Kubrick antes de Kubrick
Los años queStanley Kubrick pasó en la Taft High School del Bronx fueron decepcionantes. "Nunca aprendí nada en la escuela y no leí un libro por placer hasta los 19 años", dijo sobre sus vivencias en la secundaria el famoso director de 2001: odisea del espacio (1968) y La naranja mecánica (1971).
Entonces, a pesar de ser un chico inteligente, era un alumno mediocre. Su alegría estaba fuera de las aulas: tocaba la batería en la banda de jazz escolar, pasaba las tardes en el Museo de Arte Moderno (MoMA) y, lo más importante, recorría las calles de Nueva York con una cámara Graflex, del tipo que usaban los reporteros de los periódicos. Su padre –un médico judío que, en un comienzo, esperaba que su hijo se dedicara a lo mismo que él– le había regalado una máquina para su cumpleaños número 13. "Fue una revelación para Kubrick: se enamoró de la fotografía", dice Laura Mart, curadora asistente del Skirball Cultural Center de Los Ángeles, donde acaba de inaugurarse Through a Different Lens: Stanley Kubrick Photographs, una muestra que explora su faceta como fotógrafo, previa a su deslumbrante carrera como realizador.
La exhibición, que originalmente se vio en el Museo de la Ciudad de Nueva York (MCNY) –con curaduría de Donald Albrecht y Sean Corcoran, quienes junto con Luc Sante elaboraron un libro homónimo, que editó Taschen y que acompaña a la exposición– tiene una historia detrás. El museo neoyorquino adquirió los archivos de Look –unas 300 mil fotos– hace décadas. Las imágenes estuvieron almacenadas, hasta que en la galería comenzaron a digitalizar el material, y resultó que Kubrick había capturado 15 mil de ellas. Luego de un exhaustivo barrido, los curadores seleccionaron unas 150 fotografías. Y ahora, el Skirball Cultural Center –una institución dedicada a preservar la herencia judía, si bien Kubrick nunca fue un judío practicante– muestra 130, que "sirven como indicadores de cómo un fotógrafo amateur del Bronx llegaría a hacer algunas de las mejores películas de todos los tiempos", apuntan desde Los Ángeles.
Debido a sus notas pobres en la secundaria, donde solo mostró aptitudes para la física e interés en las clases sobre las obras de Shakespeare que daba Aaron Traister, un profesor al que retrató, Kubrick fue rechazado por todas las universidades a las que postuló. "No asistió a la universidad. En cambio, mientras aún estaba en el colegio, vendió su primera foto a la revista Look, a los 17 años. La editora de Fotografía, Helen O’Brien, vio su potencial y lo contrató como aprendiz, una posición creada especialmente para él", comenta la comisaria Mart. "El período que trabajó en Look le sirvió como entrenamiento universitario y profesional, le permitió acceder a todo tipo de organizaciones y escenarios sociales, y le dio un sentido sólido de cómo funcionaba el mundo", agrega. Kubrick formó parte del staff de Look desde 1946 hasta 1950. Eran los tiempos de posguerra y la época dorada de revistas como Life y la propia Look, que se centraba, sobre todo, en la fotografía y en lo que ocurría en la Gran Manzana, una urbe en constante cambio, a la vez esplendorosa y oscura. Para la publicación, Kubrick retrató a una amplia gama de personajes: desde lustrabotas, pasando por cabareteras, boxeadores y parejas, hasta científicos. Y también, a conductores de radio y TV, al igual que a celebridades como Leonard Bernstein, Montgomery Clift y Rocky Graziano. "Algunos sujetos de la muestra son celebridades, pero la mayoría se trata de gente común. Kubrick muestra cómo las vidas de la gente común pueden ser cinemáticas", resume Mart.
Through a Different Lens: Stanley Kubrick Photographs incluye copias de las revistas originales, para que el público aprecie cómo quedaban las fotos de Kubrick en papel. "Para mí, lo más interesante de la exposición es que muestra fotografías que evidencian su observación minuciosa de la gente común, sus acciones y su entorno, incluso a una edad tan precoz. Muchas fotos son estudios de personajes, personajes reales cuyos mundos, gustos y hábitos son revelados a través de las imágenes. Sus observaciones se combinan con el desarrollo de su ojo cinematográfico, el cual fue influenciado entonces por el cine noir y por otros fotógrafos con base en Nueva York, como Weegee. Todo ello conformó su sensibilidad narrativa, la base para su trabajo en el cine".
Antes de ingresar a Look –donde aprendió nociones de encuadre, composición y uso de la luz– Kubrick pasaba horas capturando situaciones que reflejaran interacciones humanas, ya fuera en un salón de baile, un circo, un vagón de tren o en plena calle. Luego, él y su vecino Marvin Traub revelaban fotos en el cuarto oscuro improvisado que Marvin tenía en su departamento. Hasta que Kubrick armó un cuarto oscuro propio en su habitación. Ahí volvía a tomar contacto con las escenas íntimas que tanto le habían impresionado.
En el cine –al que llegó en los años 50– exploraría el lado oscuro de la naturaleza humana, como la podredumbre de la guerra en La patrulla infernal (1957) –cinta con la que Kubrick "entró en la fila de los grandes directores, para no abandonarla jamás", según dijo el famoso crítico Roger Ebert– o Nacido para matar (1987), el sadismo en La naranja mecánica, la perversión en Lolita (1962), las ansias de poder en Barry Lyndon (1975); el alcoholismo, el abuso y la locura en El resplandor (1980), y los límites del deseo en Ojos bien cerrados (1999).
