La historia de Malevo: el verdadero detrás de escena de su llegada a America´s Got Talent
Se podrá ver hoy el recorrido que hizo el grupo de malambo argentino y cómo enloquecieron al público de los Estados Unidos
Matías Jaime dice que era tímido. De chico despuntaba su destreza física con el taekwondo, arte que no requiere de un gran público. Pero un día, en su colegio de Lomas de Zamora, vio una danza cuyos movimientos certeros se parecían a lo que hacía como hobby. El ritmo de la música le recordó a sus abuelos santiagueños. Botas, bombacha, pañuelo. Zapateo, bombo y boleadoras. Eso que vio, sintió y escuchó le dijeron que era malambo. Eso, para él, era puro rocanrol en folklore, un amor a primera vista.
A los 17, ya era bailarín solista en una compañía de tango renombrada. Y un día, cuando hacía su solo en un escenario en Milán, sucedió algo entre el público. Eso, lo hizo darse cuenta de que quería ganarse el pan con un baile que era apenas un pequeño número en los shows del 2 por 4. Diez años después, con su propia compañía de malambo, y también en territorio ajeno, confirmó que era posible redoblar la apuesta: conquistar el mundo. ¿Mucho?
“Malevo! Hot, hot!”, gritaba la modelo internacional Heidi Klum , mientras se abanicaba con la mano frente a las cámaras de uno de los reality más populares de los Estados Unidos, America’s Got Talent. Esas fueron las palabras mágicas que coronaron la primera presentación de Malevo en ese show. Botas, campera de cuero y zapateo. Gestos pendencieros, boleadoras y cabellos mojados. La magia se había dado minutos antes y Matías también lo supo, gracias al público, que se enamoró como él, aquella primera vez.
De las peñas al mundo
“Estábamos haciendo una parte del zapateo cuando la gente se paró. Miré un poquito y tanto la de la platea de abajo como la de arriba estaba de pie. Se me detuvo el tiempo. No lo podía creer. Teníamos la incertidumbre de si les iba a gustar, de si el jurado iba a ser muy duro, de si nos iban a aceptar, por ser latinos y argentinos haciendo algo tan nuestro como el malambo”, cuenta Matías de su primera presentación en America’s Got Talent,que se replicó por el mundo gracias a las redes sociales.
Recién esta semana se podrá ver en el país y en América Latina la temporada del show con el que el grupo de baile de Matías se hizo conocido como "los gauchos sexy". En medio de la grabación de un especial de Malevo -que se verá en el Canal Sony antes de la emisión del reality-, el bailarín termina de almorzar su arroz con pollo, junto a su mujer. Es que el rodaje comenzó a las 8 de la mañana y la producción improvisó un rincón con mesas para comer en uno de los inmensos galpones de un estudio de La Boca. Mientras el resto de sus compañeros también se relaja junto a padres, sobrinos y hermanos, el líder de Malevo dedica parte de su tiempo a charlar con LA NACION.
-¿Cómo llegaron a participar de America´s Got Talent?
-Subí un video a mi canal de YouTube con una coreo nueva, ya con la estética de las camperas de cuero y el pelo mojado. A los dos días un productor del reality nos invitó a participar. Yo no lo podía creer, me escribió en español y después hablamos por Skype. Le tuvimos que mandar biografías, otros trabajos, después de todo eso me llamaron y me dijeron: “Quedaste con Malevo para la primera audición”. Estábamos felices, fue como estar en el mundial.
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con los estadounidenses?
-Es un show muy norteamericano y es muy difícil para un latino. La primera audición que hicimos no sabíamos si les iba a gustar. Son muy exigentes. Van artistas de todo el mundo y después de tantos años ya vieron todo tipo de shows, pero nos dijimos: “Tenemos que ir con lo nuestro y tenemos que ir con la pasión y la energía del malambo”. Eso fue lo que les gustó.
-¿Cómo fue la mecánica de sus presentaciones?
-Viajábamos una semana para las audiciones, grabábamos y volvíamos. Las dos primeras fueron de viaje ida y vuelta. Ya en la última etapa, los programas son en vivo, y nos instalamos en los Estados Unidos.
