La experiencia mística de una participante de Bienvenidos a bordo que dejó sin palabras a Guido Kaczka

El juego de los jubilados, a pesar de ser uno de los más populares de Bienvenidos a bordo (eltrece), se encuentra entre los más difíciles de ganar. Decenas de concursantes pasan cada semana con la esperanza de sacar las cartas adecuadas y así poder llevarse a sus casas el premio elegido. Sin embargo, son pocos los que lo consiguen. En la edición del jueves, una participante se encontró entre las afortunadas tras presenciar una mística experiencia.

El desafío es engañosamente simple. La idea principal es que el concursante mezcle un mazo de cartas gigantes, cortarlo y repartir dos pilas de tres cartas. Luego le debe asignar uno a Guido Kackza y quedarse con otro. Gana si sus propias barajas son menores en número a las que le dio al conductor. No importa la maña de los jugadores, el resultado está totalmente librado al azar.

Ignorando que las estadísticas estaban en su contra, una mujer llamada Raquel entró al estudio confiando en que la suerte estaba de su lado. Una vez frente a las cámaras y tras haber saludado a Guido, la participante aseguró que se encontraba en su mejor momento porque está atravesando Januca, la festividad judía. “Es el mes de los milagros”, explicó.

La charla previa que el conductor mantiene con todos los invitados derivó a otras temáticas pero, inevitablemente, regresó a las creencias religiosas. Esto sucedió de una forma muy llamativa. La mujer comenzó hablando de su hermana, con quien trabajaba en el área del periodismo, y quien murió hace quince años.

Al escuchar eso, Guido se adelantó al pedirle disculpas por hacerla llorar, a pesar de que ella no había dejado caer ni una lágrima. Todo lo contrario, la participante se mostraba radiante de estar ahí y aseguró que recuerda a su querida hermana todos los días. “Ella me dijo que viniera”, dijo, al pasar. Sin entender a qué se refería e invadido por la curiosidad, Kackza cuestionó cómo podía ser que una persona fallecida le hubiese dado una recomendación.

Su primer instinto fue creer que, quizás, había entendido mal. Pero todas las dudas quedaron disipadas cuando Raquel expresó que ella cree en las almas y que su hermana le habla. No solo eso, sino que también le da una mano cuando es necesario. Antes de empezar a jugar, invocó su ayuda y frente a la sorpresa de todos los presentes, una tras otra las cartas mostraron las cifras necesarias para ganar.

Conmovida hasta las lágrimas, la concursante no pudo más que abrazar a Guido con toda sus fuerzas mientras le agradecía profundamente la oportunidad de llevarse un tan necesario lavarropas.

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