Hace veinte años, el film dirigido por Michel Gondry y escrito por Charlie Kaufman se convirtió en un fenómeno de culto con su retrato de un romance con elementos surrealistas; el rodaje
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Cada época tiene una historia de amor que la representa en el cine. Ilsa Lund y Rick Blaine ejemplificaron en Casablanca los sacrificios impuestos por la guerra; Annie Hall y Alvy Singer retrataron en Dos extraños amantes la difícil construcción de una pareja en una época que había dejado atrás tanto la mirada conservadora sobre los vínculos afectivos como la visión hippie del amor libre; Joe Fox y Kathleen Kelly le dieron esperanzas a toda una generación de encontrar el amor online en Tienes un e-mail.
Con mayor o menor idealización o intento de realismo, estas y tantas otras películas pusieron en escena las preocupaciones y deseos en torno al amor de una época específica, y se convirtieron en clásicos. Con el cambio de siglo y el cine ya habiendo superado los cien años de existencia, a mediados de los 2000, ya era hora para que una pareja representara en la pantalla toda una nueva serie de ideas sobre el amor romántico.
Surrealista y posmoderna, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos fue esa película, aunque su reconocimiento fue creciendo en el tiempo. Los veinte años que pasaron desde su estreno, la llevaron a ascender al estatus de film de culto.
Como suele suceder, la historia de la película de Michel Gondry tiene una combinación de talentos que se encontraron en el momento perfecto, no solo entre ellos, sino también en su conexión con el espíritu de su tiempo. Fue una mágica conjunción del trabajo consciente de una grupo de artistas y buena suerte.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos es una comedia dramática romántica, con elementos fantásticos. Escrita por Charlie Kaufman, quien ganó el Oscar a Mejor Guion original por esta película, narra la historia de Clementine, interpretada por Kate Winslet, y Joel, encarnado por Jim Carrey. La trama comienza con el encuentro entre los protagonistas, pero pronto el espectador se enterará de que, en realidad, ambos ya se conocen. Solo que no lo recuerdan, porque los dos se sometieron a un procedimiento médico que permite borrar todos los recuerdos asociados a una persona.
A través de esta trama, repleta de tanta emotividad como humor, se plantea la idea de qué valor tienen los recuerdos, por más dolor que estos provoquen. En medio de su procedimiento, Joel, quien se decide a hacerlo solo porque se entera de que Clementine lo borró, tiene dudas sobre dejar atrás esa historia de amor. Su lucha por conservar los recuerdos dan lugar a una serie de escenas surrealistas, algunas muy graciosas y otras desesperantes.
Una de las claves de la historia es que aunque está claro que los dos se hicieron mucho daño el uno al otro, el espectador siente junto con Joel, que todo valió la pena y que, tal vez, se merecen otra oportunidad.
El uso del surrealismo como lenguaje propicio para plantear ideas filosóficas sobre temas como el amor y la memoria, no era algo típico del cine mainstream de los 2000. Pero sí fue el resultado del trabajo de Charlie Kaufman, un guionista que había logrado imponer su particular modo de representación a través de un par de películas que tuvieron una muy buena recepción y le valieron nominaciones al Oscar por Mejor Guión: ¿Quieres ser John Malkovich? (1999) y El ladrón de orquídeas, ambas dirigidas por Spike Jonze.
Estos films tenían un espíritu posmoderno, puro metalenguaje y entretejido de capas de sentido. No suena a una fórmula muy popular, sin embargo, el público y la crítica de comienzos del siglo XXI reaccionó con entusiasmo a la entrada en escena de Kaufman y su original universo. Después de estas dos películas y Confesiones de una mente peligrosa (2002), el debut como director de George Clooney, el guionista se asoció con Gondry, con quien ya había trabajado en Human Nature (2001), que no tuvo una recepción tan entusiasta.
El punto de partida de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos surgió en 1998, cuando al artista Bismuth se le ocurrió la idea de enviar una tarjeta a alguien que dijera que tal persona lo había borrado de su memoria. “A Michel le pareció que era algo interesante, una especie de punto de partida para una película -cuenta Kaufman, en una entrevista con Script Magazine-. Así que hablamos sobre eso y desarrollamos la idea de una película sobre una relación y que después la historia tuviera lugar en la mente del tipo y, en cierto punto, él intenta detener el borrado”.
