Keith Richards: es sólo rock and roll, pero le gusta
El guitarrista de los Stones habla de su nuevo trabajo solista y adelanta que la banda tocará aquí en febrero o marzo
En 2011, Keith Richards estaba para jubilarse de su vida en el rock 'n' roll. Con casi medio siglo con los Rolling Stones, había hecho de todo. "Sé lo que es tener suerte, porque tuve un montón", dice.
Es el arquetipo del guitarrista de rock: el genio perezoso, el inimputable hacedor de riffs, el arquitecto de un sonido copiado en el mundo entero, el sobreviviente de todos los excesos. En el escenario es a la vez llamativo y reservado, metido en una danza privada con su guitarra, inventando nuevas variantes en cada tema. "Nunca toco lo mismo dos veces -asegura-. De todas maneras, no me acuerdo lo que toqué antes." Con los Rolling Stones en hibernación luego de una gira que terminó en 2007, Richards se pasó dos años y medio "metido por segunda vez en mi vida", para escribir (con James Fox) Vida, su exitosa autobiografía. Tras la edición del libro, en 2010, se dedicó a disfrutar de su familia y de ser abuelo. Retirarse era una posibilidad real.
"Yo pensé que era lo más delirante que había escuchado -dijo Steve Jordan, baterista y coproductor de los proyectos solistas del stone-. Está cómodo con lo que fue, con lo que hizo y con lo que ha logrado. Pero conociendo a Keith, no verlo tocando sería raro. Cuando sos músico, no te jubilás. Seguís tocando hasta que no podés respirar."
Jordan lo impulsó a grabar Crosseyed Heart, su primer álbum solista en 23 años, que saldrá a mediados de mes. "No iba a un estudio desde 2004 con los Stones -dice Richards- y pensé que algo me estaba perdiendo en la vida." Crosseyed Heart es un álbum al viejo estilo, con blues, country, reggae, rock stone, grabado en cintas análogas. "Me encanta ver a esas pequeñas ruedas girar", confiesa.
Tirado en un sillón en la oficina de su manager, en Manhattan, Richards está rodeado de merchandising de la gira de este año de los Stones y objetos de varias décadas. A los 71 años, alterna entre un Marlboro y un trago. Está vestido a su estilo: saco rayado sobre una remera negra con el escudo del Capitán América, jeans negros y zapatillas con dibujos plateados. Una vincha con los colores rastafaris rojo, amarillo y verde, sostiene su exuberante y desordenado pelo gris. Como siempre, tiene un anillo de plata con una calavera en su mano derecha, un recordatorio de que "la única belleza es la interior".
En una charla marcada por sus risas jadeantes dice que está cómodo en su lugar de rockero veterano. "Todo es cuestión de perspectiva, de ver de qué lado del telescopio estás mirando -dice-. Cuando empezaron los Stones, teníamos 18, 20 años, y la idea de llegar a los 30 era horrenda. Y de golpe, tenés 40 hay niños y luego nietos y empezás a ver cómo se despliega todo. Es fantástico."
Ha sobrevivido a muchos de sus compañeros de ruta. Hace poco murió Bobby Keys, el saxofonista de los Stones. "Te acostumbrás a perder a los buenos amigos", dice. Pero su relación más duradera es con la música y con su guitarra. "Tengo un vínculo muy fuerte con la guitarra. A veces duermo con ella -asegura-. No habría existido «Satisfaction» si aquella noche no hubiera sido así. Aparentemente me desperté y prendí eso que entonces era una novedad, el grabador a casete. Dormido o soñando. Pero no duermo con ella todas las noches. Mi mujer se quejaría", dice en referencia a Patti Hansen, con quien está casado desde 1983.
En un nuevo documental, Under the Influence, dirigido por Morgan Neville que se verá a partir del 18 de septiembre por Netflix, se ven sesiones de la grabación de Crosseyed Heart. Allí dice que ya no se siente una estrella pop. "Y no lo quiero ser", asegura. La fama, insiste ahora, nunca fue su objetivo. "Fue por accidente. Lo que yo quería era tocar. Y cuando empezamos, en el 63, 64, para tener un disco te tenías que hacer famoso. Tampoco me molestó. Tenía 19 años y un montón de chicas gritándome. Aunque también es cierto que podés terminar en el viejo cruce de caminos -dice lo que en jerga blusera sería vender el alma al Diablo-. Es molesto, pero quién sos para fastidiarte porque la gente gusta de vos. Viví con eso, hermano."
Su carrera solista surgió de las luchas internas de los Rolling Stones, en un período a fines de los 80 que él llamó La Tercera Guerra Mundial de la banda. Mick Jagger había elegido hacer álbumes solistas con músicos más jóvenes. Richards decidió indagar en el sonido blusero junto con Jordan, con quien habían acompañado a Chuck Berry en Hail! Hail! Rock 'n' Roll, el documental de 1987. Su primer disco, Talk is Cheap (1988), incluía "You Don't Move Me", una burla directa a los intentos solistas de Jagger. Las cosas son más diplomáticas ahora, asegura. "Con Mick nos conocemos más que con ninguna otra persona, desde los cuatro o cinco años; hubo intervalos y cada tanto alguna pelea porque somos como hermanos y qué hermanos no pelean a veces."
Luego de años de inactividad, los Stones se pusieron en funcionamiento cuando Richards comenzó con Crosseyed Heart. La grabación fue interrumpida en 2012 por los conciertos con los que la banda festejó sus 50 años. "El álbum está terminado hace como un año, pero fue cuando volvimos al trabajo. Ahora no haremos nada hasta el año próximo, así que tengo este tiempo para hacer algo por las mías sin que nadie sacuda las plumas", dice.
Crosseyed Heart, dice, es el primer álbum que hace sin un plazo predeterminado y en sesiones que Jordan define como "muy civilizadas", sólo una o dos tardes por semana. La mayoría del álbum se limita a la batería de Jordan y a Richards, en guitarra bajo y piano. De alguna manera, replicaron el particular enlace entre guitarra líder y rítmica que tiene con Ronnie Wood. Los temas hablan de romances, golpes y traiciones y, en dos casos, de encuentros con la policía. "Al escribir el libro recordé muchas cosas que tenía olvidadas. Lo de ser atrapado por la policía no es algo que quieras recordar especialmente, pero al hacerlo te das cuenta de que allí tal vez hay una canción."
El guitarrista espera poder rearmar los X-Pensive Winos tocar antes de que los Stones vuelven a la ruta. También está impaciente por grabar con la banda. "Mi sueño favorito es que terminemos la gira y vayamos directo al estudio -dice-. Probablemente, nunca pase, pero es cuando la banda está afilada y entonada, con todos los tornillos en su lugar. Muchos de los primeros discos fueron grabados entre giras. Por eso suenan con esa energía."
Y agrega: "Estaremos tocando en América del Sur en febrero y marzo, y me gustaría entrar al estudio en abril o mayo. Necesitamos grabar. Siento algo en mis huesos que me dice que tenemos que hacerlo".
Sus ojos se iluminan y su sonrisa se expande cuando habla de tocar en vivo. "La gente sigue preguntándome cómo lo hago. Pero es que estoy hecho para esto. Es a lo que me dedico, a tocar. Como le digo a Ronnie cuando estamos en el escenario: «Ahora podemos tener un poco de paz y tranquilidad». Ahí nadie puede molestarnos. Somos invulnerables."
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