Noah "40" Shebib agarra un post-it amarillo en su estudio en la ciudad de Toronto y dibuja dos óvalos. Deja el primero vacío, para representar cómo se veía su cerebro en 2007. Después hace una raya gruesa con el lápiz en el centro del segundo; así, explica, estaba en 2019. "Toda esa área negra es tejido cerebral muerto", dice, con un porro en la boca. "La inflamación era tan grande que el tejido ese quedó muerto".
A los 22 años –poco tiempo después de empezar a trabajar como el productor e ingeniero de mayor confianza de Drake– a 40 le diagnosticaron esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune que ataca el sistema nervioso central, interrumpiendo la información que va del cerebro al resto del cuerpo. La mayor parte del tiempo, él pudo continuar con su vida, pero la EM también implicaba que sus ojos, sus orejas, y los dedos de sus manos y sus pies podían dejar de funcionar en cualquier momento. Una noche, en la gira más reciente de Drake, eso finalmente ocurrió.
"Caí después de un show", dice. "Me sacaron en silla de ruedas". Sonríe al recordar lo que le dijeron los médicos. "Todo el mundo me dijo: ‘La cagaste. ¿Qué estabas haciendo? Ponete a tomar los malditos medicamentos ahora mismo’. Me dijeron que, en este momento, tengo un tercio del cerebro muerto".
Hoy tiene 37 años, un cuerpo fibroso y rasgos adustos. Después de ese punto bajo, dice, siguió el consejo de su médico y empezó a tomar los medicamentos "más grandes, más duros" para tratar su enfermedad, que había dejado por los desagradables efectos secundarios. Se pasó los meses siguientes recuperándose, luego de más de una década de gira. En estos días, su vida es menos agitada; tiene tiempo para visitar al doctor y pasar la noche en casa. "Fue mi llamado de atención", dice 40. "Tengo que entender mi enfermedad, y entender cómo tratarme, para mantener mi calidad de vida".
La casa donde descansa da a un denso estanque de agua y unas rocas, en un suburbio de Ontario (es la casa de la que Drake hace alarde en "Sacrifices"). Con decoración mínima, nada revela el prominente papel de 40 en la música de la última década. Un premio Grammy por su trabajo en "God’s Plan" y una foto de niño jugando al hockey reciben el mismo lugar en la sala.
A 40 le encanta estar cerca del agua, lo cual tiene sentido: gran parte de su música suena como si hubiera sido grabada en el fondo del mar. Él le presentó al mundo esta visión particular el 13 de febrero de 2009, cuando So Far Gone, el mixtape de Drake, apareció en blogs de rap hoy difuntos com NahRight. El set de 18 canciones, cuyo sonido estaba definido por el contraste entre la batería nebulosa y los sampleos oscuros de 40, junto a las voces limpias, se comió cruda a Internet.
Mike Dean, colaborador frecuente de Kanye West, dice que esas producciones de 40 cambiaron el sonido del rap. "Él tenía una forma única de trabajar con el espacio y las voces", dice. "Filtraba la batería para que sonara más tapada y que entonces nada compitiera con las voces. Eso influenció a toda la industria de la música".
Drake luego se convertiría en el artista más comercialmente dominante de los 2010. 28.000 millones de streamings en Spotify después, 40 puede reclamar su lugar como uno de los productores más exitosos de su generación o de cualquier otra. Pero él preferiría no hacerlo. No tiene un nombre de productor que grite su nombre al principio de una canción, como Metro Boomin o Mike WiLL Made-It; nunca lanzó un disco solista; en general hace bases para un solo artista; hasta ahora, evitó cualquier contacto con la prensa. Y prefiere describir su trabajo con la superestrella que rompió todos los récords que tenían los Beatles en términos de colaboración. "Yo siento que Drake y yo, en gran medida, somos como una banda", dice 40. "Somos una banda, y yo soy el guitarrista".
