Kevin Hart, el ilustre desconocido en la Argentina que conducirá el Oscar
Es muy probable que la mayoría de los argentinos habituados a seguir cada año la fiesta del Oscar hayan escuchado por primera vez el nombre de Kevin Hart cuando la Academia de Hollywood anunció oficialmente que va a ser el conductor de la próxima edición de la máxima ceremonia de la industria del entretenimiento.
Hart es un ilustre desconocido en nuestro país. Apenas dos de sus más de 50 apariciones destacadas en el cine se conocieron en la Argentina: la exitosa remake de Jumanji (estrenada este año) y la comedia policial Un espía y medio. Y de no haber tenido ambas películas como protagonista al carismático Dwayne "The Rock" Johnson, seguramente seguiría "invicto" en la cartelera local, ya que sus trabajos para el cine están casi en su totalidad destinados al público afroamericano de Estados Unidos y no funcionan fuera de ese mercado.
Ahora, el nombre de Hart empieza a trascender entre nosotros gracias al lugar central que ocupará en la noche del 24 de febrero próximo como maestro de ceremonias de la 91ª. entrega del Oscar. Y muchos empiezan aquí a descubrir un nombre que crece en poder e influencia dentro del mundo del entretenimiento. Nacido en Filadelfia en 1979, tiene una bien ganada popularidad como actor y comediante en el cine y la televisión. Pero también es director, guionista y sobre todo figura de poderosa presencia en el mundo de las redes sociales, con más de 125 millones de seguidores en distintas plataformas.
Quiero ser billonario. Para cuando tenga 45 años, ustedes van a escuchar de mí una historia completamente diferente
Desde ese lugar, Hart sueña con transformarse en los próximos años en un magnate de los medios. "Quiero ser billonario. Para cuando tenga 45 años, ustedes van a escuchar de mí una historia completamente diferente", comentó frente a un auditorio integrado por personalidades de la industria en marzo pasado durante un encuentro organizado por Variety. Allí dijo que prefiere dedicar la mayoría de su tiempo a aprender los secretos del negocio de los medios en vez de ser nada más que un actor contratado por estudios y productoras para trabajar en el cine y la TV. Ese instinto se desarrolló todavía más después de 2016, el año en que Hart se convirtió en el comediante más exitoso del año en Estados Unidos, con un ingreso total de 87 millones y medio de dólares. También firmó en los últimos tiempos suculentos contratos para identificar su figura con marcas de alto perfil. "Puede sonar delirante, pero debemos guiarnos por la idea de que hay que hacerse cargo de todo. De lo contrario, no vamos a hacer nada", señaló sin vueltas.
Esta última frase es muy útil para poner en perspectiva la decisión de la Academia de convocar a Hart como el próximo conductor del Oscar. La Academia de Hollywood necesita un golpe de timón muy fuerte para reposicionar esta fiesta para conservar en plenitud el espacio preferencial que ocupa en la industria, hoy devaluado ante los ojos de todos debido al descenso en las mediciones de audiencia de la transmisión televisiva de la ceremonia. En los últimos años, sobre todo a partir de 2014, esas cifras no dejaron de bajar y la última fiesta, la número 90, tuvo a principios de marzo de este año el rating más bajo de toda la historia.
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Detrás de la necesidad de recuperar al público (sobre todo a las franjas más jóvenes) y de adaptarse a un perfil mediático en constante mutación aparece sin dudas la convocatoria a Hart, todo un experto en el manejo de las redes sociales. Es decir, de un mundo en el que reinan nuevas y múltiples pantallas. Vale un ejemplo para comprobarlo. En 2017, Hart reconoció que le había sido infiel a su esposa, que además estaba embarazada. Casi de inmediato recurrió a su cuenta de Instagram para expresar su arrepentimiento y pedir disculpas a su familia y a todos sus fans. Ese video tuvo solamente allí más de seis millones de vistas. Lo que en otros casos significó el descenso irreversible en la carrera artística de varias figuras se transformó aquí, como señaló más de un agudo observador de Hollywood, en un triunfo del marketing. Inmediatamente después de este episodio Hart comenzó una gira con su nuevo show de comedia. Lo llamó "Irresponsable".
A esta figura le confió la Academia de Hollywood la primera transmisión televisiva del Oscar reducida en extensión después de mucho tiempo. Los organizadores del Oscar nos vienen recordando sistemáticamente que en esta temporada la ceremonia tendrá indefectiblemente una duración máxima de tres horas. Y que veremos la entrega de algunos premios en diferido, ya que se anunciarán durante las tandas publicitarias.
A primera vista, el "combo Hart" parece perfecto para los planes de la Academia. La cuarta personalidad afroamericana que conducirá el Oscar (después de Richard Pryor, Whoopi Goldberg y Chris Rock) tiene una flexibilidad asombrosa para moverse en el cada vez más amplio y complejo mundo mediático, tiene espaldas para intentar el rescate de esas franjas de público que en los últimos años le dieron la espalda al Oscar y además representa desde su propia condición étnica la búsqueda de diversidad que la propia Academia convirtió en bandera fundamental de su accionar durante los últimos dos años.
Kevin Hart recibió con los brazos abiertos la invitación de la Academia. Dijo que desde hace años sueña con ser el maestro de ceremonias del Oscar, el "lugar menos buscado de Hollywood", según la reciente definición de Variety. A partir de ahora, y sobre todo después del Oscar, también dejará de ser para los argentinos un ilustre desconocido.
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