La muerte de David Bowie: sus mejores actuaciones en cine
El brillante y multifacético artista desplegó todo su talento y carisma también en el cine, donde brilló en films como Laberinto, El ansia y Furyo
Con una capacidad extraordinaria para transformarse en diferentes personajes, David Bowie se inició en la actuación previamente a la música, estudiando con Lindsay Kemp. En su primer protagónico, El hombre que cayó a la tierra, de Nicolas Roeg (1976), encarnó a Thomas Jerome Newton. Basada en la novela de Walter Tevis, la película cuenta la historia de un extraterrestre llega a la Tierra tras abandonar un planeta en vías de destrucción, en busca de recursos naturales y financiación para construir su nave y volver al espacio.
Dos años más tarde, protagonizó Apenas un gigoló, producción anglo-germana dirigida por David Hemmings (protagonista de Blow Up y Barbarella), donde Bowie interpretaba a un oficial prusiano que entabla una relación con una baronesa (Marlene Dietrich, en su última aparición en cine).
El reconocimiento no llegó hasta Furyo (1983), de Nagisa Ôshima, donde el músico componía a un oficial australiano que, durante la Segunda Guerra Mundial, es confinado en un campo de prisioneros de guerra japonés. El choque de culturas y la tensión sexual entre Jack Celliers y el capitán Yonoi (Ryuichi Sakamoto, quien escribió la recordada música del film) dominan la película.
Otros dos roles memorables de Bowie se sirvieron de su aspecto entre extraterrestre y sobrenatural, y un estilo de actuación muy alejado del minimalismo que, sin embargo, era profundamente emotivo. En El ansia, de Tony Scott (1983) era el amante de una vampira (Catherine Deneuve) que se obsesiona con la doctora mortal (Susan Sarandon), a quien él pide ayuda para escapar de sus garras (o colmillos). La incredulidad da paso a la fascinación y pronto el triángulo se vuelve tan peligroso como metafísico.
En Laberinto (1986), de Jim Henson, el músico era el rey de los duendes que se decidía –con divertida malevolencia– a concederle el deseo a una adolescente (Jennifer Connelly) de liberarla de un insoportable hermanito menor. Así, la chica debe internarse en el laberinto del título y rescatarlo antes de que venza el plazo. Entre mágicas criaturas y líricas escenografías creadas por Henson para ambientar el mundo fantástico que el personaje de Connelly conjura con su relato –tratando de calmar a ese niño que no quiere dormirse– Bowie parecía como en casa.
En los años subsiguientes su trabajo en películas se redujo, pero nunca desapareció del todo: fue Poncio Pilato en La última tentación de Cristo (1988), Andy Warhol en Basquiat (1996) Nikola Tesla en El gran truco (2006) y participó de la secuela cinematográfica de Twin Peaks, Fuego camina conmigo (1992) También supo reirse de sí mismo en un capítulo de la serie Extras, de Ricky Gervais y en Zoolander.
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