Kevin Smith, el hombre que llora al hablar de cómics
El multifacético artista habló con LA NACION sobre Comic Book Men,el imprescindible geek talk show que se estrena mañana por la pantalla de AMC
A Kevin Smith le gustan las conversaciones. Sus películas - especialmente la trifecta gloriosa de los noventa compuesta por Clerks, Mallrats y Chasing Amy - están plagadas de personajes que entablan efervescentes diatribas que van desde los pormenores de un desengaño amoroso hasta la labor de un dibujante de cómics. No es casual que sobre el final de aquella película protagonizada por Ben Affleck y Joey Lauren Adams, la carismática joven escriba un cómic titulado La rutina idiosincrática. A eso apuntó siempre Smith: a los pequeños detalles que configuran nuestros universos. En su caso, el haber nacido en Red Bank, Nueva Jersey, lo empujó, como él mismo asegura, a probarse en el mundo, a demostrar algo, a superarse. Esa actitud no fue lo único que lo salvaría en el futuro para naturalizar el fracaso de algunos de sus films (Red State, Tusk) porque, antes que cualquier otra cosa, en el microcosmos de Smith estaban los cómics. El hombre que todavía llora con The Dark Knight Returns es el mismo que le vendió su colección a la tienda Comicology para financiar Clerks, y el mismo que tiempo después compraría esa tienda para rebautizarla Jay and Silent Bob's Secret Stash y ponerla en manos de su amigo Walter Flanagan.
Comic Book Men, el talk show de AMC que ya va por su sexta temporada en los Estados Unidos y que los encuentra a Smith, Flanagan, Bryan Johson, Mike Zapcic y Ming Chan vendiendo y debatiendo cómics en ese "secret stash" de Nueva Jersey, pone en evidencia qué fue lo que diferenció a Smith de Quentin Tarantino cuando ambos se erigían como las nuevas caras del cine norteamericano en los noventa. "Quentin escribía sobre asaltos a bancos, traficantes, agujas en pechos y yo era el hombre que escribía personajes que decían: "¿che, vieron esa película del asalto al banco y los traficantes?".
Con la misma verborragia (en incluso algo de llanto) indetenible de los podcasts de su sitio SModcast y como perfecto preludio a la Argentina Comic Con que del 8 al 11 de diciembre tendrá lugar en el Centro Costa Salguero, LA NACION habló en exclusiva con el hombre que siguió la máxima del historietista Harvey Pekar en American Splendor: Our Movie Year: "Trabajá, trabajá, trabajá, que siempre algo va a salir de eso".
-Una vez dijiste que Comic Book Men es la prueba de que cuando te juntás con amigos a hablar pueden suceder cosas increíbles, ¿te siguen sorprendiendo las conversaciones que tenés con Walter, Bryan, Mike y Ming luego de cinco temporadas?
-Sí, absolutamente, y las conversaciones solo se ven limitadas por los ítems que entran por la puerta de la comiquería, donde los chicos hacen transacciones y después me cuentan las historias que escuchan, ése es el recurso que usamos en lugar de que hablen a cámara: que me expliquen a mí las charlas que tuvieron previamente. Por lo tanto, todo lo que entra por la puerta genera una relato y afortunadamente nadie habla de política o de cualquier cosa que no sean ítems de fantasía o de la cultura pop, como lo son los cómics y los coleccionables. A vos te muestran un muñeco que coleccionabas en la juventud y ya de eso podés hablar por tiempo indeterminado, sobre todo si esas charlas son con tus amigos. Por eso intentamos que nuestra historia personal estuviera relacionada con los ítems que ingresan al local.
-¿Considerás que la columna vertebral del programa es el factor nostalgia?