-¿Cómo era un día allá?
-Estaba bueno, pero ojo, es muy exigente. Empezábamos temprano con las entrevistas para el reality, en donde nos filmaban. Los ensayos eran de 8 a 10 horas por día. Era muy agotador, pero también era un aprendizaje gigante.
-Fascinaron al jurado...
-A Heidi le encantó nuestro acto y Mel B también era nuestra fan. Simon [Cowell], que es el jurado más duro, se sorprendió. Nosotros sabíamos que ganar iba a ser una tarea muy difícil porque ellos son muy patriotas y defienden lo suyo 100%.
-¿Se relacionaban con el resto de los participantes?
-Compartíamos el detrás de escena, eran muy copados, nos llevábamos muy bien.
-¿Era todo natural o guionado?
-Algunas cosas sí eran naturales, otras no. Ellos tienen que tener el control de todo, más que nada en los programas en vivo, entonces te van guiando bastante en las coreos.
-¿Cómo fue eso?
-Teníamos nuestras propias coreografías, pero ellos tienen su equipo creativo y te dicen: “Yo quiero esto, con esta música” y nos teníamos que adaptar. Por una cuestión de derechos no pueden usar cualquier tema. Eran sugerencias, pero esas sugerencias son: “Necesitamos que uses esto”. Yo me peleé muchas veces para hacer algo diferente, algo más folklórico, pero es un show norteamericano y hay que amoldarse a ellos. Ellos buscan el show y está bien.
-Además, el ritmo del malambo es muy específico...
-Me gusta probar con cosas diferentes, pero nosotros usamos un compás determinado. Depende de la velocidad y el compás que uses, el baile se ve de una manera, pero si vos siempre usas 6 x 8 y te piden 4 x 4, todo te cambia. Aunque le pongamos la misma energía y la misma garra, no se ve igual, que es lo que pasaba con los temas que nos ponían ellos. En lo visual no generaba lo que generábamos siempre. Tratamos de amoldarnos a lo que nos pedían sin perder nuestra esencia, que es lo que nos diferenciaba del resto. Estuvo bueno para aprender, pero hay cosas que hubiera hecho de otra manera. Y cada presentación era doble exigencia.
-¿Exigencia que no tenían otros participantes?
-A los que cantan sólo les cambian el tema y la escenografía. Cada coreo que nosotros hacíamos era una coreo nueva, una nueva escenografía y una música nueva. Además, nos teníamos que adaptar de nuevo a lo que querían ellos. Las ideas del agua, del fuego eran nuestras. Armábamos todo en conjunto según sus exigencias, pero siempre a partir de nuestras propuestas.
-¿Crees que de alguna manera vivieron el sueño americano?
-Seguro que sí, ya con haber hecho un poco más conocido el malambo en el mundo. Mis amigos que viven en Israel, Dubai, Japón, me decían: “¡Acá están hablando de Malevo, del malambo!". Yo creo que ese es el premio, más que ganar, porque ganar es muy subjetivo.
-¿Tuvieron alguna devolución desde el ambiente del folklore?
-Sí, todas buenas. Recibimos críticas negativas desde las redes. Nos decían que lo que hacíamos no era malambo, pero eran los menos, los más conservadores. El que critica es el que está sentado en la casa. De colegas no tuvimos críticas porque los que hacemos esto sabemos lo que cuesta y gracias a este suceso también se le abre la puerta a mucha otra gente.
El malambo, deporte y baile nacional
El malambo nació en la Argentina en 1600 de la mano de los gauchos. En competencia, zapateaban, sin música, con facones en el lado interno de cada pierna para hacer chispazos. También bailaban entre velas, con el desafío de no apagarlas o entre facones clavados en la tierra con media hoja afuera. Hoy es un baile con música. En el circuito porteño es parte de shows de tango y de espectáculos en peñas. En Córdoba, en Laborde, se da el tradicional Festival Nacional del Malambo, a donde confluyen bailarines y grupos de todo el país.