Fue el agente de Kaufman quien reconoció que la idea podía ser vendible, algo de lo que tanto el guionista como Gondry dudaban. Tenía razón y pronto Kaufman se encontró con otro tipo de problema, uno creado por su propia forma de pensar un film: la dificultad de escribir una película tan compleja, en forma y contenido. “Lo que encuentro interesante es crear un guion que haga que tengas que volver a verla de nuevo; y que la segunda vez que la veas, encuentres cosas que no pudiste ver la primera vez, porque no tenías la información que tenés después del primer visionado -dice Kaufman, en la misma entrevista con Script Magazine-. Así que en el segundo visionado se convierte en otra película, aunque sea la misma. Creo que esta película es así, porque hay cosas que no sabes hasta el final”.
Con respecto al contenido, el guionista explica que quiso mostrar las dificultades de una relación, algo de la realidad de la vida que no encuentra en el cine y que lo frustra. Su búsqueda, según él mismo expresa, está en escribir algo que le resulte verdadero.
Gondry, un artista singular
La combinación del estilo único de Kaufman con el de Gondry son la clave del éxito de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. El realizador francés, al igual que Spike Jonze, comenzó su carrera dirigiendo videos musicales de artistas como Björk, Daft Punk, Beck, The Chemical Brothers, The White Stripes y los Rolling Stones, entre otros. Su estilo libre estuvo marcado por el hecho de que cuando recién se mudó a los Estados Unidos le costaba entender las letras en inglés de las canciones, así que creaba los conceptos de cada video a partir de la música y su imaginación.
El éxito de los videos, en plena era de dominio de MTV, le abrió las puertas para debutar en el cine con Human Nature, escrita por Kaufman. A pesar de no ser un gran éxito, la dupla tuvo una segunda oportunidad con Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Estaba claro que necesitaban un elenco a la altura de la singularidad de la propuesta para que la película funcionara. Desde la mirada actual puede parecer difícil entender lo poco obvia que fue la elección de Kate Winslet y Jim Carrey como protagonistas; ni valorar la genialidad del casting de los papeles secundarios, que incluyen a Kirsten Dunst, Mark Ruffalo, Elijah Wood y Tom Wilkinson.
Pero no era una obviedad. A principios de los 2000, la actriz británica era conocida por roles dramáticos como los de Titanic y Sensatez y sentimientos (estuvo nominada al Oscar por ambos), muy lejos de un personaje como Clementine. “Creo que creativamente le abrió los ojos a la gente a otros aspectos de mí misma como intérprete -dice Winslet, en una entrevista con Huffington Post-. Pienso que si no hubiese sido por eso, tal vez, no necesariamente me hubiesen considerado para algo como El lector. Pude mostrar mi versatilidad en Eterno resplandor y la versatilidad, obviamente, se expande en diferentes direcciones”.
Por su parte, Carrey también estaba en la búsqueda de salir del encasillamiento como actor cómico, reconocido por la plasticidad de sus muecas. La fama cimentada por películas como Ace Ventura: un detective diferente (1994) y La máscara (1994) tuvo un giro hacia el terreno de la “seriedad” con films como The Truman Show (1998), de Peter Weir; El mundo de Andy (1999), de Milos Forman; y El Majestic (2001), de Frank Darabont.
El film de Gondry expuso a Winslet y Carrey a nuevos desafíos como actores y la apuesta resultó ganadora. La actriz, con un look muy diferente a sus personajes anteriores, demostró la naturalidad con la que podía componer a una “chica extravagante ideal”, al principio de la relación, que se descubre como mucho más que eso, una mujer real, con toda su complejidad. Mientras que el comediante llega a niveles profundos de emoción con una interpretación que sorprendió por su sutileza, con gestos leves y un tono de voz suave.
El hecho de que ambos hayan podido probar su versatilidad en esta película, de ninguna manera significa que lograrlo haya sido fácil. Winslet sufrió las exigencias del director en una escena en la que casi se desmaya, luego de pasar todo un día metida en una bañera y Carrey tuvo que pelearse con Gondry para que detuviera el rodaje.
No fue la única vez que ambos se trenzaron en una discusión durante la filmación. Incluso, según contó Carrey, llegaron a agarrarse a piñas en la calle. Las peleas no afectaron el resultado final y, como es evidente en las entrevistas que dieron juntos, el director y el actor pudieron superarlas. Hasta volvieron a trabajar juntos, en la serie televisiva Kidding, en 2018.