-Sí, claro, es un festival de nostalgia, es muy cierto. Las cosas de las que hablamos datan de hace treinta años y son cosas que amamos todavía hoy. Comic Book Men es un programa sobre el pasado y quienes lo miran se acuerdan de los cómics que leían de chicos y que ahora comparten con sus propios hijos, porque lo que nos gustaba por entonces es lo mismo que ellos aman ahora. Nosotros no teníamos las películas de Avengers pero teníamos los cómics y dibujos animados. En la actualidad hay un puente entre dos edades muy diferentes, pero unidas por el mismo entusiasmo. En Twitter y Facebook me cuentan que al ver el programa se acordaron de un determinado cómic que leían y que ahora volvieron a los locales a buscarlos. Comic Book Men también es un programa sobre la pasión, porque el ser fanático de los cómics es análogo a ser fanático de un deporte: es divertido pero no es real, es un juego. Los cómics tienen cuentos morales que pueden apelar a cualquier persona, más allá de cuál sea su fe. Yo fui criado católico y en los cómics hay historias de La Biblia, pero disfrazadas con capas y máscaras, siempre hay un enfrentamiento entre David y Goliat, y eso te atrae tanto cuando sos chico como cuando sos adulto.
-Recién contabas que Comic Book Men es un programa sobre el pasado y Walter es amigo tuyo desde hace casi treinta años, ¿cambió algo o sigue siendo el mismo de entonces?
-Es siempre el mismo. A Walter lo conozco desde 1988, el mismo año en que me gradué de la secundaria. Él me presentó a Bryan y a Jason Mewes [N. del E.: el Jay de Jay and Silent Bob, los personajes creados por Smith]. Fue la primera persona que conocí en no sentirse avergonzado por leer cómics. Yo también leía, pero en la universidad los ocultaba porque te podían insultar o pegar por leerlos, pero Walter no era así, él decía cosas como "no soy estúpido por leerlos, más estúpido es quien se pierde de leer Watchmen". Eso me encantaba. Fue él quien me presentó a The Dark Knight Returns que se convirtió en mi Biblia y también al hockey, dos cosas con las que hoy se me asocia pero que vinieron directamente de Walter. Él no cambió en nada, quizás ahora es una versión más optimista de sí mismo en el programa, porque en su vida privada es tímido y en el show habla bastante más. Siempre pensé que era una persona muy interesante que creía en lo que creía, sin importar la opinión de los demás, quienes ahora sí consideran a los cómics no un anexo a la cultura pop sino una parte central. Pero él lo supo primero.
-Siempre asegurás que crecer en Nueva Jersey te prepara diferente para el mundo, ¿qué cosas te enseñó el formarte allí?
-Me enseñó a ser real porque no es un lugar en el que podés pretender ser alguien que no sos, sus habitantes son personas genuinas, crudas, y al crecer tan cerca de Manhattan como el lugar sexy al que todos quieren ir, Nueva Jersey no es considerada lo suficientemente buena como Nueva York y, por lo tanto, quienes son de allí necesitan probarle algo al mundo, dejar en claro que no porque seas de Nueva Jersey no tenés nada para ofrecer. A mí me hizo sentir que podía intentar hacer cosas, películas, cómics, después ser podcaster y después de repente tener un programa como Comic Book Men que combina todo: el hablar sobre cine, el hablar sobre cómics, con un formato podcast que asimismo se graba para televisión. De repente, también les conseguís a tus amigos un trabajo en el que cobran por pararse y debatir sobre tópicos sobre el que se explayan sin las cámaras. Ésa fue una de las cosas que más disfruté hacer en este programa, poder presentar a estos muchachos tan divertidos, únicos y diferentes, cualidades que mucho tienen que ver con ser de Nueva Jersey. Son auténticos.
-Chasing Amy, una de tus mejores películas, también se basa en conversaciones reales y extensas, ¿cuáles son tus favoritas al repensarlas hoy?
-Mi conversación favorita del film es cuando Alyssa [Joey Lauren Adams] está en la cama con Holden [ Ben Affleck ] y le explica qué era lo que estaba buscando en alguien para estar completa, es una charla fluida en cuanto a identidad sexual porque no la encasilla, y además creo que todos sentimos alguna vez lo que Alyssa está diciendo en ese momento. Por otro lado, mi conversación favorita de la película en cuanto a la cultura popular es la charla de Hooper [Dwight Ewell] con Holden sobre Star Wars como trilogía racista, son conversaciones que ahora se dan todo el tiempo y que nosotros hicimos primero antes de los foros de Internet.