Entre toma y toma, los chicos de Malevo ensayan pasos, se mojan el pelo y se preparan para reanudar la grabación del especial. Uno de ellos, el más joven, camina dificultosamente con sus botas hasta una silla, se sienta. Se saca la campera de cuero, en un miércoles de más de 30 grados de calor, y aliviado descansa sus pies. Son las 2 de la tarde y aún faltan varias horas. Es un trabajo.
-¿Se puede vivir del malambo?
-Siempre digo que el trabajo lo tenés que crear porque no está. El malambo no es como en el tango que si bailás te llaman de todos lados. El malambo es siempre una partecita de un show y por eso no tiene tanta demanda. Para que me incluyeran en un show empecé a armar cosas por mí mismo. Yo decía: “Si armamos un grupo va a funcionar seguro”. Fui coreógrafo de Stravagnaza [recibió el premio a mejor coreógrafo en la temporada 2016 de Villa Carlos Paz] y en Malevo plasmé un poco eso de show y de sorpresa. Me gusta mucho Stomp y Mayumana. Cuando me estaba peleando por vivir del baile, iba con el CD y el DVD a las casas de tango, diciendo: “Che, está bueno esto para hacer”, pero no pasaba nada. Y creo que con el suceso de America´s Got Talent se dieron cuenta de que sí se puede, y de a poco se van abriendo las puertas.
-Su carta de presentación en el reality los mostraba como chicos que trabajaban en la construcción, en una estación de servicios y haciendo changas...
-Mi único trabajo siempre fue el baile. Ahora, con esta mayor exposición, los chicos dejaron esos trabajos porque tenés que estar 100% en esto para que salga todo bien. Imaginate estar todo el día en la obra y después ir a ensayar. No es fácil vivir del arte.
-¿Ahora tienen más ofertas de trabajo? ¿Cuál es su futuro?
Sí, nos escribieron desde muchos países... ¡de Japón! En febrero, nos invitaron para hacer un número en un show a beneficio en el Cirque du Soleil, en Las Vegas. Mi idea es no apurarme. Quiero armar un show grande, que Malevo no quede sólo en una temporada de verano o en la efervescencia del programa.
-¿El malambo puede llegar a ser como el tango en el mundo?
-Cuando yo tenía 17 y trabajaba en la compañía de tango de Roberto Rega, que es un bailarín de tango muy famoso, yo le decía: “Roberto yo quiero que el malambo tenga el mismo lugar que ocupa el tango en el mundo”, y la verdad que con todo esto siento que un poquito ese sueño lo cumplí. Es cierto que el tango se baila en pareja, pero se le puede encontrar la vuelta. Esa es la barrera que hay que romper, todo está por hacerse.
-¿Por qué creés que el malambo, sea el tradicional o el de fusión como el de Malevo, sorprende tanto?
-Porque es pura pasión y destreza, es más que técnica. El malambo es el rocanrol o el heavy metal del folklore porque tiene esa furia y cosa desenfrenada que el que lo baila lo siente.
Tras nuestra charla, Matías besa a su mujer Flor y vuelve al rodaje. Frente a una cámara montada a una grúa hay tablas inclinadas, fuego, boleadoras, ritmo y zapateo. Las sonrisas se dibujan entre los presentes.
Quiénes forman Malevo
Matías Jaime (27), de Lomas de Zamora; Adrián Saldivia (27), de Gral. Pacheco; Marcos Olivera (26), de La Matanza; Matías Rivas (28), de Lanús; Nicolás Morales (23), de Pablo Nogués; Leandro Palavecino (20), también de Lomas; Alejo Acosta (17), de Merlo; y Sebastián Marcos (42), quien fue invitado por Matías para que sea el interlocutor en el reality, forman Malevo.
El grupo recibió el premio MARCA PAÍS, y sus integrantes fueron declarados embajadores mundiales por expandir la cultura argentina. En Francia, fueron invitados de honor en el programa Le plus grand cabaret du monde y semifinalistas -aún en competencia- en la versión francesa del reality.
¿Cuándo verlos? Desde hoy, a las 22, en Canal Sony, podés ver la 11va temporada de
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