La que no quiere adioses
Teresa Berganza vuelve al Teatro Colón y dice que espera seguir cantando hasta los cien años
Hoy retorna una de las cantantes más queridas del público argentino para inaugurar en el Teatro Colón, el lunes próximo, la temporada de la Asociación Wagneriana.
Se trata de Teresa Berganza, una estrella que añora la preparación musical y la lógica en las puestas escénicas de la ópera.
"De verdad que estoy muy feliz de volver a Buenos Aires. Es que tuve un momento de preocupación por una bronquitis aguda que me dejó mal, tanto que estuve una semana en una clínica para recuperarme y hasta creí que tenía algo más grave. Pero pasó y ya estoy bien, tanto que ahora mismo termino de hacer una serie de presentaciones en España, cantando los programas que ofreceré en esta nueva visita, muy bonitos y valiosos desde el punto de vista musical."
Teresa Berganza aceptó, antes de su llegada, sostener una charla telefónica con La Nación .
"Claro que todavía me están controlando -agregó Teresa-, y debo cuidarme mucho, pero no tanto porque viajo a Buenos Aires y conozco allí a muchos médicos maravillosos. Pues vamos, que no me preocupa nada. Entonces aprovecho para preguntaros cómo están el tiempo y la política, porque por aquí dijeron que las lluvias eran terribles en Buenos Aires y que había muchos problemas en el Gobierno."
-Sí, el otoño entró con lluvias y calor, pero para tu llegada seguramente estará más fresco, y de las lluvias nunca se sabe con certeza. En cuanto a la política, hay quienes tienen esperanzas de que todo mejore.
-Bueno, eso es bueno -dice Teresa con una voz muy dulce-; yo lo suponía porque, en general, todo se magnifica y exagera, sea por el tiempo o por los gobernantes. Pero lo más notable -exclama con voz más sonora- es que me siento con gran ansiedad. Tú sabes..., ¡como si tuviera 18 años!
"Yo seré quien lo anuncie..."
A propósito, la señora Berganza desmiente una versión sobre su posible retiro. "Por ahí se ha dicho que yo, con esta nueva presentación me despediría del Teatro Colón y de la Argentina y que daría la última vuelta mundial de mi carrera. Pues no es verdad en absoluto. Quiero que se diga. Primero, porque seré yo quien anuncie si me despido. Pero eso no ocurrirá nunca, porque cantaré hasta los cien años."
Y, con desparpajo, agrega: "Bueno, en realidad es una broma, o no lo es... Pero en realidad no haré nunca una despedida. Yo me marcharé de la escena de la misma forma en que aparecí, silenciosamente, por aquello de la seriedad artística, que ha sido siempre mi obsesión. No me voy a despedir de nadie y no daré nunca un último concierto, porque os digo que ya pienso de verdad en que volveré a cantar en el Teatro Colón, porque la historia de pasión y de amor que existe entre el público del Colón y yo, que lleva mas de treinta años, es como un matrimonio, y entonces no es posible pensar en disolverlo. Además, yo no quiero fiestas de despedida. A mí no me van bien".
Las palabras de Berganza suenan contundentes. Nos convence de que ése es su credo. Entonces, parece necesario cambiar de tema, y le preguntamos:
-¿A propósito de la seriedad artística, característica de tu brillante carrera, ¿qué le puedes decir a la gente joven que parece estar condenada a carreras fugaces?
-¡Qué duro es hablarle a los jóvenes! Vivimos en un momento en que todo el mundo quiere cantar, lo que es hermosísimo, pero no todo el mundo quiere trabajar, estudiar, sacrificarse, aprender música y tener una base sólida para lanzarse a cantar. Yo participo en concursos como jurado y aseguro que es cada vez más frecuente encontrar voces, pero no artistas. Es decir, parece que no hay chicos preparados desde la base como músicos. Yo ahora quiero sacar de mis clases, antes que nada, músicos; después, cantantes con una escuela. Por suerte, ya tengo varios discípulos que van por ese camino que se hace penetrando en el estilo de Monteverdi, por el canto de Mozart, el lied alemán, la canción de cámara francesa y rusa.
