La historia de amor que fue un escándalo, marcó a un país y llegó al cine como un “volcán de pasión”: los secretos de “Camila”
En 1848, Camila O’Gorman y su pareja, el sacerdote Uladislao Gutiérrez, fueron fusilados; el derrotero de su pasión cobró vida en el cine, cuando Susú Pecoraro e Imanol Arias interpretaron sus vidas
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Fue una apasionante historia de amor que apostó a la vida y terminó en la muerte. De manera atroz, despiadada, Camila O’Gorman y el cura Uladislao Gutiérrez fueron fusilados sin piedad alguna aquel 18 de agosto de 1848 en el patio trasero del campamento militar de los santos lugares de la localidad de San Andrés, municipio de General San Martín, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, en la primera mitad del siglo XIX.
Los hicieron marchar con los ojos vendados: ella vestida de blanco, él de negro, siempre bajo la atenta y aguda mirada de decenas de soldados portando sus intimidantes armas con bayoneta, autoridades militares y funcionarios.
Sus últimas palabras fueron:
-¿Uladislao estás ahí?
-A tu lado, Camila.
La pasión entre ambos fue llevada al cine con dirección magistral de María Luisa Bemberg, producción de Lita Stantic, libros de la propia directora, Beda Docampo Feijóo y Juan Bautista Stagnaro, y música de Luis María Serra.
El filme comenzó a rodarse en una fecha emblemática: el 10 de diciembre de 1983, en consonancia con la vuelta de la democracia con la asunción como presidente de Raúl Alfonsín luego de que el país viviera una dictadura sangrienta.
De pasiones y odios
Se estrenó el 17 de mayo de 1984, hace ya 40 años, protagonizada por Susú Pecoraro, que venía de participar en Allá lejos y hace tiempo, La fiesta de todos, Mis días con Verónica, Señora de nadie y El arreglo; y un joven actor español de 28 años, Imanol Arias, para conformar una coproducción argentino-española entre GEA Cinematográfica S.R.L e Impala S.A.
La promoción publicitaria era audaz y anunciaba: “Hace 150 años los condenaron por amarse, hoy usted puede juzgarlos”. Contó con la participación especial de Héctor Alterio, que interpretaba al padre de Camila -Adolfo O’Gorman- y gran elenco: Elena Tasisto, Carlos Muñoz, Héctor Pellegrini, Claudio Gallardou, Boris Rubaja, Juan Leyrado, Alberto Busaid, Roxana Berco, Alejandra Colunga, Carlos Marchi...
De inicio la abuela de Camila, Marie Anne Périchon de Vandeuil, más conocida como “Perichona”, indaga a su nieta: “¿Te gustan las historias de amor?”. “No sé”, contesta ella siendo muy pequeña.
La madre de Adolfo O’Gorman recién llegada a la estancia lo avergonzaba no solo a él, sino a toda la familia. Su historia marcaba que fue amante nada menos que del Virrey Santiago de Liniers, y en contraposición al vacío que le hace el resto de sus parientes, Camila escucha paciente y con interés sus andanzas y relatos de amor.
La violencia política está presente siempre en la trama, por ejemplo cuando Camila, apasionada por la lectura, se interesa por textos estrictamente prohibidos por el gobernador en la librería de don Mariano. Como consecuencia, el librero es ejecutado y su cabeza exhibida en el ingreso de una parroquia.
Luego el encuentro entre ella y el sacerdote es casual... y sucede en el confesionario. Allí Camila oye por primera vez su voz y no la olvidará jamás. El cura, que había llegado desde de Tucumán y era sobrino del gobernador Celedonio Gutiérrez, reprueba el crimen en un encuentro con feligreses en la Iglesia del Socorro, y eso fascina aún más a Camila.
Se vuelven a cruzar en medio de un momento festivo mientras ella con los ojos vendados participa en el tradicional juego del gallito ciego. Se topa con Uladislao, intenta descubrir de quién se trata, lo roza con su mano, y cuando se quita el pañuelo de los ojos ambos quedan impactados por la sorpresa y el encanto.
El amor surge espontáneo, él trata de evitarlo, pero es más fuerte, se impone y confiesan sus sentimientos...
-Me muero de amor, Padre, se sincera Camila.
-Eso no es pecado, responde él, y agrega: “¿Qué voy a hacer contigo?”.
-Lo que usted quiera, dice ella mirándolo profundamente a los ojos.
