La imagen de Strindberg sin palabras
El castigo / Dramaturgia y dirección: Cristian Plana / Intérpretes: Rodrigo Soto, Alexandra von Hummel, Daniela Ropert, Diego Salvo, Natalia Ríos / Escenografía: Fernando Quiroga, Sandro Compayane y Cristian Canale / Diseño integral: Belén Abarza / Coproducción: Teatro de la Memoria y Fundación Teatro a Mil / Teatro: Regio, Córdoba 6056 / Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena
Inspirado en un episodio de la novela autobiográfica El hijo de la sierva, del dramaturgo sueco Augusto Strindberg, Castigo, la obra que representó a Chile en el FIBA 2015, describe en el lenguaje de la pura imagen (sólo quebrada por algunos sonidos guturales de los actores, el canto de un niñera y el ruido infernal de una tormenta de nieve sobre el final) el calvario doméstico de un niño sometido por sus padres, durante una comida y después de ella, a un cruel correctivo represivo que incluye la agresión física. Desaparecida la palabra como elemento de información, todo se reduce en el montaje a contar la historia a través de elementos visuales de cuidadosa elaboración y muy claros en su propósito narrativo, pero reducidos a una sola idea y con una carga de estatismo formal tan fuerte que, por momentos, provoca la sensación de estar mirando solo un cuadro. Un cuadro de rara perfección pictórica, pero que del universo de Strindberg apenas conserva ecos lejanos.
La breve experiencia del teatro de imagen sirvió para alertar al medio acerca de la necesidad de enriquecer el hecho escénico con formas más ricas en lo plástico y sonoro. Aprendida esa lección, los creadores descubrieron que para cumplir ese objetivo no tenían por qué sacrificar el texto, una columna indispensable -no la única desde luego- que integra un espectáculo. De ahí que ver hoy una obra basada casi exclusivamente en la imagen, salvo contadas excepciones de alto calibre artístico, más que sensibilizar al público con una gramática novedosa lo aburre. En la Argentina se han visto piezas chilenas contemporáneas mucho más poderosas y atractivas en su teatralidad, tal vez menos preciosistas que ésta pero de mayor vitalidad.
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