La monumental película que costó 140 millones de dólares y nunca vio la luz
Empires of the Deep aspiraba a ser una superproducción similar a Avatar, pero una seguidilla de traspiés en el rodaje la condujeron al olvido
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Empires of the Deep (Imperios de las profundidades, en español) es el título de la “Avatar china”: una megaproducción cinematográfica que costó 140 millones de dólares, tuvo cinco directores diferentes y jamás vio la luz. Surgió del sueño de Jon Jiang, un magnate de Beijing, y del afán de posicionar al gigante asiático en lo alto de la industria. A pesar de muchos esfuerzos, el proyecto terminó convertido en un fiasco legendario.
La trama sigue a un valiente joven de la antigua Grecia que, en busca de salvar a su padre, se ve envuelto en una guerra con un imperio de los abismos submarinos. En medio de su misión, se enamora de una sirena. El trailer, lanzado en 2012, adelanta al espectador una aventura en la que los héroes luchan para encontrar la verdad y el honor, pero también se ven impulsados por el poder y la venganza. La épica batalla entre el bien y el mal promete alcanzar su punto más alto con el resurgimiento del “Mago Demonio”, un feroz enemigo que, tras mil años de destierro, anuncia la muerte y la destrucción.
En el fondo marino que muestran los avances del film conviven guerreros griegos, piratas, sirenas que matan en la intimidad, mariscos gigantes, criaturas extrañas y hombres con aletas. Todo eso animado por una sobrecarga de efectos 3D y detalles digitales que, por momentos, le dan un aspecto de videojuego.
“Queríamos que se viera tan bien como Star Wars”, confió Jiang a The Atavist Magazine. Para lograrlo, convocó a expertos que habían trabajado en Avatar y sumó más de 1300 efectos especiales, superando a la película Transformers.
En 2010, cuando el film todavía se estaba gestando, The New York Times lo describió en una nota como “una combinación de Avatar, Gladiador y Piratas del Caribe”. Al menos, esa era la aspiración del magnate, que buscaba posicionar a China como una potencia cinematográfica mundial y optó por crear un producto para el mercado internacional, hablado en inglés.
A su vez, reunió a un elenco de actores occidentales provenientes de Estados Unidos, Francia y Brasil, entre otros países; contrató a guionistas de Hollywood y eligió a directores europeos y estadounidenses.
Según contó en diálogo con NYT, Jiang tenía una obsesión por el cine y, pese a que no había trabajado jamás en una producción de estas características, confiaba en su talento tras haber visto unas 4000 películas. Su cometido era lograr “una tragedia amorosa muy seria”, a la que describió como “una combinación de algo místico, algo que satisface la sed de sangre y algo sensual”.
“Soy un productor internacional. No quiero hacer películas chinas. No conozco la forma china de contar historias“, aseguró en la entrevista. Pero como el régimen de su país ejercía un estricto control sobre los proyectos importantes y su película debía ser aprobada por el Partido Comunista, se vio obligado a incluir más elementos chinos, como una raza de gente dragón, y a elegir a un actor local renombrado, como Hu Jun.
Empires of the Deep se vendió como una coproducción china-estadounidense, pero detrás de esa idea había una trampa. La compañía de Hollywood E-magine Studios era, en realidad, una empresa propiedad de Jiang y sus amigos.
El magnate soñaba también contar con una actriz célebre, como Monica Bellucci o Sharon Stone, para posicionar su lanzamiento en el mercado internacional, pero ambas rechazaron su propuesta. En su lugar, el papel femenino principal quedó en manos de la ucraniana Olga Kurylenko (Quantum of Solace).
El interminable conflicto con los directores
El film tuvo cinco directores diferentes, aunque solo tres de ellos rodaron la película. Primero, Jiang contrató a Irvin Kershner (Star Wars: Episodio V - El imperio contraataca). Tras su renuncia, llegó el francés Pitof (Alien: Resurrección), experto en efectos especiales, quien se arrepintió del proyecto antes de empezar a grabar.
