diseño de producción, del interminable Ennio Morricone en la banda sonora y, finalmente, del ya sexagenario Beatty en su cuádruple tarea de protagonista, coguionista, productor y realizador. Lo que se dice un regreso a lo grande.
"Washington es una farsa"
Lejos de la imagen de aquel Don Juan que tenía decenas de amantes, Warren Beatty es hoy un hombre tranquilo y relajado que disfruta de la paternidad y su status de estrella casi mítica del cine norteamericano.
Casado desde 1992 con la actriz Annette Bening, asegura "haber cambiado por completo la perspectiva sobre la vida" tras el nacimiento de sus tres hijos (de siete, cuatro y dos años).
En 1998, luego de varios fracasos profesionales, Beatty volvió a los primeros planos ("para la prensa siempre estoy regresando", afirma) con "El senador Bulworth", sátira política que ha sido comparada con clásicos como "Doctor Insólito", de Stanley Kubrick.
"Washington es una farsa total -opina- y puedo asegurarlo no sólo por las noticias que salen a la luz todos los días sino porque toda mi vida estuve ligado incluso como activista al devenir político. He visto a muchos políticos amigos ser asesinados en sentido literal y en forma figurada, directamente por las balas o a través de penosas operaciones de prensa. Da miedo cuando empezás a conocer los detalles de ese basurero."
Aunque algunos cuestionaron la virulencia de su denuncia (que no escatima términos vulgares), él se defendió al decir que "la verdadera obscenidad es la creciente disparidad entre ricos y pobres, y no el hecho de usar alguna palabra fuerte que, además, escuchás todo el tiempo en la calle. Mi intención, como hombre de cine, sigue siendo entretener, pero si esta película sirve de algo para que el Partido Demócrata recupere la que alguna vez fue su misión, bienvenida sea".