La noche del son cubano
Los protagonistas son Barbarito Torres y Pío Leyva
CARACAS.- En 1997, el disco "Buena Vista Social Club" puso a la música tradicional cubana en el centro de la escena mundial. Después llegaron los conciertos memorables tras lo cual cada uno de los 18 integrantes del proyecto, producido por Ry Cooder y que Wim Wenders retrató en una película documental, tomaron su propio rumbo.
Aunque la promoción lo promete, es imposible pensar en ver a ese seleccionado cubano tal cual la gente lo disfrutó en el disco o en la película. El grupo reunido especialmente para ese disco quedó fragmentado en partes que giran por distintos lugares del mundo, con su propio repertorio, siempre signados por la estrella promocional del Buena Vista Social Club.
Es el caso del virtuoso del laúd Barbarito Torres y del legendario sonero Pío Leyva, que llegaron a Venezuela como primer paso de su gira por Chile, Uruguay y la Argentina, para reavivar parte de esa fiebre por el son, con el confuso título de Las Estrellas del Buena Vista.
Si bien los mismos músicos se encargaron de aclarar que el show poco tendría que ver con ese proyecto único, y que a regañadientes incluirían un número del citado disco, las 2400 personas que agotaron las localidades del complejo cultural Teresa Carreño, asistieron ilusionadas por revivir los instantes mágicos del film y la placa.
La cadencia y la atmósfera del son cubano estuvieron presentes, pero el repertorio fascinante del Buena Vista, no. Es necesario aclararlo para que no haya confusiones. Sin embargo, para quienes se entregaron a un auténtico espectáculo de música popular cubana, con ritmos como la guaracha, el bolero, el son, la guajira o el danzón (difíciles de disfrutar a menos que se viaje hasta la isla) se fueron más que satisfechos.
Con los primeros acordes de una guaracha bien sabrosa, Barbarito Torres y su septeto típico del oriente cubano logran la inmediata aprobación. Claro que el músico que la prensa americana bautizó como el Jimie Hendrix del laúd no fue lo que movilizó al total de los asistentes. La gente esperará hasta el final, al seleccionado completo de Las Estrellas del Buena Vista Social Club.
Lo que el público verá, aplaudirá y hasta bailará -sin darse cuenta de que el tiempo del show va pasando- será un exquisito septeto típico con Pío Leyva como estrella invitada, sin Puntillita Licea, que se retiró de la gira por problemas de salud, y un Barbarito Torres muy inspirado.
Con su conjunto, el laudista sostiene el andamiaje de un concierto de dos horas, donde otorga un viaje musical a la región originaria del son cubano, a esa esencia guajira (campesina) sencilla y cadenciosa que contagió la inspiración de este virtuoso del laúd.
Con una formación integrada por guitarra, percusión, trompeta y tres, complementada con la voz de Conchita Torres y el joven sonero-contrabajista Víctor Villes, el músico se distancia del repertorio Buena Vista y ofrece básicamente la propuesta bailable y tradicional, que plasmó el año último en el disco "Havana Café" (donde participó Omara Portuondo).
Leyenda en escena
El sonero Pío Leyva, otro partícipe de la película de Wenders, pero no del disco, tendrá una actuación corta, pero intensa. Con 84 años bien vividos, Pío sólo tiene tiempo para entregar su arte en tres temas (en el show de Buenos Aires, el cantante tendrá más presencia). Aunque con una breve intervención, le sobra para robarse las ovaciones de la noche.
A la manera de un Goyeneche del son, "El montunero de Cuba" cautiva con su voz cascada, improvisa versos que dedica a las caraqueñas, chista a los que le piden el famoso tema "Chan-chan", se burla de una sala "culta" como el Careño, para cantar acto seguido, parafraseando a "La donna é mobile": "Un automovile, dos automoviles, tres automoviles...."; hace gala de un carisma único y luego se pierde entre bastidores, para reaparecer al final sólo para saludar. El resto de la noche es para Barbarito Torres, que despliega técnica e improvisación en su instrumento de doce cuerdas. El hombre del laúd también aporta su cuota de showman y se dedica a interpretar su instrumento de espaldas. Al final, incluirá una versión de "El cuarto de Tula", el único tema Buena Vista de la noche, donde Barbarito se vuelve efectivamente loco y la gente también.
El laudista demuestra que el Buena Vista Social Club fue sólo una excusa para descubrir todo ese tesoro musical que hay en la isla. Pero no nació ayer, ni tampoco lo inventó Ry Cooder.
Hace rato que el son habita en las calles cubanas antes de cualquier fenómeno world music .
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