Lo sucedieron Jonathan Lawrence (Peacemaker), Michael French (Jim Carrey: Unnatural Act) y Scott Miller (Ordinary World): ninguno de ellos había dirigido previamente una película de acción de gran presupuesto.
Según reconstruyó The Atavist Magazine, a finales de 2007, Mark Byers le comentó a Lawrence la posibilidad de encarar un proyecto en China. Fue así que le organizó una reunión con Jiang en un restaurante de Hollywood durante el evento American Film Market. “Si podés salir y hacer una escena tan grande como Transformers, te tendré en cuenta”, le dijo el millonario.
Lawrence no estaba interesado pero su afecto por Byers hizo que aceptara mirar el guión. Lo encontró extraño y desordenado, se lo pasó a su ayudante para que hiciera algunos comentarios y le enviaron las anotaciones a Jiang. No recibió respuesta.
A través de la actriz Cassandra Gava (Conan el Bárbaro), el multimillonario lanzó la búsqueda de un guionista hollywoodense y reclutó a Randall Frakes, un amigo de James Cameron que se había desempeñado como consultor en Terminator. Jiang le ofreció 25.000 dólares para desarrollar la historia y reescribir el libreto.
En declaraciones posteriores, el guionista admitió: “Era un robo, una mala versión de escenas de En busca del arca perdida, de algunas de las películas de Star Wars, de todas las grandes películas que habían tenido éxito en los años 80”. El magnate estuvo de acuerdo.
Mientras tanto, el empresario había contactado al director Irvin Kershner, quien aceptó el reto como último desafío de su carrera. El hombre detrás del film de James Bond Nunca digas nunca jamás coincidió con Frakes en que la historia no funcionaba e idearon una versión moderna de la misma. Al leerla, Jiang se enojó y ambos renunciaron.
Fue en ese momento que el productor buscó a Jean-Christophe Comar, popularmente conocido como Pitof. Para tentarlo, le ofreció 400.000 dólares por adelantado por un año de trabajo. El director aceptó y llamó a Michael Ryan para que lo ayudara a redactar un nuevo guión. Según afirmó, el producto final era una versión mejorada de Furia de Titanes, con efectos visuales y toques de humor. Pero Jiang volvió a ofenderse y lo tildó de mal escritor. Pitof también renunció.
El multimillonario volvió a recurrir a Lawrence. En septiembre de 2008, firmó un contrato por cinco meses. “Queríamos hacer una gran película”, afirmó el director, pero nada le fue fácil con un productor que controlaba todos sus movimientos y no había cumplido con las exigencias de sus empleados.
Al igual que sus antecesores, Lawrence comenzó a trabajar sobre la trama. Debía lograr que fuera coherente, pero había mucho que reformular. Traductor mediante, tuvo acaloradas discusiones con Jiang, al punto que llegó a pedir que le dijeran a su jefe que su guión era “una de las peores mier... que había leído”. El magnate chino se mantuvo tranquilo y le respondió: “No tenés créditos en IMDb como escritor”.
En diciembre de ese año, Jiang ordenó que se comenzara a rodar. Lawrence llevaba solamente un tercio de la reescritura, el elenco no había podido ensayar y estaba todo demasiado verde, pero le compartió al equipo un libro con anotaciones.
El director de fotografía abandonó su puesto antes de comenzar la filmación y en su lugar ingresó Rao Xiaobing, quien mantuvo una relación tensa con Lawrence. Para peor, cada vez que Jiang irrumpía en el rodaje, hacía peticiones irracionales que demoraban el proceso.
El realizador tuvo que adecuarse a un estilo de rodaje totalmente diferente al de Hollywood, donde los errores se arreglaban sobre la marcha, con un calendario desordenado y peleas en el set. Jiang se molestó por las quejas de los actores y el equipo extranjero y los trató de blandos.
La actriz Irena Violette, una exmodelo de origen rumano que había trabajado junto a Jennifer Garner y Reese Witherspoon en Estados Unidos, renunció en medio de las grabaciones a su papel como la sirena Dada y debió escapar de China con ayuda del consulado norteamericano.
