La apertura del Cosquín hizo estallar la plaza Próspero Molina
COSQUIN (Córdoba). La primera luna de la edición número 60 del Festival Nacional de Folklore de Cosquín contó con el marco ideal. La plaza Próspero Molina estuvo completa y, la ciudad, con mucha gente desde horas tempranas. A las 22.15 se escuchó el característico "aquí Cosquín, capital nacional del folclore" que le dio paso al ballet Camin.
Tras las fotos de Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez, dos figuras icónicas del festival, fue el turno de la de Julio Maharbiz, quien durante 39 años animó Cosquín.
En la noche inaugural, hubo un espectáculo diferente a los tradicionales, un homenaje al juglar argentino Atahualpa Yupanqui con músicos liderados por el santiagueño Mario Álvarez Quiroga y cuatro artistas plásticos que presentaron "Pintando Historias para Don Ata".
Por el escenario anoche pasaron quienes, más allá de los gustos particulares, se han convertido en fenómenos populares: abrieron Los Manseros Santiagueños (también se adueñaron de la primera noche de Jesús María) y cerró El Chaqueño Palavecino (animó la noche récord de Jesús María).
Los Manseros Santiagueños -Onofre Paz, Alfredo ‘Alito’ Toledo y Hugo Reynoso- cumplen este año el mismo aniversario redondo que el festival de Cosquín y en su show repasaron éxitos como Siembra labrador, Cruzando el dulce, Canto a Monte Quemado, Entre a mi pago sin golpear, Eterno amor, Añoranzas, Chacarera del rancho, Puente carretero y De mis pagos.
Palavecino, como siempre, hizo bromas con el público y repasó todos sus clásicos, aquellos que la gente empieza a cantar apenas suenan los primeros acordes. Desde La ley y la trampa hasta Amor salvaje pasando por Puerto Tirol, Déjame que me vaya, La Taleñita, Caballo viejo y Chacarera del olvido.
También pasaron por la plaza dos de sus últimos consagrados, Emiliano Zerbini y "El Indio" Lucio Rojas, acompañados por sus músicos y bailarines (contemporáneosy tradicionales). Pusieron dinámica tanto arriba como abajo del escenario, y los espectadores los acompañaron de pie y con mucho baile. Se despidieron con una ovación.
A pura emoción fue la presentación de Yamila Cafrune, hija de Jorge Cafrune, un hito en la historia del festival. Por la mañana, la cantante encabezó la tradicional cabalgata gaucha por la ciudad. Su repertorio fue acompañado por los pañuelos celestes y blancos de la gente. "Este Cosquín debe ser identidad nacional", predicó.
Ella fue la encargada, hace dos años, de llevar adelante el homenaje a su padre, cuando se cumplieron 40 años de su muerte. Ayer, una vez más, todos cantaron Zamba de mi esperanza: el tema que él mismo entonó el 24 de enero de 1978, en su última presentación en esta ciudad.
Pintar a Don Ata
Álvarez Quiroga cantó los grandes clásicos de Yupanqui mientras el santafesino Lisandro Urteaga, la bonaerense Lucía Álvarez Quiroga y los santiagueños José Collado y Sergio "Puma" Herrera pintaron, en vivo, un mural en el escenario para recordarlo.
Para Herrera la idea del espectáculo conceptual era "algo impensado, tal vez soñado, así a lo lejos pero como esto siempre era mucho más posible para los bailarines, en este caso pintar arriba del escenario acompañando a un gran músico como Mario es tremendo, es emocionante".
En la grilla del festival –que viene con "muy buena" convocatoria según los organizadores- se destaca la séptima luna que reunirá, por única vez, a Jorge Rojas y a Abel Pintos; a lo que le sigue en expectativas la que animarán Soledad con Los Tekis, Bruno Arias y La Callejera.
El martes, será el debut de Fito Páez en Cosquín más allá de que su "Yo vengo a ofrecer mi corazón" está siempre presente en el escenario.
En esta edición habrá una "décima luna", una extra, que será la de Carlos "la Mona" Jiménez. La última vez que estuvo fue en 2012 y la anterior, en 1998 cuando el show terminó con desmanes y un caos en la ciudad.
La noche de apertura del festival, en fotos
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