La perturbadora película de terror que desembarcó en el streaming y te pondrá los pelos de punta
Se encuentra disponible en las plataformas Star+ y Paramount; está protagonizada por Sosie Bacon
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Es ingrato, pero aunque el cine de terror aportó grandes momentos y películas, sigue siendo un género menor. No le alcanzan ni Nosferatu, Frankenstein, La noche de los muertos vivos, El resplandor, Halloween, Psicosis, Carrie, ni grandes ejemplos recientes: el terror es para adolescentes y pasatista.
No es que Sonríe — la película disponible en Star+, Paramount y para alquilar en NSNow de Nuevo Siglo — sea así de importante pero es, sí, un buen ejemplo del poder del género.
Está protagonizada por Sosie Bacon como Rose, una joven psiquiatra clínica que convive con el dolor de haber presenciado el suicidio de su madre.
Cuando una paciente histérica (Caitlin Stasey) dice estar siendo acosada por una entidad asesina que cambia de forma, y que este espectro apareció después de que vio a alguien suicidarse brutalmente, Rose siente empatía de inmediato. Lo que sucede a continuación es tan horrible que no solo resucitará viejos terrores, sino que engendrará otros nuevos, desestabilizando a la psiquiatra y a los que están cerca de ella.
Cada vez más convencida de que ella también va a morir de una manera horrible, Rose está plagada de recuerdos espantosos y alucinaciones pesadillescas. Sus amigos y familiares, incluida una hermana distraída (Gillian Zinser), un prometido distante (Jessie T. Usher) y un supervisor preocupado (Kal Penn), presumen daño psicológico.
Solo su exnovio (Kyle Gallner), un simpático detective de la Policía, está dispuesto a ayudarla a investigar a alguien que haya tenido una experiencia similar.
En su uso temático del trauma sin procesar y, especialmente, en su presentación de la muerte como una suerte de infección viral que se transmite de una persona a otra, Sonríe adopta una configuración de película de terror inmediatamente reconocible. En el pasado, esto se ha centrado en piezas de tecnología malditas, como la cinta de video en The Ring (2002) y el celular en Una llamada perdida (2005). Aquí, sin embargo, la muerte se transmite simplemente al presenciar un acto, y en ese sentido, la referencia más cercana puede ser la inmensamente espeluznante It Follows (2015) de David Robert Mitchell. En esa película, el virus malévolo se contagia a través del sexo; aquí, el medio es el suicidio, y cuanto más sangriento, mejor.
Sus 216 millones de dólares recaudados globalmente (sobre un presupuesto de 17 millones), no solo revela la eficacia de Sonríe, sino también que es parte de una revitalización de un género de terror que va más allá del susto.
El díptico de Ti West que conforman X y Pearl o Bárbaro (Star+) de Zach Cregger también se estrenaron en 2022 y son dos aportes importantes al canon.
Allí también está el cine de Ari Aster (El legado del diablo que está en Netflix y HBO Max; Midsommar), el de Jordan Peele (¡Huye!, Nosotros, Nope) y el de Jennifer Kent (The Badabook), tres nombres importantes del cine actual más allá de los géneros.
Parker Finn, quien dirigió Sonríe, dijo haber quedado fascinado por las sonrisas siniestras, pero no tanto por lo escalofriantes que se ven. Lo que hace que una sonrisa sea lo suficientemente aterradora como para construir una película, dijo, es lo que esconde.
Las películas de terror hicieron eso desde siempre: en los créditos finales de Pearl, Mia Goth tiene una sonrisa maníaca por un rato dolorosamente largo.
“Cargamos traumas, y para no dejar entrar a nadie, llevamos una sonrisa como máscara”, dijo. “Quería que la sonrisa fuera una careta para ocultar las verdaderas intenciones del mal”.
Finn, de 35 años, creció en Akron, Ohio, hijo de un padre cinéfilo que alentaba a deambular por los pasillos de las tiendas de videos en busca de tapas extrañas. Finn dijo que al hacer Sonríe, su debut cinematográfico, se había sentido atraído por esas películas de terror sobre una “leyenda urbana que siempre has conocido, que siempre llega completamente formada frente a ti”, como las películas de demonios japonesas o El bebé de Rosemary.
No es de extrañar que el horror ame las sonrisas. En El hombre que ríe (1928), el noble personaje de Conrad Veidt estaba condenado a reír para siempre con un rictus, en la que los músculos faciales se contraían en una mueca. En El Resplandor (1980), Jack Nicholson saluda a Shelley Duvall a través de la puerta con una sonrisa, un hacha y un “Aquí está Johnny”.
Y la sonrisa desesperada y llorosa de Betty Gabriel hacia Daniel Kaluuya, es un siniestro punto de inflexión en ¡Huye! Por supuesto, están las sonrisas en los rostros que inherentemente prometen amistad: en payasos como el Guasón, muñecos como Chucky y maniquíes de ventrílocuo como el que complica a Anthony Hopkins en Magia (1978).
Si Finn está considerando una secuela de Sonríe (ya firmó un acuerdo de exclusividad con Paramount, el estudio detrás de la película) que trafique con tales contradicciones inherentes, parece que ya tiene una idea, y esta vez comienza con una foto.
“Si alguna vez te detenés y observás a un grupo de personas tomar una foto, lo interesante es cómo ponen una gran sonrisa y la sonrisa desaparece” una vez que se toma la foto, precisó. “Es una cosa muy extraña que hacen los humanos”, concluyó.
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