La defensa de la libertad, antes que el escándalo
"Larry Flynt-El nombre del escándalo" Nuestra opinión: Muy buena
("The People vs. Larry Flynt", EE.UU., 1996), presentada por Columbia (Phoenix Pictures-An Ixtlan Production), en el Ocean, Normandie, Santa Fe, Patio Bullrich, Alto Palermo, Belgrano, General Paz, Solar de la Abadía, Rivera Indarte, Tren de la Costa San Isidro. Guión: Scott Alexander & Larry Karaszewski. Fotografía: Philippe Rousselot. Música: Thomas Newman. Diseño de producción: Patrizia von Brandenstein. Intérpretes: Woody Harrelson, Courtney Love, Edward Norton, James Cromwell, Brett Harrelson. Dirección: Milos Forman. 128 minutos. Para mayores de 16 años.
Esta no es la biografía de un pornógrafo, como se ha dicho ligeramente, sino un formidable alegato sobre la defensa de los derechos civiles de los ciudadanos.
Es la biografía del editor de la revista de información erótica Hustler, vastamente conocida, desde su fundación en los Estados Unidos, en 1972 hasta la actualidad, y con una amplia circulación mundial. No es una biografía cualquiera. Es un trabajo brillante, orientado a la civilidad y a la defensa de la libertad de expresión de los medios, y elaborado al detalle por el cáustico, minucioso y emotivo Milos Forman, con méritos por "Los amores de una rubia" (1965), "Atrapado sin salida" (1975), "Hair" (1979) y "Amadeus" (1984), entre otras grandes obras. A la lista habrá que añadir "Larry Flynt-El nombre del escándalo", que obtuvo el premio mayor en el festival de Berlín y no figura entre los títulos postulados para el Oscar.
El biopic -repetido subgénero de la biografía cinematográfica- adquiere especial valor por cuanto describe la vida de alguien que, desde el primer momento, no es motivo de ejemplo y aplauso. Larry Flynt es un hombre que se las trae. Duro con los jueces, irónico con quienes lo critican y generoso con sus lectores -fue el primero que dejó ver frontalmente los genitales femeninos en una publicación no pornográfica -Hustler- de circulación masiva en los Estados Unidos. Su vida está atada al escándalo.
Milos Forman -un checo exiliado en cuyas películas luce mayor sentido nacional que en las de sus colegas nativos- no traza una simple biografía de Flynt, personaje que le habrá resultado de entrada polémico. Aprovecha el deseo de los productores (Oliver Stone, entre ellos) de retratarlo, para elaborar un dibujo irónico y sencillo pero profundo de los Estados Unidos en los últimos 25 ó 30 años.
Larry Flynt -no él, sino sus publicaciones- circula por los márgenes; su nombre se repite en voz baja cómplice y las revistas divertidas que edita recorren los estrados de los jueces y hacen entrecerrar los ojos de los políticos. Desde este punto de vista, la biografía de un país transita por un sendero insólito, el de esos seres que leen a escondidas y a quienes Milos Forman exhibe abiertamente, sin tono de denuncia ni medias tintas, con humor. Forman descubrió que, doblado debajo del brazo o en el fondo de los protafolios, es posible "leer" la vida de un país en su autenticidad.
¿Será por eso que la Academia se olvidó de esta película en el momento de las nominaciones para el Oscar? "Larry Flynt-El nombre del escándalo" habla de una geografía humana demasiado real, porque está vista desde el ojo de quien espía las costumbres.
Hombres, no caballeros
Flynt declaró desde el número inicial de Hustler, que su publicación "no va dirigida a caballeros (como Playboy) sino a hombres". Con tal sutileza, esas páginas, junto a las chicas desnudas, aportan consejos sobre el combate de las enfermedades venéreas y más tarde sobre el SIDA, sobre la convivencia de elecciones sexuales, colores de la piel e ideologías democráticas. Hablan sobre religión y son duras con la corrupción de los políticos, a quienes caricaturiza con nombre y apellido.
La narración -una sólida elaboración de los guionistas asociados Alexander & Karaszewski- muestra la mano firme de Milos Forman: parte de la infancia del personaje, haciéndolo pasar por circunstancias sociales, entre apuntes políticos, y hechos personales: estos últimos, antes que subrayar hipócritamente la heroicidad del biografiado, son aprovechados para conceder humanidad y tañidos de emoción al relato.
Los dos tiros de fusil que recibe Flynt en el bajo vientre y que lo dejan lisiado de las piernas y del sexo no son para la angustia, sino para la indignación. En cambio, la cámara "suelta" que se desplaza por la casa con la voz "off" de su mujer muerta, entre escaleras y el retrato de la chica, como si fuera la inolvidable Rebecca, tironea el ánimo del espectador hacia la ternura de sentimiento auténtico y profundo.
Las tomas finales sobre los rostros comprensivos y "magistrales" de los jueces de la Corte Suprema designan la orientación didascálica que el ciudadano que ama la libertad de expresión no debe pasar por alto. Flynt consigue -ocurrió en la realidad- que le apliquen la Primera Enmienda constitucional a su reclamo de libertad.
Irremediablemente, el trazo sobre la sociedad debe apoyarse en un orden biográfico, lo menos interesante del cuento, pero en tanto desde la lectura de la persona y de los destinatarios de sus productos pueda leerse una verdad no siempre a la vista, el film se vuelve por demás atractivo.
Valen la pena los trabajos de Woody Harrelson, como Larry Flynt, y de la espléndida Courtney Love, Althea, la mujer que lo amó y lo ayudó a salir del peor trance de su vida, el abandono de sí mismo.
Los títulos finales advierten que nunca se encontró al francotirador que atentó contra la vida de Flynt. Sin embargo, en una cárcel de Clayton cumple condena Joseph Paul Franklin, que confesó haberlo herido con un fusil, en 1978, porque mostró en Hustler a un negro con una mujer blanca haciendo el amor.
Aplausos y denuncias
Antes del estreno, sobre la Navidad última, esta realización recibió críticas severas de grupos feministas por cultivar la vida de un "explotador de mujeres" en páginas de revistas. Más tarde, una organización norteamericana consiguió que se prohibiera el afiche original con la imagen de Larry Flynt crucificado sobre una prenda femenina íntima (también en la Argentina falló su difusión) y, justo antes de las nominaciones para el Oscar, la revista especializada Variety reprodujo a toda página la paráfrasis anónima de una solicitada aparecida antes, el 7 de enero último, en The New York Times, y firmada por una tal Gloria Steinem, criticando "la deshonestidad de las revistas que denigran a las mujeres". Tras la campaña opositora, reaccionó una organización en pos de la civilidad, la A.C.L.U. (American Civil Liberties Union Fundation of Southern California), que, en coincidencia con el gran premio en Berlín, aplaude la valentía de Milos Forman para recordarles a sus conciudadanos el valor de la libertad de expresarse libremente. Lo publicó Variety y lo refirmó Bernard Weinraub, en The New York Times, el 21 de febrero último.
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