-¿Cómo se te ocurrió el título del cómic que escribe Alyssa, La rutina idiosincrática?
-Qué buena pregunta... lo pensé por el lado de que era un nombre ideal para un prototipo de cómic bien indie, algo que hablara de hacer lo mismo una y otra vez, lo idiosincrático es que la vida puede cambiar, pero termina siendo una gran rutina a fin de cuentas. Es como que Alyssa estaba haciendo la versión cómic de Stranger Than Paradise [N. del E.: la película de 1984 de Jim Jarmusch].
-¿Cuán seguido te dan ganas de rever Slacker, la película de Richard Linklater que despertó tu deseo de ser cineasta?
-Muy seguido, tiendo a verla una vez por año, porque creo que uno siempre vuelve a cosas que te cambiaron la vida y ese film fue magia para mí porque me hizo ser alguien nuevo, y aún hoy es una maravilla. Slacker fue pionera en muchas cosas y cada vez que la veo me produce el mismo efecto: me empuja a hacer cosas, me brinda energía creativa y me devuelve la necesidad de filmar.
-¿Te acordás de las conversaciones que tenías con tu papá? Es una de las pocas personas con las que no pudiste tener una charla extensa y siempre decís que era muy reservado...
-Sí, papá era muy tranquilo, muy para adentro, y ni siquiera puedo pensar en la conversación más extensa que tuve con él aunque sí sé que seguramente fue sobre alguna película. Es más, creo que aunque papá estuviera vivo y yo pudiera hablar con él, sería difícil sacarle cosas. A veces le pregunto a mamá si tenían charlas largas o si respondía con pocas palabras, y me dijo que no siempre era tan reservado como aparentaba. Él era un pensador, un lector, pero mamá siempre fue más elocuente. Me pregunto si pudiera hablar con él hoy qué podría llegar a decirme...
-¿Y recordás la mejor conversación que tuviste hasta el momento?
-Lo bueno de grabar podcasts es que te da la posibilidad de revisionar grandes charlas y, sin embargo, la mejor conversación que tuve se produjo fuera de micrófono con mi amigo Scott Mosier [N. del E.: editor, productor, escritor y podcaster canadiense]. Con Scott estudiábamos cine juntos, fuimos a tomar un café y yo había visto El regreso del Jedi y le estaba diciendo que el Imperio no era más que una teocracia, que era un gobierno basado en la religión con el Papa en el mando y allí tuvimos una charla que fue el prototipo de las conversaciones que después uno encontraría en la web. Recuerdo que un chico que estaba en el café leyendo dejó de hacerlo para escucharnos y por eso, cuando escribí Clerks seis meses después, incluí ese momento, esa charla. Espero que cuando me muera y me pongan en el clip In Memoriam de los Oscar, pongan esa conversación de Clerks (risas), porque fue inspirada por el único diálogo que tuve fuera de micrófono que aún hoy recuerdo con claridad.
-Más allá de The Dark Knight Returns, ¿qué otro cómic te hace llorar todavía?
-Daredevil: Born Again. El momento en el que están por matar a Karen Page. Ella está a punto de ser asesinada y acá siempre se me quiebra la voz (Smith comienza a llorar) porque en la próxima página Matt aparece y no luce como Daredevil sino como el Matt Murdock quebrado, y la sostiene y ella está llorando y es una viñeta tan bella porque ella destruyó su vida, pero a él no le importa y es eso lo que hace al héroe: salvar una vida a pesar de que ella había sido responsable de que la suya se arruinara. Es tan hermoso que hasta el día de hoy, hasta ahora mismo, me sigue haciendo llorar.
¿Cuándo verlo? Comic Book Men se emite los sábados, a las 12, y los domingos, a las 12:30, por AMC.
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