El amor por sobre todo
Sabiéndose protagonistas de un amor “prohibido” huyen a Villa de Goya, Corrientes, con otras identidades, Valentina y Máximo, con la intención de luego llegar hasta Río de Janeiro en Brasil. Pero un día concurren a una fiesta, son vistos, descubiertos y denunciados por el sacerdote irlandés Michael Gannon. Los detienen y un magistrado los interroga por separado. Camila, valiente, como se la ve en todo el filme, se hace cargo de la relación afirmando que nadie la presionó para huir, que lo había hecho sencillamente por amor.
Presionado por la iglesia, unitarios y hasta por los propios federales, Juan Manuel de Rosas ordena que sean trasladados a Buenos Aires y luego fusilados. Ni siquiera impide que se cumpla su orden el pedido de su hija Manuelita, que se había hecho muy amiga de Camila cuando concurría a las fiestas que se realizaban en su casa.
Antonino Reyes, edecán de Rosas, recibe a Camila y Uladislao, y ubica a cada uno en distintos calabozos. Siempre se dijo que ella estaba embarazada y el rumor generó polémica. Reyes reconoció en sus memorias: “Se observaba una incipiente panza. Si estaba preñada era muy reciente”. Y admite que Camila alcanzó a decirle mientras se levantaba su blusa: “¿No ven en qué estado vengo?”.
El 18 de agosto de 1848, Camila O’Gorman y Uladislao Gutiérrez fueron fusilados. El diario Comercio del Plata en Montevideo publicó la noticia el 21 y resaltó que Camila estaba embarazada de ocho meses. La vertiente historiográfica rosista no le dio entidad porque alegó que fue sostenido por los unitarios con la intención de potenciar una mala imagen del caudillo.
El historiador Héctor De Arriba, investigador, docente y autor de Camila O’Gorman-Uladislao Gutiérrez, un fusilamiento polémico a través de las disciplinas artísticas, dijo a LA NACIÓN: “Rescato de Camila y de su pareja la honestidad y valentía de vivir juntos en un momento en que el poder de la familia era del padre, patriarcal sobre la esposa y los hijos. La mayoría de edad era a los 25 años. Por eso en la película de María Luisa Bemberg las esclavas dicen: ‘La niña Camila’. Ese tutelaje era fuerte, sumado al poder de la iglesia católica y el de Juan Manuel de Rosas, que quería mejorar su relación con dicha iglesia. Esos tres poderes encerraron a ambos a vivir algo verdadero”.
Además, señaló para ejemplificar con otro caso resonante de la época: “En contraposición, un caso muy ejemplar fue el de Josefa Ezcurra, la hermana de Encarnación, cuñada de Rosas, que lo siguió a Manuel Belgrano hasta Tucumán, quedó embarazada de Pedro Pablo, vino hasta Santa Fe, dio a luz, y llegó a Buenos Aires como una señora que no tenía nada que ver, que no estuvo embarazada. El bebé fue criado por el cuñado, que le dio el apellido, Pedro Pablo Rosas y Belgrano. Recién cuando cumplió la mayoría de edad Pedro Pablo recibió la noticia de que era el hijo de Manuel Belgrano. Pero Josefa Ezcurra, de la alta sociedad, parienta del gobernador, no tuvo la valentía de volver embarazada o de quedarse por allá. En cambio Camila fue fusilada. Ella es un buen ejemplo de honestidad intelectual y de vivir libremente”.
La película fue un éxito rotundo. Estuvo en cartel durante meses y la vieron casi tres millones de espectadores. Luego de que se estrenó se escucharon algunas amenazas de bombas de sectores discordantes de la época. En aquellos tiempos costaba aceptar una creación netamente feminista protagonizada y dirigida por dos mujeres: Susú Pecoraro y María Luisa Bemberg, que tanto en la ficción como en la realidad apostaban a intentar cambiar sus destinos. La nominación al Oscar en 1985 magnificó su importancia.
Hoy Pilar O’Gorman, sobrina chozna de Camila, fotógrafa de profesión, sigue solicitando ayuda y está en conversaciones con autoridades para que se repare la bóveda del cementerio de la Recoleta donde se encuentra el féretro con los restos de Camila que enfrenta severos deterioros y filtraciones desde hace años. La buena noticia es que un escultor uruguayo se contactó con ella y le ofreció sus servicios para restaurar los vidrios y herrajes del mausoleo. Solo haría falta unir voluntades y tomar decisiones para que la reconstrucción pueda realizarse antes de que sea demasiado tarde.
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