Con Gael García Bernal y Fele Martínez
Pudor artificioso y severidad
Hay un verdadero esfuerzo de orfebrería narrativa en la última película de Pedro Almodóvar: una historia determinada es relatada en forma literaria por uno de sus protagonistas y en formato de película por otro. Luego, un tercer personaje complementa esa historia narrando a su vez circunstancias que redefinen todo lo que se ha visto hasta el momento. El realizador ha dicho que la estructura de su film es como esas muñecas rusas "que se esconden unas dentro de otras". Además, cada escena crucial, cada momento revelador, se corresponde con una visita que uno de los personajes importantes le hace a otro.
Hace una década que el realizador trabaja sobre el guión de este film y en algún momento el proyecto tuvo por título precisamente La visita , que es también el nombre del cuento que activó la historia del film. Como resultado de todas esas operaciones, el público no termina de armar el rompecabezas narrativo hasta el final.
Almodóvar también ha dicho que le gustaría considerar La mala educación como un film noir , la variante más atractiva del género policial. La compleja estructura de la película se corresponde, de hecho, con la de los muchos grandes films negros, como El halcón maltés (The Maltese Falcon , John Huston, 1941), Al borde del abismo (The Big Sleep , Howard Hawks, 1945), Traidora y mortal (Out of the Past , Jacques Tourneur, 1947) o El beso mortal (Kiss Me Deadly , Robert Aldrich, 1955), cuyos argumentos dan tantas vueltas que nunca terminan de revelarse por completo al espectador. La diferencia crucial con La mala educación es que en esos films siempre importaba más la atmósfera que la trama propiamente dicha: la "realidad" (lo que "realmente sucede", la "verdad") tenía en todos ellos un carácter siempre elusivo, como suele pasar en la vida.
Como si hubiera perdido la fe en la inteligencia del público o en su propia capacidad para producir imágenes lo suficientemente sugestivas, Almodóvar no sólo se siente obligado a resignar toda ambigüedad subrayando verbalmente todo lo que muestra, sino que además, al llegar al final, deja que todo quede lo suficientemente claro, sin ningún misterio por resolver. En ocasiones logra escenas de verdadera sensualidad y hay todo un segmento del film, que transcurre en un colegio de curas, donde equilibra la sensación de asfixia represiva con la audacia de la transgresión. Son, sin embargo, momentos aislados en una obra que parece comenzar de nuevo con cada cambio de escena.
Antes que un film noire , el director ha realizado una nueva versión de La malvada (All About Eve , Joseph Mankiewicz, 1950), cambiando el sexo de los protagonistas y agregando algunos elementos del policial, como la complicidad criminal entre dos amantes.
La película se ha promocionado bastante sobre una situación en la que un sacerdote abusa sexualmente de un niño. No se trata de un hecho circunstancial (el chico queda literalmente "partido en dos" después de sufrirlo), pero las autoridades eclesiásticas no tienen de qué preocuparse: el realizador lo transforma enseguida en un episodio particular y además sólo lo refiere mediatizado, transformado en una escena de ficción, por lo que toda potencial denuncia o queja queda inmediatamente diluida entre los distintos planos narrativos del film, y entre las muchas otras circunstancias terribles que suceden después.
Esa aparente inquietud de Almodóvar por ofender lo menos posible tiene un correlato visual preocupante en las elaboradas coreografías que obliga a realizar a sus protagonistas, frecuentemente desnudos, pero provistos de providenciales toallas y calzoncillos. Todo ese artificioso pudor y la creciente solemnidad de la que se va impregnando su filmografía hace añorar al Almodóvar de Entre tinieblas, Matador, La ley del deseo y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, que no se tomaba tan en serio y decía más con mucho menos.