La heredera del reino de los cisnes
Espectáculo coreográfico. Ballet de prólogo y cuatro actos "El lago de los cisnes". Música de Piotr Tchaikovsky, coreografía de Jack Carter según la original de Marius Petipa y Lev Ivanov. Artistas invitados: Uliana Lopatkina e Igor Zelenski. Con Alicia Quadri, Silvina Perillo, Eugenia Padilla, Graciela Bertotti, Néstor Asaff, Alejandro Parente, Omar Urraspuro, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable. Escenografía de Dante Ortolani. Vestuario de Norman MacDowell. Director de la Orquesta Filarmónica: Javier Logioia Orbe. Director del Ballet Estable: Ricardo Bustamante. Teatro Colón.
Es un acierto que el Ballet del Colón inicie su temporada con el superclásico "El lago de los cisnes" (del que se verán nueve funciones más, con diferentes repartos), seguramente, el título más conocido y amado del repertorio tradicional y, como otras obras de ese período, que da lugar a la maestría de la escuela, a la variedad de las interpretaciones y a la actuación de una compañía grande, como ésta, en una coreografía excelsa en todos sus cuadros.
Triunfal y evanescente son las palabras que pueden calificar a Uliana Lopatkina, la estrella invitada del Kirov de San Petersburgo, que, junto con su colega, de la misma compañía, Igor Zelenski, realizó la función del estreno. La versión del Colón, de Jack Carter, que se incluye en su patrimonio desde 1963, es magnífica en su desarrollo y provoca la máxima atención. Más, era una de las pocas, por no decir la única en el mundo, que daba los papeles de Odette y Odile a dos bailarinas, cuando lo común es que sea una la que realice ambos.
En esta reposición, después de la muerte, el año pasado, de Carter, el repositor oficial del coreógrafo inglés, realizó algunos cambios (se quitaron algunas partes, acortaron otras) y, entre los principales, por primera vez se adhirió a la idea original: la protagonista baila tanto el cisne blanco como el negro, nombre por los que popularmente se conocen estos papeles.
A Lopatkina le tocó comenzar con la nueva puesta; ella, procedente de la compañía donde se creó la versión completa que alcanzó vuelo universal. "El lago..." cumplió 103 años, desde que Marius Petipa y Lev Ivanov lo crearon (al primero se deben el primer y tercer actos, en tanto que Ivanov concibió los célebres segundo y cuarto, llamados blancos, ejemplares en su estilo).
Generación tras generación los bailarines procedentes del plantel de San Petersburgo se adiestraron al detalle en los elementos esenciales de la obra. Su escuela se acopla a lo que el espíritu clásico requiere y, por sobre todo, absorben en profundidad lo que deben impulsar los personajes femeninos.
A los 23, Lopatkina renueva con su virtuosismo y genio lo que otras grandes plasmaron en interpretaciones únicas para la historia del ballet. Hablamos de las rusas y de lo que significa el surgimiento de otra deidad que con seguridad ocupará el sitial dejado por famosas antecesoras, fueran del Kirov o del Bolshoi.
Figura que se agiganta
Lopatkina, conocida aquí en ocasión de la visita de su compañía en 1997 en la misma obra, se ha agigantado en este tiempo hasta lograr una comunión perfecta entre técnica, sensibilidad , musicalidad y expresión. Guiada por la mayor maestra y preparadora del Kirov, la ex estrella Ninel Kurgapkina, que fue asimismo invitada para ajustar la versión del Colón, Uliana desplegó, sin exhibicionismo, los secretos del alto arte con la naturalidad de quien los tiene inmersos como el aire que respira.
Su port de bras, que aquí añade una faceta diferente en el legendario aleteo de la mujer-cisne, tiene la elocuencia sustancial para exhibir el interior del personaje. La pureza de su técnica, de supremo mecanismo, provoca la emoción por la danza en sí, sin dar evidencias del enorme esfuerzo que significan las dificultades de las diferentes partes que representará en dos personajes. Admirable en el segundo acto, tanto en el adagio, al que dio dimensión suprema en una representación bañada de dulzura, y en la variación, en los acerados y desesperados passés, tradujo a una Odette melancólica, etérea, refinada y exhibiendo, en la prisión del embrujo que la transformó en ave, una pasión honda y serena por un amor que cree imposible aunque sabe eterno.
Cuando se mimetiza en Odile, es lo contrario. Odette vuelve a ser humana en las noches, cuando reina la luna. Sin embargo, su alma es radiante como el sol. En tanto que Odile, la pérfida hija del brujo Von Rothbart, si bien es brillante, seductora y enérgica, es sombría y diabólica en sus designios. Lopatkina, con los intrincados pasos de bravura de esta porción, fue insuperable en los célebres 32 fouettés y fascinante en su interpretación, que cambia su personalidad en un giro de 180 grados. Evidentemente, su actuación quedará inscripta entre los hitos de las máximas artistas que universalmente interpretaron a estas heroínas.
Igor Zelensky fue un príncipe Sigfrido majestuoso, caballeresco y emotivo, en total comunión con su pareja. Uno de los mejores exponentes del Kirov, estrella invitada del New York City Ballet y del Royal Ballet de Londres, con su alto y fabuloso físico, dio nobleza y demostración de saber qué siente su personaje, tironeado por sentimientos que lo perturban y se contradicen con lo que dictaminan los deberes de su rango. Presionado a casarse a con alguna de las aspirantes que no conoce ni ama, su mente y corazón están capturados por la misteriosa mujer-pájaro que vio en el lago. Ella es su amor ideal y por cuestiones de hechizos, cree verla en Odile. Zelensky traduce todas las claves psicológicas del papel y, además, deslumbra con el alto nivel técnico de su variación y coda en el pas de deux del "Cisne negro".
En esta grandiosa obra, el Ballet Estable se desplegó con entrega y calidad. Excelente el cuerpo femenino en los actos blancos, donde fue exacto y muy aplaudido en el pas de quatre. En la fiesta del tercer acto fue vibrante la danza del cortejo hispano y del húngaro. En labores solistas, se destacaron Silvina Perillo (princesa española), Eugenia Padilla (la napolitana) y MaricelDe Mitri (pas de trois del primer acto).