"Pero claro -continúa-, todos quieren cantar Verdi y entonces hay que hacer un esfuerzo mayor. Yo en esto entrego todo mi esfuerzo y estoy muy feliz por eso. Porque lo importante es la preparación cultural, idiomática, musical que se adquiere con tiempo de a poco para construir la base. ¡Ah! y sin el mercantilismo de por medio..."
-¿Cómo se ve el panorama musical de la actualidad para la voz humana?
-Hay muy poco de bueno, porque tengo la impresión que los autores contemporáneos no conocen la voz humana. No la tratan como un instrumento al que se debe utilizar conforme a sus características, que no son las mismas que las de una trompa, un timbal o un piano.
"Y a mí me da mucha pena que los creadores de hoy no estén más relacionados con los cantantes, como ocurría en los tiempos de Monteverdi, Mozart, Rossini, Bellini, Verdi o Wagner, que escribían para una voz determinada, para los artistas que conocían y que los rodeaban, para sus condiciones, para sus aptitudes y con el cariño que ella necesita, y esto no ocurre ahora, salvo algunas pocas excepciones.
"Claro que cuando una se encuentre de nuevo con ellos en el cielo, me va encantar poder preguntarles si hice bien las cosas y si fui respetuosa con sus obras."
Crisis en la enseñanza
-Usted, que ha dominado tanto la ópera como la música de cámara, ¿donde se siente más cómoda?
-En los dos terrenos, pero resulta que últimamente me alejé de la ópera porque yo no estoy conforme con cómo se trabaja. Ya no se repiten las épocas en que estuve en el Colón con el "Cosi fan tutte" o "El barbero", cuando estábamos trabajando más de un mes para hacer las cosas como Dios manda musicalmente, con maestros estupendos en los camarines, que te enseñaban a fondo los más mínimos detalles, a respirar, a lograr cambios de color en la voz según el momento de la acción, a colocar la voz en un recitativo con dificultades. Pues vamos, que nos enseñaban a decir... Y luego, los ensayos con la escena, cuando lo musical estaba impecable.
"Y eso se ha terminao -la gran artista nos habla en subyugante madrileño- y ya no me interesa, porque eso de salir a cantar un aria y que me paguen, pues no me gusta, porque he vivido muchos momentos mágicos y nos los quiero estropear."
Y para reafirmar aún más sus ideas, con un tono que delata desconsuelo, agrega: "A la gente joven no se les enseña a decirrr -prolonga la erre con fuerza-; sólo se les inculca dar agudos y cantar fuerte. Pero el cantante es un actor y no se les enseña a pronunciar, pro-nun-ciar... -Teresa articula por silabas-, porque los compositores geniales han escrito sobre la base de la articulación y de la acentuación, tanto que si hay un acento musical es porque esa palabra hay que acentuarla, y es por algo."
Pobrecitos los cantantes...
-Y en cuanto a los directores de escena, ¿cuál es tu opinión?
-Bueno, que hay unas barbaridades que veo por televisión y que parecen que te están tomando el pelo y tengo que cerrar, porque me hace daño. Y pobrecitos los cantantes. Claro, es lo que les ofrecen y se entregan a cualquier cosa. Entonces hemos visto personajes en un water, o un hombre desnudo haciendo obscenidades, sólo por hacerlas, porque nada de eso tiene que ver con la obra. Y también los cambios de época...
"Imagínate que si Mozart hubiera vivido en nuestro tiempo, pues hubiera hecho las cosas diferentes, por las libertades de la creación y entonces, por ejemplo las dos hermanas de "Cosi...", pues que se hubieran acostado con los jóvenes y no es que en el siglo XVIII no lo hicieran. Pues ¡que era a escondidas!" Y Berganza ríe con picardía.
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