La argentina que seduce a Madrid
Está radicada desde 2006 y deslumbra en teatro, cine y televisión
MADRID.- Se excusa con pudor y argumenta que la ciudad es un pequeño barrio. A Noelia Noto la saludan por las calles, con dos besos, uno en cada mejilla, fiel a la usanza española. Se detiene a felicitarla, por su éxito, la moza de un restaurante y también un prestigioso director de teatro. La actriz argentina, radicada en Madrid, celebra dos recientes conquistas que exigieron muchas batallas: la de su salud y la de su trabajo en la obra Adentro, propuesta que, en plena crisis económica, agota las localidades de cada función. No sólo es imposible conseguir una entrada para esta temporada sino que, además, para el ranking general de críticos teatrales su pieza es considerada la mejor propuesta de la cartelera madrileña.
Cuatro argentinos, Carolina Román (en su doble tarea de protagonista y autora), Nelson Dante, Araceli Dvoskin (la genial abuela de La omisión de la familia Coleman, quien fue convocada para integrar este proyecto y viajó a Madrid para la temporada) y Noelia arrasan con los aplausos de esta pieza en la coqueta sala Princesa del Centro Dramático Nacional.
"Salté de la cama. Fue un sueño hecho realidad", recuerda cuando Carolina y su pareja, Tristán Ulloa, director de la obra, la convocaron. Esta compañía se completa con el también argentino Diego Sabanés, asistente de dirección y realizador de la película Mentiras piadosas, basada en un cuento de Cortázar. Fueron muchos intentos los que la compañía realizó para lograr montar esta propuesta hasta que finalmente este teatro oficial los llamó para integrar su grilla de programación.
Ambientada en el barrio de Chacarita, en el marco de una familia disfuncional, con sus tragedias y secretos, Adentro es un embajador del mejor teatro argentino en una plaza donde esta expresión es tan reconocida. Noelia interpreta a Male, un cascabel, el personaje luminoso y transparente, que le aporta comedia al drama -e incluso con su registro soprano entona una versión de "Paisaje", de Franco Simone- y que arranca risas de la platea. Algunos críticos y espectadores suelen señalar el parecido y el estilo que une a Noelia con Meryl Streep. Ella ríe a carcajadas con esa comparación. Su criatura es una voz distinta en ese universo doloroso, un alma que aun en su soledad propone una salida. "A veces, el ser humano tiene tanto miedo de cambiar, de irse, que se queda en esa zona de confort, aunque sea un lugar que lo asfixie. El temor a lo desconocido es tan grande que muchos prefieren quedarse en ese núcleo y círculo vicioso."
Adaptada y en sintonía con la ciudad, Noelia está enamorada de los cielos de Madrid y las fachadas de las casas. Los vientos del destino quisieron que cruzara el Atlántico en 2006 y se instaló en la capital española, con el eco intacto de la popularidad que le había dado en los ochenta su participación en éxitos de la TV como Pelito, Clave de sol, Regalo del cielo y luego Alta comedia, Princesa, Casi todo, casi nada, Son de Diez, Gasoleros y El garante, entre otros. Formada en el estudio de Julio Chávez y Joy Morris, también tenía muchos kilómetros recorridos en las tablas porteñas: Drácula, El show de los chicos enamorados, Mi bella dama, Grease, Mundus Trucus y La familia Frankenstein.
De todas las producciones teatrales hay una que la marcó a fuego: el musical Annie (1982), su debut como actriz y como protagonista de un suceso mundial que en ese mismo momento interpretaba en Broadway Sarah Jessica Parker, y donde fueron también descubiertas Eleonora Wexler y Nancy Anka. "Me pasaba algo muy contradictorio. Durante muchos años me quise despegar, pero cuando ya era mayor, con la cantidad de chicos que me reconocían en la calle o en el subte, advertí lo que había significado ese musical para una generación, y cambié de opinión. Es increíble cómo marcó a tantos. Había un chico, Gustavo «Tweety» Monje, fan de la obra, que me escribía cartas y me llamaba todos los sábados", recuerda a aquel niño, hoy figura del musical argentino, y también amigo íntimo de Noelia. Annie fue una de las primeras superproducciones extranjeras que se realizaron en la Argentina. Raúl Lavié, el magnate de la historia, y la productora de la obra, Pinky, quedaron impactados con la ignota niña de Lomas de Zamora.
"Número 167. Talonario amarillo. Letra B", recita. Ése fue su pasaporte a la actuación, ese papelito de dimensiones ínfimas que le cambió la vida. La mamá de Noelia había escuchado sobre las audiciones para esta producción y alistó a su hija. Dos colectivos rumbo al Obelisco, en ropa deportiva, para no arrugar el vestido que luciría frente al jurado. El primer día, ante tanta convocatoria, Noelia, que se había cambiado en el baño del bar La Ópera, no fue llamada al escenario. Esta rutina se repitió al día siguiente y tampoco tuvo suerte. Finalmente, al tercer día, la niña no quiso quitarse el jogging ("era un escracho, me quedaba corto porque había pegado el estirón") con el que había viajado desde la zona sur y con ese atuendo fue llamada para mostrar su talento. "Canté con todo mi corazón, con todas mis ganas. Me dieron otra canción porque les gustó mucho lo que había hecho. Me acercaron la letra y empecé a escuchar los acordes. ¡Los conocía! Era «Maybe». Mi papá, muy fanático de la música, me había regalado un disco de Nikka Costa, donde cantaba este tema, en inglés. Lo que hice fue encajar esa letra en esos acordes." Las calificaciones de Noelia, que además era abanderada de su colegio, nunca peligraron durante este fenómeno aún sin sucesores en su especie en el país.
"El sol brillará mañana/ dime cuánto apuestas que mañana sale el sol." Noelia se emociona e invoca los versos del tema más famoso de este musical que la acompañaron durante su enfermedad, un cáncer (¿importa cuál?), al que hoy ella llama "su aliado", y agrega: "Nunca lo consideré una enfermedad, sino un aviso. Tampoco fue un enemigo al que me tenía que enfrentar, sino que fue una maravillosa oportunidad que me dio la vida para barajar y tirar de nuevo. Me sirvió para poner las cosas en la perspectiva que tienen que tener".
Trabajadora incansable, en España comenzó de cero, aunque ya era una veterana en la actuación. Obtuvo el premio máximo que otorga el teatro español, el Max, por su labor en Carnaval, de Jordi Galcerán (El método Grönholm), dirigida por Tamzin Townsend. También hizo varias películas, como Un buen hombre, Lo contrario al amor y La llamada, y numerosos programas de televisión. "No me interesan los resultados, me interesan el trayecto y el camino. Porque si llegás hasta ese lugar donde todos te aplauden, pero en ese viaje la pasaste fatal, no sirve. Todo es muy efímero. Intento no posar la atención en el afuera. Lo que importa es cómo te llevás con vos mismo, y lo que viene, aceptarlo. Nunca hay que resistirse a lo que te llega. Cada vez estoy más convencida de que todo tiene un motivo".
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