La música de Gubaidulina en las manos de Marcela Roggeri
Estrena hoy “Introitus” junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Natalia Larangeira
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Siempre que Marcela Roggeri regresa a Buenos Aires trae consigo algo diferente para mostrar. La pianista, recién mudada a París luego de veinte años viviendo en Londres, vuelve en esta oportunidad para el estreno argentino de Introitus, obra de la compositora rusa Sofia Gubaidulina. Junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida para esta ocasión por la brasileña Natalia Larangeira, será una presentación que tendrá la particularidad de descubrir a la mujer en la música desde diversas perspectivas en simultáneo: como intérprete, compositora y directora. El programa del concierto comenzará con una obra compuesta por otra mujer: “Música para arcos”, de la argentina Hilda Dianda. Para la segunda parte está programada la Serenata No. 2, Op. 16 de Brahms.
El vínculo de Roggeri con la música de Gubaidulina se remonta varios años atrás cuando participó en el espectáculo Vivir en el fuego dirigido por Alejandro Tantanian junto a la actriz Elena Tasisto, encargada de darle voz a los textos de la poeta Marina Tsvietaieva. “Ser parte de ese espectáculo me marcó muchísimo, allí pude conocer la obra de esa escritora rusa que vivió una vida trágica pero que también dejó el legado de un talento inmenso. A la vez fue lo que inició mi aventura con la música de Gubaidulina. Ellas no eran contemporáneas, pero muchas de las composiciones de Gubaidulina se inspiraron en la vida de Tsvietaieva. A partir de allí me sumergí en su universo y grabé sus obras completas para piano solo. Me parece muy importante homenajearla a través de este concierto, ella acaba de cumplir 90 años y me siento orgullosa de traerla a la Argentina. Es una música que está muy bien escrita, tan reflexiva que vale la pena compartirla,” dice la pianista.
La misa se divide en varias partes y este “Introitus” de Gubaidulina sería como lo indica su nombre, la introducción. “Nacida en 1931 en una época muy dura del régimen soviético, esta compositora de origen tártaro relaciona mucho su vida con la música que escribe. Ella se define profundamente religiosa, pero entendiendo la religión como re-ligare, volver a construir el legato de la vida y de los vínculos. Afirma que la mejor manera de reconstruir ese legado e integrar su espíritu es a través de la música. Tiene ese lado que se encuentra en permanente contraste entre lo religioso, lo sagrado y lo humano y el drama. En esta obra uno siente que se está gestando algo que no ocurre, una preparación para lo que va a venir. Todo es un ir y venir, un diálogo meditativo en donde el piano tiene momentos muy contemplativos y la orquesta estallidos de música y sonoridades. Yo siempre digo que esto no es un concierto para piano a pesar de que así está escrito por ella, aquí la flauta, el fagot y el oboe tienen un rol importantísimo. Se interpreta con una formación de cámara clásica en donde el concertino es también muy importante. Hay mucho de música de cámara de diálogo entre los instrumentos. No es una obra de fácil escucha, pero pienso que si uno puede aportar algo distinto y hacer descubrir al público algo nuevo es importante hacerlo. Además, dentro del contexto que estamos viviendo la meditación fue algo a lo que me dediqué con más profundidad y este tipo de música ayuda a colocarte en un espíritu de contemplación”, explica Roggeri.
Con una carrera que la ha llevado por múltiples escenarios, un repertorio que se pasea desde Scarlatti hasta Gubaidulina, de Soler a Copland, de Villalobos a Piazzolla y acreedora de importantes premios, Roggeri ha tocado bajo la dirección de grandes nombres, aunque curiosamente es esta la primera vez que lo hace bajo una batuta femenina. “Desde el primer momento note en Larangeira a una persona muy cálida y comprometida. Eso me entusiasma, sentir que en el escenario estaremos haciendo música una compositora, una directora y una pianista,” afirma.
A pesar de que la pandemia la mantuvo alejada de los escenarios como a todos los artistas, ella decidió adaptarse y buscar nuevas ventanas a través de las cuales llevar su música. “Me pregunté que pensaba hacer en esos primeros meses y surgió la idea de grabar videos musicales en los cuales además de presentar una obra también preparaba un texto referente a eso que estaba interpretando. No algo escolástico, sino más bien que significado tenia esa obra en particular con el momento que estábamos viviendo. El canal Allegro me ayudó muchísimo y fue saliendo un video casi semanal. A través de tutoriales, mi marido a quien le encanta la fotografía empezó a estudiar como filmarlos. Compramos luces, un micrófono y nos fuimos perfeccionando. Lo hermoso de esta experiencia es que nos dimos cuenta de que el mundo se hizo chiquito y que nos podían ver de muchos lados. Luego surgió la propuesta de grabar un CD con una selección de la música que presenté y que llamamos Music from Home. Lo que pasa es que todo esto relativo a las redes lleva muchísimo tiempo y dedicación y ahora que volvieron los conciertos presenciales me es más difícil de continuar con la misma intensidad.”
De a poco vuelve esa vida de conciertos y compromisos alrededor del mundo a la que está acostumbrada. Ya estuvo en Francia, grabó en Viena un trabajo sobre Piazzolla junto al flautista brasileño James Strauss y antes de regresar a su nueva casa en París, volverá a tocar el piano en Buenos Aires acompañada del clarinetista Mariano Rey para el ciclo Reencuentro creado por el ambientador Martin Roig como una alternativa para presentar conciertos fuera del circuito tradicional.
Para agendar
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Directora: Natalia Larangeira
Solista: Marcela Roggeri
Función: Hoy, a las 20.
Entradas: Boletería de Tu Entrada y a través de www.teatrocolon.org.ar
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