El director francés tiene ciertas peculiaridades a la hora de trabajar, que trajeron ciertas dificultades en la relación con el equipo y elenco. Por ejemplo, su aversión por decir “acción”. “Decís ‘acción’ y todos se convierten en un pedazo de madera. Y cuando decís ‘corte’ todo se transforma en fluido y cobra vida. Así que la palabra ‘acción’ se convirtió en mi enemiga”, dice el director, en una entrevista con Vanity Fair.
En esa misma entrevista, Carrey cuenta que filmaron escenas en las que Ellen Pompeo, famosa por su trabajo en Grey’s Anatomy, interpretaba a la novia de Joel, a quien deja para salir con Clementine. Finalmente, esto no fue incluido en la película, pero el actor dice que le costó mucho filmarlas, porque Pompeo le recordaba a su exnovia, Renée Zellweger, con quien recién había terminado su relación.
“Estaba muy dolido. A Michel le gusta que haya sentimientos reales en la escena y química real, así que contrató a Ellen Pompeo, que es una actriz maravillosa. Pero ella me recordaba mucho a Renée. Tenía una apariencia similar. Y dije: “¡bastardo!”. Y después resulta que ella ni siquiera está en la película”, dice Carrey, en la entrevista citada, a lo que Gondry responde: “No creo que se parezcan”.
Otra de las personas que tuvo que adaptarse a la forma de trabajo de Gondry fue la directora de fotografía, Ellen Kuras. El director quería que la película se filmara en locaciones reales y utilizando solo la luz de cada lugar, algo que Kuras intentó convencerlo de que no haría ni siquiera en un documental.
“El primer día de rodaje, no me dejó usar luces para cine porque Michel quería que iluminara para lo que ve el ojo”, cuenta la directora de fotografía, en una nota de American Cinematographer y continúa luego: “En el set, Michel quería recrear las mismas condiciones que habíamos encontrado en las locaciones. Después de que construyeron el decorado del departamento de Joel, Dan Leigh (diseñador de producción) me llamó aparte y me dijo, ‘Todos los techos están sujetados con clavos, así que no vas a poder iluminar desde arriba’. Eso me hizo reír, ¡el último clavo en mi ataúd!”.
La personalidad de la montajista Valdis Oskarsdottir, que tiene en su haber films como La celebración y Los miserables, también chocó con Gondry. “Él es francés, yo soy islandesa; los dos somos tercos, así que hubo muchas discusiones. Cuando se trata del montaje, soy realmente muy terca y si los directores no sugieren algo brillante, no los escucho. Michel puede ser muy dulce y amable, divertido, creativo y también puede ser un hinchapelotas. Pero creo que yo también puedo ser hinchapelotas, probablemente más que Michel”, dice la montajista, quien, a pesar de todo, reconoce que los resultados fueron más que satisfactorios.
La estética lo-fi, que Gondry repetiría luego en películas como la maravillosa oda a la nostalgia del videoclub Be Kind Rewind, con iluminación que tiende al realismo y efectos prácticos, escapando del CGI, le dieron a Eterno resplandor de una mente sin recuerdos una cualidad clásica, que colaboró en su apreciación en estos 20 años.
La forma en la que la escritura de Kaufman y las interpretaciones de los protagonistas capturaron el arco de la relación de una pareja y sus conflictos, tampoco envejecieron y le permitieron a nuevas generaciones encontrar un espejo en el que mirarse. “Pueden ver cómo las relaciones pueden ser amargas y dulces al mismo tiempo, pueden parecer perdidas y luego encontrás la forma de recuperar lo que era genial de esa relación y enamorarte de nuevo -dice Gondry en The Playlist, sobre la apreciación posterior del film-. Mucha gente me dice ‘Nos volvimos a enamorar viendo tu película’. Es lindo que las personas conecten con el trabajo que hice. Significa mucho que tenga un impacto en sus vidas. Es muy halagador”.
Además de reconocer la importancia que el film tuvo en su carrera, Winslet convive con fanáticos de la película en su propio hogar: sus hijos, Mia y Joe: “Mis hijos y sus amigos me citan frases -comenta la actriz a Indiewire-. Dicen, ‘¿sabes quién dijo esto?’. Yo les contesto, ‘No, ¿quién?’. Y me dicen, ‘¡Fuiste vos, mamá, en Eterno resplandor! Yo me quedo como, ‘Oh, Dios, esa es una frase increíble’. Así que se agarran de estas cosas que me resulta muy divertido y ciertamente inesperado”.
Veinte años después, Clementine y Joel tienen su lugar entre las parejas del cine que marcaron una época. Y, al mismo tiempo, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos se convirtió en un clásico.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos está disponible en Amazon Prime Video.
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