40 puede ser muy autocrítico. "No me gusta mi música", dice. "No me gusta ninguna base que haya hecho". Lo que trata de decir es que su éxito tiene menos que ver con una habilidad técnica que con su talento para haberse rodeado de gente talentosa en el momento adecuado. "Tuve suerte", dice. "Me gané la lotería".
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Más tarde, a bordo de un elegante Tesla, en medio de la nieve derretida en el invierno de Toronto, 40 señala las angostas calles de Roncesvalles, el barrio en el que se crio. Lo describe como "una intersección entre la pobreza y el privilegio". Sus amigos habían apodado "la mansión" a la modesta casa que compartía con sus padres y sus hermanas, porque tenía tres pisos, y eso la convertía en lo más grande que habían visto.
Su familia, que tiene raíces libanesas, irlandesas, suizas y escocesas, es como una aristocracia del arte canadiense. Los Dora Mavor Moore Awards, un premio al teatro, la danza, y la ópera, llevan el nombre de la bisabuela de 40, que era actriz. Su madre, Tedde Moore, hizo de Miss Shields en A Christmas Story, de 1983. Su padre, Donald Shebib, escribió y dirigió películas en los años 70. Aun así, ese éxito no siempre se tradujo en riqueza. "Mucha gente puede pensar que alguien es rico y exitoso, y en realidad ese alguien puede no tener un peso. ‘Bienvenidos al entretenimiento’", dice 40.
En quinto grado, 40 se había lanzado al negocio familiar, y aparecía en televisión en programas como Goosebumps. "En mi familia, la actuación infantil no era algo glorioso", dice. "Era trabajo". A los 14 tuvo su papel más importante, haciendo de uno de los chicos de Las vírgenes suicidas, de Sofia Coppola; usó los 10.000 dólares que recibió por la película para pagar un año en una escuela privada en Toronto. Es uno de los pocos papeles de los que está orgulloso.
En la secundaria, conoció a Oliver El-Khatib, otro estudiante libanés-canadiense, que más tarde se convertiría en manager de Drake. Después del colegio, se hicieron roommates. El-Khatib trabajaba en Lounge Clothing, una tienda de ropa con influencia del hip-hop, mientras que 40 hacía bases para grupos locales como Empire, una banda que él dice que son los "Wu-Tang de Toronto". Mientras maneja, me muestra algunos de sus primeros trabajos, y el sonido de un joven canadiense imitando lo mejor que puede a Just Blaze se apodera del auto. "Yo era el dios del gangster-rap", bromea. "Pero ya no podía seguir. Quería acordes. Todo el mundo me pedía que hiciera las bases más duras del mundo. Váyanse a la mierda. Yo quería hacer las bases más suaves del mundo".
Una noche de 2005, 40 encendió la radio y escuchó una canción de Drake, quien también había sido un niño actor, conocido por su papel en Degrassi: The Next Generation. Se acercó al rodaje de un video, le dio a Drake una cinta con sus bases, y nunca supo nada de él. Ese habría sido el final de su historia, de no haber mediado El-Khatib, que le dijo que pusiera su ego al costado y lo contactó con Drake. Al poco tiempo, estaban fundando October’s Very Own, el sello que siguen usando para lanzar música, ropa, y más.
Desde entonces, cada vez que Drake grababa, 40 estaba detrás de la consola. Su experiencia en la escena del hip-hop de Canadá hacía que fuera más que un ingeniero o un productor. "Lo que yo le daba era consejo, guía, ayuda", dice 40. "Yo era el veterano". También fue clave para financiar los primeros pasos de la carrera de Drake: "Yo pagaba muchas cosas, y me endeudé con gente en la calle, pero también tenía mis recursos en la calle, así que estaba bien. Podía conseguir 50.000, 100.000".