Unas semanas después, Lawrence se dio cuenta de que él también quería salir. Su contrato terminaría pronto, y la película no era en absoluto lo que había imaginado. Le dijo a Jiang que terminaría su obra por un millón de dólares y este lo acusó de extorsión.
Así fue como, en febrero de 2009, el director canadiense Michael French se hizo cargo de Empires of the Deep. Antes de firmar, puso una condición: tenía un compromiso laboral y debía regresar a Ottawa a finales de abril. Jiang aceptó.
Como el guión le pareció cursi, decidió dirigirlo como una comedia. El nuevo enfoque mejoró el clima en el set. Lawrence había completado un tercio de la filmación y French tenía unos 100 días para rodar el resto. Para acelerar el proceso, recortó grandes fragmentos de diálogo.
En abril, días antes del fin de su contrato, French fue convocado a una conferencia de prensa en Beijing en la que fue presentado el primer trailer de la película. La mayor parte del guión estaba filmado, pero Jiang comenzó a agregar escenas adicionales y le exigió que se quedara hasta terminar, amenazándolo con no pagarle lo último de su trabajo. El director hizo caso omiso: se volvió a Canadá y el multimillonario nunca le liquidó la parte final de su labor.
En una entrevista con The New York Times, Jiang reconoció haber tenido “problemas de liquidez”.
Así fue que llegó Scott Miller, hijo de Warren Miller. Trabajó tres meses en el set y agregó “emoción” y “material para construir el romance”. Pese a que presionó para volver a rodar todo, su pedido fue denegado y tuvo que arreglarse con lo que había.
Al día de hoy, los realizadores no se ponen de acuerdo en cuánto filmó cada uno y, pese a que la película jamás se estrenó, en su material promocional se menciona a Kershner como uno de los directores junto a Miller y French, pero no aparecen Pitof ni Lawrence.
El estreno que nunca ocurrió
El lanzamiento de Empires of the Deep estaba programado para 2011, pero no sucedió. En octubre de 2012, dos años después de que terminara de editarse la fotografía principal, se publicó un trailer de manera online.
Al año siguiente, los asistentes de Jiang llamaron a uno de los protagonistas para invitarlo al Festival de Cine de Cannes para promocionar la película, pero le cancelaron cuando estaba yendo al aeropuerto. En 2013, fue convocado a una proyección del film en el estudio de Sony Pictures en Los Ángeles.
En abril de 2014, casi cuatro años después del fin del rodaje, convocaron a los actores para volver a grabar algunas escenas. A comienzos de 2016, se difundió un trailer mejorado en un sitio web chino de financiación colectiva: los productores buscaban recaudar un millón de yuanes (poco más de 150.000 dólares) para lanzar la película ese año, pero no lo lograron.
Por su parte, Jiang comenzó con un nuevo proyecto: un film llamado Parallel Universes (Universos paralelos), basado en las teorías de la mecánica cuántica, que tampoco se estrenó.
Cuatro curiosidades sobre Empires of the Deep
- Para el papel de Aka, la princesa sirena, fue convocada una joven actriz llamada Shi Yanfei, que tenía poca experiencia y apenas hablaba inglés. Luego se descubrió que era la novia de Jiang.
- En 2007, antes de comenzar a rodar la película Jiang creó una empresa de efectos especiales, que llamó Fontelysee Pictures, para que estuviera detrás de la producción.
- Antes de comenzar las grabaciones, se celebró una ceremonia en el set para bendecir las costosas cámaras Panavision que se habían alquilado. Para esto, se colocaron mantas rojas sobre los aparatos y se encendieron varillas de incienso, mientras un miembro del equipo pronunciaba un breve discurso en chino.
- Empires of the Deep fue apodada, con ironía, “la película de los peces” por los estadounidenses que integraban el elenco y el equipo de producción, ya que no estaban a gusto con las condiciones de trabajo.
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