La comedia está de duelo
LOS ANGELES (Reuters).- El actor norteamericano Walter Matthau, especialista en comedias y dramas cinematográficos y ganador de un Oscar, falleció a los 79 años como consecuencia de un ataque cardíaco poco después de haber sido internado en un hospital de Santa Mónica, California.
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La larga y exitosa trayectoria cinematográfica de Walter Matthau se basó siempre en su especial carisma para la comedia, aunque a menudo representó papeles de excéntrico malvado o de hombre agobiado por la vida, siempre enfadado pero capaz de demostrar ternura en situaciones límite. Su vida fue casi tan singular como muchos de sus personajes para la pantalla grande, ya que sus romances y sus siempre controvertidas declaraciones políticas lo convirtieron en blanco de polémicas y de escándalos periodísticos.
Matthau había nacido en Nueva York, el 1º de octubre de 1920, como Walter Matuschanskavasky. Existen dos versiones acerca de su ascendencia y de su origen. Una de ellas, la más publicitada, es aquella que cuenta que su padre era un obispo ortodoxo de la Rusia zarista y que fue obligado a dejar Kiev, en 1906, por su adhesión al papa Pío X. Pero en realidad el padre de Matthau fue un pobre inmigrante que abandonó a su familia tres años después del nacimiento de su hijo.
En más de una oportunidad él describió su niñez como "una horrible pesadilla" y recordó haberse decidido por la actuación o por la literatura a los ocho años, para poder escapar de una vida cada vez más dura y empobrecida.
Su primera aproximación al mundo artístico le llegó a los 11 años, cuando como vendedor de gaseosas comenzó a trabajar en uno de los teatros judíos de Nueva York y, ocasionalmente, aparecía en el escenario.
Por aquella época, ya el adolescente Walter había decidido convertirse en actor, aunque dueño de una gran fuerza de voluntad terminó sus estudios superiores en el Seward Park Highschool y asistió a la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia. Posteriormente, y mientras trataba de hallar su lugar en el escenario, desempeñó varias ocupaciones, entre ellas las de entrenador de boxeo para policías, profesor de gimnasia y guardia forestal en Montana.
La fuerza de la vocación
Durante la Segunda Guerra Mundial, Matthau se enroló en la fuerza aérea de los Estados Unidos, donde sirvió como oficial de radio, y posteriormente se matriculó en la Nueva Escuela de Arte Dramático, de Nueva York, donde tuvo como compañeros a Rod Steiger y Tony Curtis, entre otras figuras que luego trascenderían a la fama.
Su primer papel en los teatros de Broadway le llegó a los 28 años, cuando dio vida a un anciano obispo en la obra "Ana de los mil días", junto a Rex Harrison, a quien llegó a sustituir cuando éste enfermó.
En una etapa en que los productores de Hollywood necesitaban rostros nuevos y personalidades talentosas para sus producciones, Walter Matthau ya había recorrido muchos elencos y era el indicado para integrar esa nueva pléyade de intérpretes cinematográficos. En 1955 tuvo su primera oportunidad en el cine al integrar el reparto, en un papel secundario, de "The Kentuckian", junto a Burt Lancaster.
Su fama fue en aumento, a la par que alternaba sus intervenciones en la pantalla grande con sus participaciones en el teatro, donde, en 1958, logró un notable éxito en la comedia "Will success Spoil Roch Hunter", de Harry Kurnitz.
Una pareja muy particular
Walter Matthau, con una trayectoria ya consolidada, estaba sin embargo en el principio de su consagración internacional. Ello se debió al cine y, puntualmente, a su asociación con Jack Lemmon, con quien formó uno de los dúos más populares, que sobresalió netamente en "Extraña pareja", un film basado en la obra escénica de Neil Simon que Matthau ya había interpretado en el teatro.
Junto a Lemmon, Matthau fue una contrafigura que se ponía en la piel de personajes casi delirantes, patéticos o poéticamente tiernos. "Dos viejos gruñones", "Compadres", "Primera plana" o "Por dinero, casi todo" son algunos de los títulos de esas muestras destacadas por su frescura y por su calidez. Pero Walter Matthau tenía vida propia como actor, y sin el apoyo de Jack Lemmon protagonizó una muy larga filmografía integrada, entre otras producciones, por "Plaza Suite", "El hombre que burló a la mafia", "Flor de cactus" o "Soñando con la fama", hasta llegar al Oscar obtenido por "Fortune Cookie" ("Por amor y por dinero"), en 1966, o a su último papel en "No nos dejes colgadas", un tierno canto de cisne dirigido por Diane Keaton.
Definido por sus palabras
"Cuando la gente viene y me dice: "¿Es usted ese actor cómico de las películas?", me dan ganas de vomitar. Y la verdad es que vomito muchísimo."
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"Tal vez debería aprender a tener mi boca cerrada. Pero si lo hiciera, mi vida sería muy aburrida."
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"Siempre me preguntan si tengo aspiraciones políticas y no me canso de contestar que si estuviera planeando postularme para presidente, y si soy elegido, voy a detener y eliminar la inflación, desarrollar la industria, abolir los monopolios de petróleo y acero. Después de esto, seguró que seré asesinado."
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"Mi médico me dijo que para sobreponerme de la intervención quirúrgica debía realizar veinte tomas de la misma escena. Yo le pregunté si esto siginificaba que estaba al comienzo de mi carrera o en los últimos tramos, porque nunca en mi vida había hecho veinte tomas de una escena y no estaba dispuesto a comenzar ahora."
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