
La estrella que faltaba
Después de cuatro intentos fallidos, Hollywood premió a Julianne Moore con el Oscar; tres semanas después de aquella consagración, la película llega hoy a los cines locales

Julianne Moore tuvo que esperar 17 años desde su primera nominación para llevarse a su casa por fin un Oscar largamente merecido. El reconocimiento a la mejor actriz de su generación, según el punto de vista casi unánime de la comunidad hollywoodense, le llegó hace menos de un mes, el 22 de febrero último, después de cuatro intentos fallidos. Dos como aspirante a mejor actriz de reparto (Boogie Nights-Juegos de placer, en 1998, y Las horas, en 2002) y otros dos como candidata a mejor actriz protagónica (El ocaso de un amor, en 1999, y Lejos del cielo, en 2002), rubro que finalmente la convirtió este año en ganadora.
El público argentino también tuvo que esperar, no tanto por supuesto como Moore, pero bastante más de lo aconsejable en estos casos, para comprobar por qué Moore acaba de alzarse casi sin discusión con el máximo galardón anual al que aspira un actor o una actriz en Hollywood. De todas las figuras ganadoras del Oscar 2015, la única que faltaba en la cartelera local era Julianne Moore. Desde hoy se salda esta cuenta con el estreno de Siempre Alice(Still Alice) y el extraordinario retrato que la actriz hace de una temprana enferma del mal de Alzheimer.
En aquella inolvidable noche del 22 de febrero, después de recibir el Oscar a la mejor actriz de manos de Matthew McConaughey, Moore llegó a la sala de entrevistas próxima al teatro Dolby de Hollywood a punto de quebrarse por tanta emoción.
Con los ojos verdes humedecidos por las lágrimas y haciendo esfuerzos por mantener el equilibrio mientras sostenía una estatuilla de casi cuatro kilos que en ese momento debió pesarle bastante más, Moore repitió ante los casi 200 periodistas que la aguardaban allí la frase más ocurrente de su agradecimiento en el escenario: "Leí una vez una nota en la que se decía que ganar un Oscar le garantizaba a su dueño por lo menos cinco años más de vida. Si esto es cierto, quiero agradecerle de todo corazón a la Academia de Hollywood este premio, porque mi esposo es más joven que yo".
Con 53 años cumplidos el 3 de diciembre, hija de una trabajadora social de origen escocés y un alto oficial del ejército de los Estados Unidos (de hecho, nació en la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte), Moore le lleva exactamente diez años a su pareja, el director de cine y TV Bart Freundlich. Junto a él y a sus dos hijos, la pelirroja más admirada entre las estrellas del momento en Hollywood acaba de cerrar con la consagración del Oscar lo que seguramente fue el año más importante de su notable carrera en el cine.
Entre mayo de 2013 y esta flamante coronación, Moore no hizo más que atravesar un tiempo soñado entre los mejores presagios y un sinfín de reconocimientos. Ese camino que culminaría en la alfombra roja del Oscar se había iniciado, curiosamente, con el premio a la mejor actriz que recibió en el último Festival de Cannes por su aporte clave a una película que arroja dardos más filosos e irónicos sobre Hollywood: Polvo de estrellas (Maps to the Stars), de David Cronenberg.
Lluvia de elogios
Llovieron elogios desde entonces para Moore, dueña en esa película del descarnado retrato de una actriz atormentada por sus recuerdos, por el paso del tiempo y por la carga simbólica y real que Hollywood ejerce en su vida. Pero todas esas palabras admiradas se multiplicaron ante la presentación de Siempre Alice y el retrato que Moore entrega allí de Alice Howland, una precoz enferma de Alzheimer. Un personaje que tiene casi la misma edad que la actriz y que enfrenta con la plena conciencia de su formación científica (es una experta lingüista, reconocida en el mundo por sus investigaciones y su labor docente) el irreversible deterioro que la enfermedad produce en la conciencia, en el trato con sus seres queridos (esposo y tres hijos) y en el intelecto. La sensación cada vez más fuerte de que en esta oportunidad el Oscar no se le escapaba asomó en septiembre último, durante el último Festival de Toronto, que en el calendario cinematográfico funciona como primer sondeo de los futuros candidatos a los premios de la industria.
Allí se produjo el estreno mundial de Siempre Alice y allí Moore reconoció que de entrada no se había sentido cómoda con ese papel. "Todo cambió cuando empecé a profundizar el conocimiento sobre el tema y a interactuar con mujeres de mi edad afectadas por el mal. También hablé con gente especializada en el tratamiento y me sometí a varios tests de memoria. La conclusión más importante que saqué fue la necesidad de enfrentar nuestra propia mortalidad y preguntarnos qué nos queda de esencial como personas cuando por alguna razón que no podemos evitar empezamos a perder habilidades físicas e intelectuales", confesó.
Aquellos vaticinios se cumplieron y hoy Moore disfruta de un premio que parecía inalcanzable después de cuatro intentos fallidos. "¿De verdad está pasando todo esto?", se preguntó ante los periodistas luego de ganar el Oscar. En la emoción que recorría todo su cuerpo estaba la respuesta.