Cuando Drake fue invitado a una gira junto a su nuevo mentor, Lil Wayne, 40 fue con ellos. Durante seis meses en 2006, viajaron por todo Estados Unidos en un bus con 12 camas, grabando So Far Gone en los ratos libres. Pero había un problema: la medicación que tomaba 40 para la esclerosis múltiple –una inyección que debía darse tres veces por semana– tenía efectos colaterales brutales, que lo dejaban "violentamente enfermo" por 24 horas cada vez.
"Creo que una vez me tomé un avión para conseguir más inyecciones", dice 40. "La vez siguiente dije: ‘No lo hago más. A la mierda con esto’. Dejé de tomarlas. Y me empecé a sentir bien".
Se pasó una década sin darse ninguna inyección más. Cuando habla hoy acerca de lo que le dijeron los médicos, suena como si lo hubieran disciplinado: no perdió ninguna capacidad cognitiva ni articulación, pero si se vuelve a dañar su sistema nervioso, tendrá consecuencias graves.
Todo en la vida de 40 –desde la bicicleta fija que tiene en el living hasta la comida natural que está comiendo– gira alrededor de tomarse la esclerosis múltiple más en serio que nunca. "Mi miedo es cuando no siento algo, porque no sé si es que está volviendo", dice. "Hace un par de meses no sentía la cara. La mierda se me quedó así un mes entero".
40 agarra una caja que recibió esa mañana, y de ella extrae una gran bolsa de marihuana. "Esta cepa me cambió mucho", dice, excitado. Se llama BLLRDR (se pronuncia "bull rider"), y 40 ya se asoció con una compañía llamada Robes Cannabis para empezar a venderla en tiendas en Canadá, donde la marihuana recreativa es legal desde 2018. "No tengo ninguna ambición de vender marihuana. Yo no soy así", dice 40. "Pero la BLLRDR es diferente. Es un producto que te cambia la vida, y que quiero ofrecerle al mundo. Lo más importante para mí es poder funcionar. Podés fumarte un porro, ir al trabajo, y ser realmente productivo".
Durante los dos días que pasamos juntos, 40 es pura energía. Sus conversaciones son veloces, su velocidad al caminar es más rápida que la normal. Solo se detiene un poco cada tanto, como cuando se abren las puertas de su garage para revelar un camión Rolls Royce. "No es mío…", empieza a decir, y se arrepiente. "O sea, es mío, pero fue un regalo; fue el regalo que me hizo Drake en mi último cumpleaños".
40 es muy protector de Drake, y reticente cuando habla de su trabajo juntos. En varias ocasiones, recibe un llamado y da órdenes acerca de la mezcla de una canción de Drake –una de ellas sería "Life Is Good", su exitosa colaboración con Future– y después vuelve a la conversación como si no hubiera pasado nada. "No me gusta hablar de la música de Drake", dice finalmente. "No quiero ofender a mi amigo, ni decir nada fuera de lugar. Es su proyecto. Soy respetuoso de mi mejor amigo, con quien hice un montón de música, y protejo su derecho a definir ese legado".
Habiendo dicho esto, también hay ciertos temas que tiene ganas de dejar en claro. Cuando se le pregunta acerca de la percepción bastante difundida de que Drake llena sus listas de temas por disco para mejorar sus estadísticas en los servicios de streaming, dice: "Es tan ofensivo. Absolutamente falso. A nadie le importan una mierda los números de los streamings". También cree que el rol de Weeknd como compositor en Take Care, el disco de Drake de 2011, adquirió un estatuto mítico que no merece. "Hay, no sé, 22 temas en Take Care. Él contribuyó en más o menos cuatro", dice. "Son temas importantes, sí, pero pocos. Es un error muy común. Yo hice todo ese disco. A Abel lo debo haber visto dos veces. Y estuve ahí un año".
