En un escenario al aire libre en Obras, el líder de Black Sabbath presentó "No More Tours 2", la gira que, asegura, será la última de su carrera
Aparentemente, esta es la despedida de verdad de Ozzy Osbourne de las giras, y ninguno de sus seguidores quería perdérselo. Así pensaron las casi 10.000 personas que llenaron el Estadio Obras al aire libre para presenciar el “No More Tours 2”, un juego de palabras que alude por un lado al álbum No More Tears, de 1991, y por otro al título de su gira del año siguiente, “No More Tours”, donde anunciaba un retiro del que se arrepintió al poco tiempo.
En el caso de este mito viviente del metal, nadie espera demasiadas novedades. El principal interrogante es si voz va a estar en buen estado para bancarse todo el show, y si el espectáculo va a estar a la altura de su leyenda. En ambos casos, para el público que cruzaba varias generaciones, la respuesta fue positiva
La voz de Ozzy tuvo buen volumen y una afinación decente (aunque se notaba el esfuerzo del cantante por mantener la tonalidad, especialmente en las baladas) y el espectáculo fue especialmente atractivo desde lo visual, con luces láser que se metían entre el público, una pantalla central dividida en dos por una gran cruz a la cual se sumaban otras laterales - lo que multiplicaba por cuatro la imagen de lo que sucedía en escena -, paredes de equipos con cruces que se iluminaban, y una batería sobreelevada con dos bombos que lucían la palabra “Ozzy”. Los visuales forman parte integral del show hasta el punto que cada canción tiene su duración consignada en la lista de temas, lo que no permite que los músicos se muevan un milímetro de lo planeado, a lo largo de los 90 minutos. Pero el impacto se consigue con creces, y pocos pudieron resistir la tentación de llevarse a casa un recuerdo. Por momentos, parecía que todo el público estaba filmando.
Lo que dio un brillo especial a esta (aparente) despedida, cuya gira lo tendrá ocupado hasta 2020, fue una banda realmente espectacular. Especialmente por el retorno del guitarrista Zakk Wylde, el único que fue capaz, durante la carrera solista de Osbourne, de brillar con luz propia en el lugar que alguna vez ocupara Randy Rhoads. Tal vez por eso el cantante incluyó en la lista varios temas del álbum “No More Tears”, que realizara junto al guitarrista, entre ellos el que le da título, “Road to Nowhere” y la balada “Mama, I’m Coming Home”. Zakk, con sus guitarras de líneas concéntricas y sus punteos a la velocidad de la luz, brilló particularmente en “Suicide Solution” y una versión de ¡20 minutos! del clásico de Black Sabbath, “War Pigs”, donde se bajó del escenario a tocar junto al público, al lado de la valla de contención. El tema también incluyó un deslumbrante solo de la otra estrella de la banda, el baterista Tommy Clufetos. El bajista Rob “Blasko” Nicholson y el tecladista Adam Wakeman (hijo de Rick) completaban una banda con un poder de fuego demoledor. Vale la pena recordar que tanto el baterista com el tecladista también formaron parte de la gira despedida de Sabbath, que nos visitara a fines de 2016.
Otros temas de Sabbath que aparecieron en el setlist fueron “Fairies War Boots” y “Paranoid”, el bis final que prometió cantar si el publico se volvía “realmente loco”, junto a clásicos de su primera etapa como solista, “Mr Crowley”, “Bark at the Moon”, “Crazy Train” y “Flying High Again”. A Ozzy se lo vio concentrado en el canto (lejos quedaron las épocas en que arrojaba baldes de agua sobre el escenario), con una presencia a mitad de camino entre el líder sombrío y amenazante, el payaso triste, y el showman que a pesar de su profesionalismo no puede evitar mostrar su alma sensible. Como suele pasar, quedó deslumbrado y agradeció el afecto del público.
Cuesta creer que Osbourne, que muestra un estado admirable teniendo en cuenta sus 69 años y la vida que ha llevado, se resigne a retirarse a su mansión de Beverly Hills, una vez terminada esta gira y ya con Sabbath en el pasado. Pero si este es realmente un adiós, dejó bien alta la reputación del cantante que supo liderar una banda a la que se le acredita nada menos que la invención del heavy metal.
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