Diego Capusotto y la liberadora impunidad del humor
Con nuevos personajes, hoy comienza, a las 23, otra temporada de Peter Capusotto y sus videos, ahora por la señal de cable TNT
Desde las diez de la mañana Diego Capusotto está encerrado en una especie de salón de conferencias, promocionando la nueva temporada de Peter Capusotto y sus videos, cuya nueva temporada comienza hoy, ahora por TNT. Tiene apenas unos minutos para fumarse un cigarillo y tomarse un café oscuro. Saluda rápidamente y pregunta: "¿Qué es lo que sigue?" "Tenés dos notas más con LA NACION y Clarín", le dice la relacionista pública del canal con tono de relacionista pública. Inmediatamente, a Capusotto se le asoma una mueca irónica, los ojos se le desorbitan, como si lo hubiera tomado uno de sus personajes. Todos se dan cuenta que Capusotto ya entró en otro sintonía. "¿Vos sos de Clarín?" La cronista lo mira. "Para vos sólo una pregunta". Las carcajadas son instantáneas.
La figura de Capusotto parece desencajar en las oficinas de TNT, la señal que le dio lugar tras varios años en la Televisión Pública, pero el actor se las ingenia para sumarle un poco de delirio a lo que sería una rutina promocional. Dixit de Diego Capusotto en la gacetilla oficial del canal: "Nuestra modesta propuesta es la vuelta a un estado benefactor que nos vigile. Y por la vuelta del muro en clara oposición a nuestro agente Roger Waters conocido por traicionar a Syd Barret, agente soviético como nosotros. Todo está dentro del marco capitalista, claro, con la intención de dinamitarlo en breve".
Después de 10 años el dúo que conforma junto al director y guionista Pedro Saborido tiene la libertad para hacer lo que quiera. El programa, que se emitirá hoy a las 23, por TNT, y se repetirá los miércoles en el mismo horario por TBS, se transformó en un fenómeno de culto en la Argentina y Uruguay; se editaron libros (uno de ensayos y otro a cargo de la dupla Capusotto-Saborido); tuvo una muestra propia en la décima edición del Cosquín Rock y en un museo de Rosario; se lanzaron los DVD del programa como si tratara del rescate de la obra de una legendaria banda de rock; y actualmente las temporadas se siguen vitalizando en las redes sociales y en las repeticiones de TBS. Para Capusotto este no es un regreso a la televisión, es un recomenzar.
"Nos gusta volver a encontrarnos con Pedro y es algo que separamos de lo externo. Hay un tiempo prudencial que manejamos para que ese deseo continúe y ese encuentro sea, por lo menos, importante para nosotros. No se trata de algo renovador. Renovador sería hacer con Pedro una idea que tenga una empatía con esto que hacemos pero que nos ubique a nosotros desde otro lugar de proceso creativo. Este programa para nosotros tiene el necesario descanso. Con Pedro tenemos un par de meses en los que cada uno hace la suya. No nos vemos. Y después, nos volvemos a encontrar y vemos si hay material que quedó afuera, si hay ganas de hacer algo el año próximo, o si hay algo ahí que es una decisión estrictamente nuestra. Con este programa a veces me pasa que me levanto para ir a filmar y digo: "¡Uh, otra vez la peluquita!". Pero finalmente cuando me voy, me voy contento. Por eso capaz que lo seguimos haciendo".
–¿Qué hay de nuevo en este recomenzar?
–De los 300 personajes que hicimos, algunos no dejan de transmutar y convertirse en otros. Todos los personajes que grabamos hasta ahora son nuevos, salvo Micky Vainilla. Es un motor encontrar personajes para hacer por primera vez. Eso nos alivia. Digo para no hacer un gran museo histórico de personajes que preferimos evitarlo, aunque sí, ponemos a cuentagotas algunos que ya son conocidos por nosotros y por la gente, que aparecen porque tienen su propia fortaleza.
–¿Cómo es volver al cable, después del paso por la TV Pública?
–La decisión está en hacer el programa y no pensar en ir a un lugar donde se replique más porque el programa es lo que es. Es un sello. No vamos a tocar la musiquita que hay que tocar en la tele para que esto tenga más miradas. Hoy puede ser como un nuevo disco que vale la pena escuchar. Quizá nuevas generaciones que tienen 20 años y tenían 10 cuando empezamos puedan encontrarse con el programa hoy, aunque tampoco lo sé. Y, quizá, se encontrarán tal vez futuras generaciones más adelante si el programa sigue circulando, que también es más factible que cuando empezamos. Antes, si no grababas Cha cha cha después no lo podías ver. Hoy uno puede meterse en la computadora y ver capítulos de Cha cha cha, o como yo el otro día que vi el primer capítulo del programa De la cabeza. De hecho yo no lo tengo ese programa y el otro día lo vi de nuevo.
–¿Y qué te pareció?
–Y me pareció raro, porque tiene una estética de zapping del mundo acelerado, del mundo como una especie de videoclip, que sigue funcionando. Tenía una estética que podría estar hoy en la televisión. Todos los que estamos ahí actuando hemos evolucionado, hemos conocido más el medio y hemos mejorado la cocina de cómo hacer las cosas. No me dio viejazo, otras cosas me dan viejazo hoy que están en la televisión, y se supone que son como sellos de programas ya hechos y que siguen teniendo una continuidad en la mirada de la gente, acomodadas a la época.
–Ustedes en vez de acomodarse parecen querer romper las reglas, como en el sketch de "los hippies policías" que se quieren llevar a la gente detenida porque no tienen porro.
–No es que me quiera poner en políticamente correcto que no lo soy, pero la aparición de un personaje en ese contexto tiene que ver con una situación que no encaja. La situación de los hippies policías es como desvirtuar los escenarios posibles. Uno en el humor está contando historias fantásticas, es como una especie de literatura fantástica, donde muchas veces se cuenta sobre la coyuntura social o política, pero distorsionada. Es la posibilidad de que lo que no es común se convierta en el reverso, típico argumento humorístico. El resultado puede ser desparejo, pero esa idea del humor siempre me resulta atractiva. En nuestro caso es: ¿cómo sería esto si fuera de otra manera y no como lo conocemos en realidad? En un punto no es deformar la realidad sino casi correrse. Eso es lo que hacemos nosotros. Siempre fue así.
–¿El humor es una forma de venganza sobre el orden establecido?
–Sí, quizá se trata todo de una venganza personal que sea inútil y no modifique el mundo. Pero eso no depende de nosotros. Somos una millonésima parte frente a los tres mil millones de nabos que se mueven en el mundo que no se chocan entre sí porque la tierra es grande. Es por eso que está bien que existan los países, para que no nos choquemos tanto.
–Hay personajes en el programa como Violencia Rivas que muestran ese lado más punk de la sociedad...
–Hay escenarios de lo macropolítico que te interpelan y se trata de cómo uno toma posición frente a eso. Frente a los fantasmas del Quijote, algo hay que hacer. Existe una especie de relato que intuimos con cierta humildad que es falaz. Uno prefiere civilizarse y en esa intentona utiliza un lenguaje desmitificador y exacerbado como el humor. Si ves a personajes como Los Hermanos Marx es como que no están acomodados en este mundo, como si hubiera algo en ellos que no encaja. Artaud decía que el humor permite la impunidad y esa es una impunidad que me resulta liberadora. No es la impunidad del poder que hace lo que quiere, sino la impunidad del humor y de aquel que no encaja en la sociedad y se caga en todo.
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