Sonríe cuando se le menciona "OVO Sweatshop", un meme que empezó en 2016, luego de que Majid Jordan, un dúo de R&B que firmó con OVO, dijo en una entrevista con Hot 97 que, mientras trabajaban en Nothing Was the Same, de Drake, los tenían durmiendo en carpas. 40 dice que él fue el primero en llevar una carpa al estudio Metalworks Studio de Ontario para aquellas sesiones, junto con un colchón de aire, una sábana y almohadones. "Salió mal, y creó el relato más jodido del mundo", dice. "Transformé una de las dos cabinas de voces en una habitación para Drake. Hasta el día de hoy seguimos tratando de recrearlo".
Otros memes le causan menos risa. En 2018, en la cima de la guerra fría ya devenida batalla campal entre Drake y Pusha T, 40 fue arrastrado al ojo de la tormenta por "The Story of Addiction", de Pusha. En una letra en la que decía que Drake era un "vago hijo de puta" y revelaba que el rapero había tenido un hijo, hasta entonces desconocido, la frase que muchos coincidieron que había ido demasiado lejos era una sobre la enfermedad del productor: "OVO 40, jorobado como si tuviera 80 –tic, tic, tic, tic", rapeaba Pusha. "¿Cuánto tiempo le queda? Ese tipo está enfermo, enfermo, enfermo".
En el momento, 40 tuiteó un link sobre el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, pero fuera de eso no respondió al ataque de Pusha a su salud. "Lo único que voy a decir es que para mí eso era algo diferente", dice ahora. "Diferente de una frase en una canción bardera". ¿Cómo lo hizo sentir? "Para la mierda, obvio. En general, me gusta transformar las cosas en cosas positivas, verles el lado positivo. Y si esto hace que la gente sea más consciente de la enfermedad en un nivel general, me hace feliz. Fue para eso que lo usé".
40 para frente al estudio, y sube el portón. Estaciona el Tesla, y le pregunto si es feliz. "No, todavía no", dice. "Estoy muy ocupado. Sigo trabajando. No es que abandoné y dije: ‘OK, a disfrutar de los frutos de mi trabajo’. En algún momento, voy a tener que parar y disfrutar, pero no estoy preparado para eso".
Desde que se bajó de las giras, colaborar con Drake se puso más complicado. "Es más difícil, creativamente", dice, "porque no estoy con él todo el tiempo. Así que es más difícil tener la oportunidad de hacer magia". (Una mayor complicación fue cuando el mundo entró en cuarentena, pocas semanas después de nuestro encuentro). "Obviamente, yo tengo una enfermedad anterior, y tomo una medicación muy fuerte", me dice 40 cuando hablamos por teléfono en abril. Si bien cumplió su aislamiento con su hermana, su sobrina y su sobrino, estuvo trabajando en el mixtape de Drake Dark Lane Demo Tapes que salió en mayo, al igual que en lanzamientos de PartyNextDoor y DVSN para OVO.
El Tesla se apaga y se abren las puertas hacia arriba. Drake, El-Khatib y el resto de los OVO están en diferentes husos horarios, dirigiendo su imperio. Un par de horas antes, 40 se lamentaba del efecto que pueda tener su esclerosis en su familia extendida. "Yo hago muchos sacrificios por la enfermedad, pero los estuve manejando yo solo durante 10 años. Son problemas míos, no de los demás. No me gusta molestar a los demás con ellos".
Esa sensación –no querer que los demás carguen con tus propios infortunios– se extiende a su vida cotidiana en el estudio, dice. "Me cuesta incluso pedirle a un asistente que me traiga algo. Es algo que tuve que charlar, como: ‘Hey, me duele mucho la espalda. No puedo caminar bien hoy. Lo siento mucho. ¿Me podés traer ese destornillador? OK, gracias’. Porque es mucho. Estoy pidiendo cosas todo el tiempo. Es difícil para mí pedir. Soy muy autosuficiente".
Mientras camina hacia las puertas del estudio del parque industrial, se escucha el sonido de la nieve aplastada con cada uno de sus pasos.
"Todo el mundo me pregunta: ‘¿Por qué caminás tan rápido?’", dice 40. "Porque puedo, y a veces no puedo. Ahora puedo".
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