"Muchas fotos son estudios de personajes, personajes reales cuyos mundos, gustos y hábitos son revelados a través de las imágenes"
Kubrick fue muchísimo más prolífico tras la cámara de fotos que en la pantalla grande. Cuando murió en 1999, a los 70 años, una vez terminado el rodaje de Ojos bien cerrados –que desconcertó a la crítica y a sus seguidores, y él consideró su mejor película– había filmado apenas 13 largometrajes, claro que dotados de maestría y rodeados de polémica. Su debut fue en 1953, con Miedo y deseo, sobre cuatro soldados que se encuentran en las líneas enemigas –Kubrick lo consideró un trabajo de aficionado y mandó a retirar todas las copias existentes–. Más éxito tuvo con The killing, que abordaba la criminalidad y consiguió una nominación a los BAFTA, tres años después. Pero fue Espartaco (1960) –ganadora de cuatro Oscars, incluido Mejor Actor de Reparto para Peter Ustinov– la que lo acercó al gran público.
"Bastardo con talento"
El Kubrick fotógrafo era un chico resuelto y detallista. Después, se convertiría en un cineasta enigmático, con fama de caprichoso, excéntrico y malhumorado, a quien Kirk Douglas, que trabajó con él en La patrulla infernal y Espartaco, definió como "un bastardo con mucho talento". Mientras hacía sus retratos, acostumbraba a dirigir a sus "modelos", para lograr una emoción determinada. "Por ejemplo, en la primera foto que vendió a la revista Look le pidió al sujeto –un kiosquero rodeado de diarios que anunciaban la muerte del presidente Franklin Delano Roosevelt – lucir más triste con intención de ampliar el drama de la foto", detalla Mart.
También montaba historias con sus amigos. "Hay una con su novia de entonces, Toba Metz (quien más tarde sería su primera mujer), durmiendo en el hombro de un amigo en el subte. Los guió para que actuaran pequeñas viñetas y así creó material para la revista".
Según Mart, muchas personas y temas que Kubrick sondeó para Look influenciaron los personajes e historias de su cine inicial. "Day of the Fight (1951), un cortometraje documental que financió y produjo él mismo, sigue al boxeador Walter Cartier mientras se prepara para una pelea. Kubrick había conocido a Cartier mediante un encargo para la revista (Walter Cartier, campeón de boxeo), y las fotografías que tomó sirvieron de eco para las tomas del documental, casi como si fuera un storyboard fotográfico".
Kurbrick mantuvo el método de usar las fotos como storyboard durante su carrera como realizador. Para El resplandor, su escalofriante thriller basado en una novela de Stephen King, que protagonizaron Jack Nicholson y Shelley Duvall –actriz a la que hizo repetir una escena cientos de veces, al borde del colapso– el director de Arte de la película, Roy Walker, viajó un mes por Estados Unidos, capturando distintos hoteles. "Debemos de haber fotografiado cientos de lugares. Luego, basándonos en las imágenes que nos gustaron, los dibujantes hicieron esbozos, pero siempre manteniendo la escala exactamente como era", contó Kubrick en una entrevista de 1980. "Era necesario tener algo real. Creo que para que el público se trague una historia, es importante situarla en un lugar que luzca totalmente real y filmarlo como si fuera una especie de documental, con luz natural antes que con luz dramática o falsa, que es lo que uno normalmente ve en un film de terror. Lo comparo con la forma en que escriben Kafka o Borges: con un estilo simple, no barroco, de modo que lo fantástico es tratado de una forma muy normal, cotidiana".
Esta semana, con otro director, Mike Flanagan –Somnia, antes de despertar (2016)– se estrenará Doctor sueño, la secuela de El resplandor. En ella, Ewan McGregor es Danny, el hijo de Jack Torrance –el personaje que hacía Nicholson–, en la adultez. En el film de Kubrick, Danny era un nene que tenía visiones en el Hotel Overlook, al que llegaban con su papá –un escritor a cargo del hotel en temporada invernal y al que le sale todo mal, cuando lo que pretendía era terminar una novela--, y su aterrorizada madre. Esta vez, Danny combate su alcoholismo y sus traumas infantiles, mientras intenta ayudar a una chica, con sus poderes psíquicos.
"La verdad de algo está en lo que se siente, no en lo que se piensa de ello", solía decir Kubrick, a quien le interesaba que el público reaccionara emocionalmente a su trabajo. En algunos casos, como el de La naranja mecánica –que incluye una escena en que el protagonista, el líder de una pandilla (Malcolm McDowell), viola a una mujer mientras canta "Singin' in the Rain"– provocó encendidas cartas de reclamo y protestas afuera de su casa, en Inglaterra, país al que se mudó a comienzos de los 60 para filmar Lolita. Y en el que permaneció hasta su muerte.
Para elegir el material de sus cintas, que generalmente consistían en adaptaciones de novelas, Kubrick optaba por el azar. "Entro a una librería, cierro mis ojos y tomo cosas de la estantería. Si no me gusta el libro, luego de un rato, no lo termino. Me gusta que me sorprendan", admitió, Con Through a Different Lens: Stanley Kubrick Photographs es él quien sorprende a quienes desconocían su faceta como fotógrafo. Uno que fue perfeccionando el arte de contar historias, a través de las fotos, y que alcanzó la perfección visual en sus películas.
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